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Opinión

Ganaremos, aun por la mínima

Rugen motores sobre los silenciosos campos de Gran Canaria. Son aviones, que no bombardean ciudades ni niños inocentes en Oriente Medio. Son aviones amigos que luchan contra el fuego mezquino y traidor que ha incendiado nuestra isla. Ahora mismo han pasado dos de ellos sobre mi casa de Valleseco. No tienen itinerario fijo, porque las posiciones del fuego enemigo van nítidamente de Norte a Sur y de Este a Oeste y se apegan como asquerosas garrapatas o pústulas infectadas a las cumbres de las montañas. Los hidroaviones amerizan en la bahía del Puerto, como antes (años cincuenta) lo hacían los que provenían de las Islas Madeiras. Tienen un amplio campo de batallas, que no necesitan de cercas, mojones ni murallas. Ni siquiera de luces de señalización.Está claro: el cielo azul resplandeciente es nuestro territorio, el tenebroso humo, en cortina opaca, es el del fuego, que retrocede gracias al agua -y sal- que le arrojan los aviones con la bendición de nuestro Dios Alcorán, que por esta vez ha pactado con los santos canarios. Estos aviones han sobrevolado parte de nuestra historia patrimonial: Haciendas de S.Fernando y Sta. Cristina, del General, natural de Ingenio, Fco. Tomás Morales, De S.Nicolás de Tolentino del Marqués de Villanueva del Prado, luego de los Pérez Galdós y los Hurtado de Mendoza. El Cortijo del Caidero o del Cedrón, de Juan Negrín Cabrera, el padre del último Presidente de la República española.

Algo positivo nos ha mostrado este infierno transferido, en vacaciones de verano, a Gran Canaria: la solidaridad de los que han formado la formidable infantería, que ha luchado-sin desmayo- cuerpo a cuerpo, con un enemigo etéreo y movible como si fuera el río Escamandro de la Ilíada. Y hablando de ríos, callar de una vez, la boca a los enemigos de embalses y presas. ¿Qué no hubiese dado yo por tener a mano embalses como el Atazar (Madrid) o el Cenajo (Murcia), pistas de amerizar, además sin sal? Solidaridad de los pueblos que han acogido en los polideportivos y en sus casas a otros pueblos invadidos o amenazados. Cito a mi pueblo de Valleseco que se separó de Teror en 1842. Teror hospedó, generosamente, hace dos días, al pueblo separado. Es posible que la Virgen del Pino y S.Vicente, juntos lo hayan propiciado.

¿Venceremos? Sin duda. Pero no debemos aparcar lo que esta sucediendo. Hay que examinar los evidentes y estrepitosos fallos preventivos que se han producido (Léase el artículo de Salvador Miranda Calderín del día 19 de agosto en LA PROVINCIA Otra política de prevención de incendios). Lo primero es agradecer a personas e instituciones colaboradoras su extraordinario esfuerzo, que sepan que con y por ellos nos sentimos orgullosos los canarios. Que se haga con urgencia reposición de lo destruido, examen de conciencia para que esta escandalosa catástrofe no vuelva a ocurrir, entre otras cosas.

José Juan Ojeda Quintana. Economista y vecino de Valleseco.

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