Pese a la red de solidaridad tejida en el interior del polideportivo municipal de la Vega de San Mateo, donde se alojan más de 400 vecinos del municipio y de Tejeda, los tejedenses evacuados por segunda vez en la misma semana a causa del tercero incendio consecutivo que asedia Gran Canaria batallan contra el desconsuelo y la incertidumbre, porque desconocen si las llamas han podido alcanzar sus hogares esta vez.

Numerosos vecinos de Tejeda se reencontraban en este cobijo temporal a lo largo de los dos últimos días sin apenas tiempo para reponerse de la evacuación anterior, hace exactamente una semana, con motivo del primer incendio que se desató el pasado 10 de agosto en el municipio de Artenara y que se extendió también a distintos núcleos de Tejeda y de Gáldar.

"Lo que estamos viviendo no se lo deseo a nadie", declaró ayer Cristina, natural de Cuevas Caídas, en Tejeda, que hubo de volver a abandonar en la madrugada del pasado domingo junto a su bebé de ocho meses. "Aquí nos cuidan mucho, pero para nosotros es una pesadilla, porque el niño no se está en el carro y ya son muchas noches de angustia fuera de casa", añade la vecina, que ha podido alojarse en casa de su amigo Paco, aunque se desplaza cada día hasta esta zona junto a sus familiares para rascar algún nuevo dato acerca de los derroteros del incendio, dado que "lo más cruel es la falta de información". "Lo peor de todo es que no sabemos nada", suscribe.

En este sentido, al respecto del estado actual de sus viviendas, Cristina revela que "desde que el fuego se aproximó al centro de salud de Tejeda, ya no supimos nada más". "Los vecinos que desalojaron más tarde te comentan una cosa; luego, escuchas otra distinta...", revela, con los ojos empañados. "Pero este fuego pinta mucho peor que el anterior, así que todos estamos rezando para que no haya afectado a nuestras casas, que para muchos es lo único que tenemos".

En este sentido, numerosos vecinos de Tejeda aluden a la sensación de "inseguridad tremenda" que ha insuflado en el ánimo una segunda evacuación por un incendio forestal con peores pronósticos. Además, las altas temperaturas que sufre la Isla desde el fin de semana no contribuyen a atemperar el ambiente entre las familias desplazadas, sobre todo, entre la población anciana.

"Las personas mayores son mucho más frágiles; no descansan bien, sufren crisis de ansiedad, bajadas de tensión y golpes de calor porque, directamente, no están para afrontar estas desgracias", señala Isabel, vecina de Las Crucitas, quien duerme cama con cama junto a su madre, Pilar, desde donde "la cojo de la mano bien fuerte cuando nos parece oír algún mal presagio".

A su lado, Mari Carmen, vecina de La Degollada, evoca la sensación de terror antes de "coger el bolso y salir corriendo con lo puesto". "Yo al principio no me fui de mi casa, me quedé allí", explica. "La primera noche ni me acosté a dormir para poder presenciarlo todo desde mi ventana, pero cuando el domingo por la noche vi esa llama tremenda que se metió en el barranquillo, que el helicóptero apagó, pero que no hubo un retén que la controlara y que se volvió a encender hasta que subió arriba, me dije: dios bendito, pues viene otra vez a por Tejeda".

"Impresionante"

Justo antes de sortear el entramado de vías cortadas desviándose por Tunte con rumbo a San Mateo, Mari Carmen recuerda volver la vista hacia atrás en plena madrugada "y aquello era impresionante, cómo caminaba el fuego por nuestro pueblo". Por fortuna, a primeras horas de la mañana de ayer, Mari Carmen relata que "me vine a enterar de que mi casa había escapado de las llamas". "Pero cuando yo salí anoche [el domingo por la noche], tenía clarísimo que la casa se me iba pa' el piso", afirma la vecina. Y quien le confió este feliz dato fue el párroco de Tejeda, Don Juan, quien acude cada día al polideportivo veguero a infundir ánimo a sus vecinos. "¡Mi casa escapó porque usted me la bendijo el otro día!", le sonríe Mari Carmen.

Por otra parte, su hija atraviesa una situación más delicada, puesto que, en una casa adyacente, dejó atrás una extensa granja de animales con una veintena de cabras, 12 perros y gatos, un pony y varios burros, patos, gallinas y cochinos. "Por suerte, un concejal del Ayuntamiento de Tejeda, Ezequiel, nos ha dicho que se pasó por ahí esta mañana y que también los animales están bien, aunque estarán pasando mucha fatiga", apunta.

Con todo, muchos vecinos apiñados ayer a la exigua sombra de una escalinata del recinto comentaban que, si todo salía bien, celebrarían a su regreso una "misa de acción de gracias" en el municipio de Tejeda. Sin embargo, sus labios se aprietan con una leve expresión de miedo porque, aunque la consigna es esperar a pesar de la desesperación, muchos temen que "si vira el viento, la cosa pueda ir a peor".