Después de cuatro días, ¿cómo se encuentran?

Es un trabajo intenso. Es atípico y realmente hace que no durmamos todas las horas, pero el hecho de contar con los suficientes recursos humanos, con el apoyo de Fuerteventura, Lanzarote y Tenerife, ha supuesto un contingente importante. Nos ayude a montar los turnos de guardia y servicio donde se están trabajando 12 horas y se descansa otras 12 o los turnos especiales de 8 horas. Entonces, los dos primeros días fueron muy intensos, que es lo habitual en una emergencia, porque esperamos que en esas 48 horas esté controlada o finalice. En este caso, se ha alargado y se prevé que dure varios días, lo que ya se ha hecho es poner turnos de relevo, con lo cual refresca. Primamos la obligación de relevos porque el voluntariado tiene muchísimas ganas de trabajar y colaborar pero siempre existen unos límites.

Por la seguridad de todos.

Efectivamente

¿Cuál es el despliegue de Cruz Roja en cuanto al número de voluntariados y de recursos que están destinando?

Movemos diariamente una media de 100 voluntarios. Atienden los albergues, siete ambulancias básicas, cuatro avanzadas y toda la logística de avituallamiento y material de apoyo a los albergues y a los equipos de extinción. Nosotros estamos encargados, con el Gobierno de Canarias, de facilitar el aprovisionamiento a los intervinientes. Lo que necesiten nosotros se lo aportamos.

Tuvieron que activar el acuerdo con Defensa, ¿por qué?

Hemos movido unas 779 camas y detectamos que nos iba a hacer más falta. A través de los acuerdos con el Ministerio de Defensa se solicitó la colaboración. En este caso, literas, para los albergues. Se encargó la Unidad Militar de Emergencias (UME) y el Ejército de Tierra de Las Palmas de dotarnos de 500 camas que están en Teror y Gáldar.

¿Lo coordinan todo?

Por ejemplo, la colaboración que están teniendo todas las empresas canarias sobre todo de alimentación, incluso de alojamiento, en querer colaborar. Esa colaboración, en coordinación con el Gobierno de Canarias y Cabildo, la canaliza Cruz Roja. De tal forma que no vaya la gente directamente a los albergues puesto que lo que se produce es descontrol y colapso que dificulta.

¿Cuántas personas están siendo atendidas?

Sabiendo que se produce el realojo de Tasarte y Tasartico, las personas albergadas que dormían eran 706. La capacidad es de 1.300. Decían que había un tema de desbordados, no lo entendemos porque duplicamos recursos para prevenir las llegadas.

A raíz de los bulos.

Ha sido muy complicado. Los bulos perjudican. Se producen falsas informaciones como relativos al incendio, donde incluso se ha dicho que ardía una zona que no es cierta. Eso afecta a la seguridad de las personas y de la emergencia. Hemos tenido bulos de falsos llamamientos a médicos y enfermeros, donde tuvimos que contradecir a la fuente. En una emergencia, cuando se envían medios hay que enviar los necesarios porque si se envían en exceso lo que pasa es que se dificultan los accesos. Si tenemos que salir corriendo, hay peligro. En caso de haber un llamamiento, siempre sería organizado.

¿Ustedes lo solicitan?

Exactamente. Y lo haríamos a través de las redes sociales oficiales de Cruz Roja. Estos bulos, que parecen pequeñeces, obligan a estar contradiciéndolos para no desinformar a la población.

Venimos de dos incendios, ¿se tuvo que rearmar el dispositivo?

Dentro de la desgracia, teníamos el material preparado por la alerta de altas temperaturas. No es empezar de cero. Fue poner en marcha una maquinaria que estaba muy fresca.

¿La convivencia es positiva?

Conflictos en sí, ninguno. Velamos por la integridad física del voluntariado. De cara al albergado, el tiempo máximo con condiciones aceptables son de 72 horas. A partir de este tiempo empieza a hacer mella en el albergado esa situación de albergue. Ahora mismo estamos en tiempo límite. Tenemos a disposición infraestructuras, apartamentos que se nos han ofrecido totalmente gratuitos. Esas condiciones están preparadas, pendientes de cuáles son los casos.

¿Tienen apoyo psicológico?

En todos los albergues hay equipos de psicosocial. La labor principal que hacen es sentarse junto al albergado, hablar, distraerle, darle la posibilidad de que alguien lo escuche. Hay muchísimas personas, incluso solas, entonces, ¿con quién hablas? Lo que se intenta es que ese momento de angustia puedan echarlo fuera.

¿Cuál es la proyección?

Nuestro trabajo no termina cuando los vecinos vuelven a sus casas. Seguiremos dando soporte a los equipos de bomberos y de extinción. Ayer por la mañana vivíamos momentos de tranquilidad, ya veías una luz. Se veía todo muy negro, hay que reconocerlo. Es señal muy, muy positiva, que los vecinos ya estén volviendo a sus domicilios. Si todo va bien, las buenas noticias continuarán. Pero aún queda un trabajo muy duro para los equipos de extinción, esos hombres y mujeres que están jugándose la vida.

¿Cuál es el mensaje que le traslada a la población?

En Canarias hay muy buenos profesionales y analistas de incendios, clave para anticipar el riesgo y dirección del fuego. Toda la información que llega de la administración y de los equipos de extinción son de alta fiabilidad. No hagan caso a otra cosa. Sigan las indicaciones y pautas de los equipos de emergencia.

¿Cómo está?

Es una tensión importante. Bajo mi responsabilidad está la vida de 400 personas, los voluntarios, y tengo dos cuestiones claves: recibir las indicaciones para ejecutar y velar por la seguridad de nuestro voluntariado. De nosotros depende que tengan agua y comida los intervinientes y que la ciudadanía tenga un techo, una manta, alguien que les escuche.