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La zona cero del desastre

Un barranco en Cueva Corcho, lugar donde se originó el incendio | Los focos activos impiden a los vecinos de Valsendero volver a sus casas

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Consecuencias del incendio en diferentes lugares de Gran Canaria

Todavía no se sabe cómo comenzó el incendio, pero sí se sabe donde. Una ladera en el Barranco de los Pajaritos en la zona de Cueva Corcho en Valsequillo es la zona cero de un desastre que ya ha arrasado más de 12.000 hectáreas de la Isla. En la tarde del sábado la ladera se tiñó del verde al negro en cuestión de minutos. El barranco en el que se encuentra esta ladera solo aberga dos cosas ahora, el silencio y el secreto del origen del fuego. La imagen es devastadora, las cenizas cubren un suelo que todavía desprende calor y los troncos de los árboles permanecen rotos a ambos lados de la carretera.

En la zona ya no quedan miembros de los distintos cuerpos de emergencia, el fuego está apagado, pero todavía pueden apreciarse pequeños huecos en el suelo de los que sale humo blanco que el viento levanta con cada soplido. No hay peligro, según indican los cuerpos de emergencia, pero la sensación de saber que allí comenzó la trajedia impacta a cualquiera que pase por la zona estos días.

La huella de los hidroaviones sigue marcada en el fondo del barranco, la espuma que los operarios mezclan con el agua para paliar las llamas decora la base de los eucaliptos quemados. El ambiente es gris y el olor a ceniza transporta a la fátidica tarde del sábado cuando la primera chispa prendió en aquella ladera.

Vuelta a casa

Los vecinos de Valleseco fueron realojados anoche, la mayoría pudo volver a sus hogares a cuidar a sus animales y cerciorarse de que sus vivendas no habían sufrido daños. Solo los vecinos de Valsendero tuvieron que permanecer otra noche fuera de sus casas, esta vez en la Residencia de Mayores. Los puntos calientes de algunas zonas mantienen a este grupo de personas desalojadas como medida de precaución. Paseando por el municipio todavía puede apreciarse que las llamas no están del todo apagadas.

Las banderitas de colores y los carteles en Lanzarote siguen decorando las calles a pesar de que las fiestas no se pudieron celebrar el pasado fin de semana como consecuencia del incendio. Y las ganas de fiesta son pocas.

El sábado fue uno de los días más duros para los equipos de emergencia en Valleseco. En el límite del municipio con San Mateo, todavía ayer los equipos de la Unidad Militar de Emergencia y los bomberos hacían guardia. Los puntos calientes puede reavivarse y refrescar la zona sigue siendo prioritario. El humo blanco que proviene del suelo invade la escena con cada ráfaga de viento. Los turnos son de doce horas, sin descanso, el fuego no da tregua y en esta zona la batalla está ganada, no se puede volver a activar.

El cansancio en las caras teñidas de negro de los bomberos mostraba las largas horas de trabajo de estos equipos. Una labor que ha permitido mantener el municipio a salvo. En la tarde de ayer las carreteras comenzaban a abrirse, la entrada desde Ariñez a la Cruz de Tejeda volvía a llenarse de coche de vecinos, que desesperados, accedían de nuevo a sus hogares.

Otra de las paradas del desastre fue la Cruz de Tejeda. Las llama alcanzaron la zona en la mañana de domingo. Los equipos hicieron todo lo posible por evitar que llegara el incendio a la zona, pero el fuego ya conocía ese terreno. El Parador repetía la pesadilla que vivió en 2017, pero el resultado no fue el mismo. Las llamas rodearon las instalaciones y pasaron de largo por las laderas que ya habían sido quemadas dos años atrás. La dirección del incendio, de arriba hacia abajo, facilitó las cosas para el Parador que quedó intacto pero rodeado de un paisaje negro.

La bajada de las temperaturas ha facilitado el control de los focos en Valleseco, las llamas ya no protagonizan los paísajes, ahora lo hacen las cenizas. El que es uno de los municipios más verdes y lluviosos de la Isla ahora contiene espacios que realmente se corresponden con su nombre, valles más secos que nunca.

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