El fuego avanzaba sin control. Y las previsiones eran muy poco esperanzadoras en la medianoche del lunes. Se habían devastado unas 10.000 hectáreas, con un perímetro de 75 kilómetros y cerca de 8.000 evacuados de media isla de Gran Canaria, y el avance el incendio hacía temer lo peor en su caminar hacia la costa turística de Mogán, los altos de La Aldea y el pinar de Tamadaba.

Los técnicos hablaban de que no había capacidad humana para dominar las enormes llamaradas, con la entrada de la noche en el que dejan de operar los medios aéreos. El gran peligro era que podía alcanzar el paraje natural de Inagua, lo que supondría una catástrofe de mayores dimensiones. El pinar es una de las últimas zonas boscosas de Gran Canaria, que concentran una flora y fauna única, con especial interés del pinzón azul, en peligro de extinción.

El jefe de Emergencias del Cabildo, Federico Grillo, reconocía en los peores momentos que no había capacidad humana para controlarlo.

Sin embargo, fuera de toda previsión de los partes meteorológicos, el viento y las condiciones cambiaron. Lo que de noche eran caras de máxima preocupación, pasó a primera hora de la mañana de ayer martes a un cierto optimismo. El primero desde que se activó este incendio originado el sábado por la tarde.

El párroco Ricardo Miranda tenía previsto celebrar una misa. Pero, de forma improvisada decidió sobre las cuatro de la tarde del lunes rezar en un lateral de la iglesia de Agaete, pidiendo a los que en ese momento estaban en el templo y los alrededores sumarse a la plegaria. "Quería pedir a Dios que dominara las fuerzas de la naturaleza", señalaba el sacerdote.

Mirando en dirección al macizo de Tamadaba, donde el humo y el fuego seguían ahondando en el pinar. Y con la cruz del Santísimo agarrada por sus dos manos, y vestido con ropa religiosa, inició un rezo, con "una bendición desde la fe".

En su invocación hizo un ruego en voz alta: "Señor. Tú que eres el señor de la naturaleza, del viento, del fuego, del agua, te pido que bendigas el monte de Tamadaba y lo protejas de los elementos descontrolados, para que no sea devorado por el fuego y el viento". E hizo la bendición de la cruz.

Fue un acto de apenas cinco minutos, mientras una quincena de personas secundaba su plegaria. Todo, incluso las palabras, fueron "espontáneas", señala el sacerdote que atiende los cultos en ese municipio del noroeste de Gran Canaria, que admite la sorpresa de muchos fieles que estaba a su alrededor.

"Milagrosamente, el viento cambió desde las seis de la tarde", recalca el párroco de Agaete, que señala que si la capacidad humana no había podido hacer frente a la situación natural, "lo ha hecho la divina".

"El creyente ve la mano de Dios". E insiste en que la bendición es un acto de fe.

Una comunicación oficial del Cabildo de Gran Canaria ya hablaba a través de las redes sociales de "Una buena: el viento en calma ha frenado el avance".

El sacerdote señala que cuando oyó por la noche al experto hablar de que milagrosamente se había ido el viento, y que Tamadaba estaba sorteando la situación, "se me pusieron los pelos de punta". Con humor, dentro de su condición religiosa, declaró que "voy a tener que tener fe".

Ricardo Ramírez también ha aprovechado que se ha encontrado numerosos hidroaviones sobrevolando para cargar de agua en la bahía portuaria de Las Palmas de Gran Canaria, antes de dirigirse al norte e interior de la isla, para bendecir a los pilotos y a los aparatos en su trabajo.

Además, destaca que pese a que el lunes se temía que la ermita de Santa Teresita en el barrio de El Hornillo podía haber sido pasto de las llamas, porque fue la primera zona afectada de Agaete, personas que ha llegado hasta este pequeño barrio de la zona alta del Valle de Agaete (y muy cerca de Tamadaba) asegura que ha sobrevivido al fuego, al igual que las casas-cueva del lugar y del barrio de El Sao.

Ricardo Miranda debería haber oficiado una misa esta tarde en la iglesia de San Pedro de El Valle. Sin embargo, tendrá que suspenderse porque hasta anoche este barrio seguía cerrada al paso por seguridad, después de haberse evacuado el domingo a los vecinos por el riesgo de que las pavesas de la zona alta de Tamadaba rodaran ladera abajo e incendiaran este barranco que conduce a la costa.

El sacerdote asegura que permanece en contacto con las autoridades locales para apoyar en lo posible, y que ha visitado a los evacuados que están alojados en el polideportivo municipal.

La localidad tiene a casi un millar de vecinos fuera de sus casas, de los cuales 64 están haciendo noche en el pabellón, ya que el resto se ha acomodado de formar temporal con vecinos, amigos y otras residencias, aunque muchos van al lugar para comer.

Muchas fiestas grancanarias recuerdan supuestos actos milagrosos acaecidos siglos atrás, y que han pervivido hasta la actualidad. Eso sí, todas ellas de antigüedad. Este es el caso de la fiesta de la Rama de Guía, que tiene su origen en las promesas que los campesinos de la comarca realizaron en 1811 para ofrecerle ramas de árboles y frutos como rogativa ante la plaga de langosta que arrasaba los cultivos.