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"Dormí en el coche para ver si el fuego llegaba a mi casa; no estoy tranquilo"

Los vecinos se muestran inquietos por la tardanza de los equipos contra incendios | Unas 65 personas duermen en el pabellón

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El incendio y sus consecuencias en Agaete

"Me desalojaron a las seis de la tarde -(del domingo)-. Les pedí refrescar la zona, pero la policía me dijo que si me negaba lo harían por la fuerza. Yo no podía estar en el polideportivo o en casa de un familiar, por eso pasé la noche en el coche en la sociedad de Cazadores del Cerrillal (en el linde con la zona industrial de San Isidro de Gáldar) para ver desde allí si el fuego iba para mi casa en El Valle. Parece que, de momento, no le ha afectado". Antonio Gil es uno de los cerca de un millar de vecinos de una decena de barrios del citado lugar y el Risco, en Agaete, que ha tenido que ser evacuado por el incendio.

La tragedia acecha Agaete. La carretera de La Aldea (GC-200) permanece cerrada al tráfico en la salida del casco del pueblo marinero. No se trata de un desprendimiento, ni de lluvias intensas y menos un problema de la vía, como se repite ocasionalmente. En esta ocasión, se trata del fuego y el humo, que tiene en vilo al municipio, y que se ha extendido por el paraje de Tamadaba.

Las autoridades desalojaron en la tarde del domingo a un millar de residentes de los barrios de El Risco y de El Valle. El fuego ha ido avanzando, y los vecinos andan muy preocupados porque temen que las llamas hayan arrasado casas y fincas de El Hornillo y El Sao (en la parte alta), y hasta la pequeña iglesia.

Un grupo de vecinos permanece junto a las vallas que cierran el paso en el cruce de San Pedro, sin perder de vista la mirada al horizonte de la zona alta del municipio. Allí esperan varios camiones-cuba de empresas particulares para abastecer a los vehículos de emergencias que están en la primera línea del incendio.

El calor seco próximo a los 40 grados complica la situación, si bien el viento va hacia arriba y contiene en parte su avance, aunque no evita la propagación. "El peligro es que por la noche pueda volverse al revés", responde un lugareño.

Muchos vecinos se mostraron ayer enfadados porque desde el domingo habían solicitado la presencia de un par de helicópteros para frenar el fuego en El Hornillo-El Sao y El Risco, que son las zonas más afectadas, pero las fuerzas no empezaron a dejarse notar en el lugar hasta la cinco de tarde de ayer. En ese momento actuaron dos helicópteros para luchar contra el incendio, además de llegar más medios terrestres.

Antonio Gil está nervioso. Y enfadado, porque echa en falta la presencia de esos equipos terrestres y, sobre todo, aéreos. Asegura que con un par de pasadas de helicópteros se hubiese frenado el avance desde el domingo. "Me preocupa, porque en el finca tengo plantado café, aguacates, mangos y otros frutos. Y nosotros podríamos ayudar haciendo cortafuegos, como se hacía antiguamente. Nosotros conocemos el terreno", dice entre la desesperación de estar pasivo.

A pesar de que agaetenses hablan de casas quemada en los primeros caseríos afectados, el Centro de Coordinación Municipal (Cecopal) del Ayuntamiento de Agaete comunicó ayer tarde "que el fuego no ha afectado a ninguna vivienda del barrio de El Valle", aunque también es cierto que no han inspeccionado el lugar.

El polideportivo municipal se ha convertido en el punto neurálgico para atender a los vecinos obligados a salir de sus casas. Muchos de los afectados se han ido a otras cosas, con familiares y amigos, pero unas 65 personas pasaron la pasada noche.

Pedro Cruz es una de las personas recluidas en el pabellón. Atrás dejó el negocio familiar, con un almacén lleno de mercancía, tres furgones, las tierras con frutos tropicales y cabras. Tuvo que salir con lo justo la pasada noche.

Las muestras de solidaridad de particulares y empresas han sido múltiples. Desde una churrería de Gáldar que envió chocolate y churros para desayuntar, y pan de Guía, hasta los restaurantes del municipio que llevan sus comidas, pasando por empresas locales que aportan hielo, agua y todo tipo de alimentos.

Cruz recuerda que hace años pasaba un camión y recogía a los vecinos del pueblo para hacer cortafuegos, pero que ahora no pueden hacer. A su juicio, ahora todos son pegas con el mundo rural, convirtiendo los campos en caldos de cultivo para fuegos como el actual. Y, a su vez, cuestiona que no se pongan todos los medios desde un primer momento para este tipo de actuaciones por culpa de los protocolos.

El empresario, que lleva el negocio junto a su esposa María Luis a Viera, reconoce su nerviosismo, pero recalca que han recibido numerosas llamadas de clientes para ofrecer su apoyo.

El concejal de Desarrollo Medioambiental de Agaete, Alberto Cruz, se mostró inquieto por la evolución del viento, que ayer corría con fuerza en la zona baja del pueblo.

En el pabellón, el coordinador del operativo de acogida a los evacuados, Matías Hernández, tranquiliza a los presentes si les faltan las medicinas, ya que el centro de salud les entregará otras recetas electrónicas para comprarlas.

Mientras, numerosos voluntarios se apoyan para recoger los alimentos que llegan a cuentagotas, mientras se prepara la comida. Y, en el exterior, algunas canchas se han transformado en una inesperada granja para ir recogiendo animales desalojados de los pagos afectados.

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