Entre nerviosismo e incertidumbre y con las llamas a menos de un kilómetro de su posición. Un grupo de 45 vecinos de Artenara se vieron obligados a pasar la madrugada de ayer en el centro cultural del pueblo. Mientras, el resto de la población logró ser desalojada en las horas previas. Con las primeras luces del día estos se trasladaron a sus casas, pero sin poder salir bajo ninguna circunstancia de la localidad, pues todas las carreteras permanecieron cerradas durante toda la jornada. El alcalde del municipio cumbrero, Jesús Díaz, señaló en la tarde de ayer lunes que tienen la "urgente necesidad" de abrir un paso, pues se preparaban para su segunda noche aislados, aunque resaltó que han estado seguros.

La noticia corrió como la pólvora a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Ante el alarmismo, y para calmar a los propios vecinos confinados, pasada la media noche llegó al local un equipo de 40 personas del dispositivo de emergencias con el responsable técnico de extinción al frente. Quedarse allí era lo más seguro en ese momento. En total, pasaron la noche en la asociación poco más de 80 personas, ocho de ellas ancianas y cuatro niños, según relató el propio alcalde, quien permaneció con ellos durante toda la velada.

"Uno de los vecinos fue hasta su tienda para traer algo de comida y ya con eso tiramos", explicó Díaz. La gente pasó la noche bastante "nerviosa", señaló con la mirada puesta en Tamadaba, donde las llamas arrasaban uno de los pinares de mayor biodiversidad en el Archipiélago. El fuego logró remontar por el barranco de Coruña y alcanzó así las inmediaciones del helipuerto y la gasolinera de Artenara. Dos puntos que el equipo de extinción intentó defender durante toda la jornada del domingo. "Durante la noche volvieron a acercarse las llamas y se quedaron a escasos 300 metros del surtidor", apuntó Díaz. Una preocupación que finalmente se disipó.

Ruymán Castro es uno de esos vecinos que se vio confinado en el centro cultural. "Dormimos muy poco, nerviosos, pero el viento no llevó el fuego hasta el pueblo", apuntó. "Cuando íbamos a bajar por La Aldea la carretera ya estaba cortada", señaló recordando aquellos momentos, cuando el reloj apenas marcaba las dos y media de la tarde. Quedaba por delante una noche en la que el suministro llegó a irse en alguna ocasión.

Pasadas las diez de la mañana del lunes todos los vecinos pudieron regresar a sus viviendas, según destacó el alcalde. Castro fue uno de ellos. "Estamos en casa a la espera de que nos digan que podamos salir del pueblo", apuntó, mientras se aseguraba que puertas y ventanas tuvieran paños húmedos. "Llevamos así una semana, quitando y poniendo", indicó este trabajador de la residencia de ancianos de Artenara. No obstante, es la segunda evacuación que vive el municipio, tras el incendio que se originó en el barrio de Las Peñas el pasado 10 de agosto.

En esta ocasión, la evacuación empezó por la mañana temprano en los barrios de Las Peñas, Las Arvejas, Coruña, Lugarejos y Las Hoyas. Los habitantes de Artenara casco fueron los últimos en ser avisados, por lo que no a todos les dio tiempo de tomar la carretera GC-210 en dirección a La Aldea. No obstante, el fuego bloqueó la vía a primeras horas de la tarde, según cuentan los propios vecinos.

La Aldea ha acogido estas dos últimas noches a unas 30 personas de Artenara, 10 en la residencia de mayores y otros 20 en el albergue. La mayor parte de los vecinos de este municipio, de 1.090 habitantes, han preferido pasar la noche en casas de familiares en distintas localidades de la Isla. Uno de ellos fue Miguel Medina, presidente de la Asociación de Productores de Artenara (Aproarte), quien vive habitualmente en Acusa Verde y logró llegar a su otra residencia en Teror a eso de las tres de la madrugada.

"Decidimos quedarnos hasta el final, colaborando e informando a los técnicos sobre el terreno", señaló. No obstante, Medina, agricultor y ganadero, es bien conocedor de todas estas crestas y barrancos. "A la una de la mañana se empezó a complicar la cosa y bajamos", apuntó. A esas horas las llamas devoraban el monte de Altavista, en pleno macizo de Tamadaba. De ahí bajaron una serie de pavesas y llamaradas, según apuntó el agricultor, que se desplazaron a lo largo del barranco de los Silos, el cual termina en la presa de Parralillo.

"Caían cenizas, pavesas y el olor a pinocha o pasto, según donde quemara, era muy intenso", apuntó el agricultor. Pero, antes de marchar tocó poner a resguardo a los animales de los distintos ganaderos de la zona de Acusa. Medina soltó un rebaño de unas 150 cabras y confió en que buscaron "escapatoria". "La cosa es que logren encontrar agüita y comida allá a donde vayan", apuntó. Otros pastores hicieron lo mismo y las guiaron "hacia el barranco".

En el caso de Medina, hace varios años que no tiene ganado, pero sí temía por sus fincas. "Regué las judías el domingo por la mañana, preciosas estaban", señaló. Incluso, tenía un terreno listo para plantar papas esta misma semana. "Hay que contar más con el sector primario, facilitar nuestra labor, para ayudar a las labores de prevención, de manera sostenible", destacó en forma de petición a las autoridades.

Al amanecer, el aspecto desde Artenara era desolador. El fuego ya se había retirado de la zona del barranco de la Coruña, pero seguía arrasando con el pinar de Tamadaba y ya se había internado en el barranco grande de Tejeda a La Aldea. "Desde aquí se ve cómo el fuego ha quemado las laderas de la vega de Acusa sin tocar el llano de arriba", apuntó Díaz pasado el mediodía. Para ese entonces acaban de luchar con las llamas en la zona de casas cuevas del pueblo conocida como La Degollada. "El fuego subió desde la zona de Guardaya, pero se paró arriba y conseguimos calmarlo", señaló el alcalde.

En esta zona de La Degollada las llamas quemaron unas palmeras contiguas a las viviendas del pueblo y varias fincas de cultivos, según el alcalde. En otros barrios la situación no era muy diferente. Díaz hizo una batida por el municipio y vio hasta tres casas que fueron víctimas de las llamas en la zona de Coruña. Aunque los mayores daños se produjeron en la red de tendido eléctrico y de abastecimiento de agua potable. Así hasta la llegada de la tarde, a esas horas las llamas volvieron a amenazar la meseta de Acusa. Momento en el que el regidor decidió tomar la manguera y ayudar con las tareas de extinción. Un último esfuerzo antes de su segunda noche aislados.