Al paso del camión cisterna de este equipo de bomberos, por los pueblos de la Cumbre de Gran Canaria, la gente no ha dudado en salir a la calle y darles las gracias. Algunos los saludaban con la mano, como se saluda a un amigo, otros aplaudían, y los más lanzados tocaban la bocina de los coches. Todos han querido recibir a estos bomberos como héroes, o casi como superhéroes, capaces de aniquilar con su esfuerzo la maldad de un fuego aterrador, que ha devorado lo más preciado de la isla.

Sin embargo, ellos no se ven así, "no somos héroes", aclaran los tres, algo sobrepasados con tantas muestras de agradecimiento. Debajo de ese uniforme de bomberos de Lanzarote, Santiago Montesdeoca, Jorge Santana y Roberto Mira no paran de decir que sólo han hecho su trabajo, y que en este incendio se ha demostrado que todos han sido importantes, "desde la señora que te abre la puerta y te ofrece un bocadillo, al trasiego incesante de los hidroaviones descargando el agua", advierte Santi Montesdeoca.

Roberto Mira, natural de Badajoz, pero adscrito al cuerpo de bomberos de Arrecife, jamás olvidará el apoyo de la gente, "el fuego y las llamas han sido tremendas, nunca había estado en un incendio tan grande, pero te digo que se me pone la piel de gallina con la respuesta de los vecinos, cómo nos han tratado, cómo nos reciben, y sólo por hacer lo que sabemos hacer, por lo que optas por esta profesión".

A través de los ojos de estos tres bomberos, Montesdeoca y Santana además naturales de Las Palmas de Gran Canaria, el desastre se ve y se siente con la tristeza de quien pierde algo propio, sin olvidar su incuestionable profesionalidad. La firmeza y rapidez con la que han recorrido los principales puntos calientes llevando agua para abastecer a los compañeros y también bajando a apagar algunos conatos con los que se han cruzado en su camino.

Jorge Santana sigue conmocionado, "es que también nos duele ver todo negro, todo quemado, y después el cariño de los vecinos, y la solidaridad".

Los tres reconocen que en estas situaciones límites se ve la generosidad de la gente, "nadie ha dudado en ayudar al otro, en dejarle su establo para que guarde a sus animales, en preocuparse por el que estaba peor".

Para Santiago Montesdeoca en desastres como el incendio que ha desolado a Gran Canaria, "lo triste y lo grandioso sale a relucir, todos hemos estado trabajando para lograr controlar el fuego, y la verdad me quedo con eso. No sé si en otros lugares ha pasado lo mismo, pero aquí, toda la gente, daba igual la procedencia, ha sentido que tenía que colaborar, y también el dolor ha sido común".

Montesdeoca, que también ha estado en los incendios que se han producido en otras islas, como el que afectó a Tenerife, reconoce que la sensación de pena y de tristeza es la misma, "se nos quema algo nuestro, y eso es algo que nos une a todos".

Doce horas sin parar

Este equipo de bomberos llegó a Gran Canaria el pasado domingo, 18 de agosto. El lunes permanecieron de guardia en la estación de Telde las 24 horas del día, en apoyo al resto de compañeros que estaban en los principales focos del incendio. El martes les tocó actuar, entrar en primera línea.

Su principal cometido consistió en llevar agua hasta los lugares más afectados, allí donde el resto de compañeros trataba de apagar las llamas o por lo menos evitar que el incendio se extendiera. A su paso, podían ver el rastro de lo calcinado, parajes agónicos, negros y a pesar de todo las caras de alegría de los vecinos que jaleaban a este camión de bomberos.

El miércoles, más tranquilos, pero aún rotos por el esfuerzo y con esa tristeza a cuestas, al haber estado tan cerca del desastre, se han encargado de acompañar a los vecinos desalojados a sus viviendas, para que pudieran comprobar el estado de las casas, si podían quedarse o no.

Para Santiago, Jorge y Roberto esta experiencia forma parte de esos trabajos que les costará olvidar. No sólo por las características del fuego, la altura de las llamas, todo lo que se ha perdido, pero también por la gratitud de los vecinos. Las muestras incesantes de apoyo, como si en lugar de unos bomberos, en el interior de ese camión cisterna fueran tres superhéroes capaces de todo.