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"Me arranca el alma ver esto así de quemado"

Pedro Juan Vega llega por primera vez a su casa de Juncalillo de Gáldar tras sufrir dos evacuaciones en los últimos 15 días

Algunos de los vecinos de Agaete que ayer visitaron El Hornillo, en Agaete. p. mateos

"Tengo 74 años y nunca había visto esto así; verlo le arranca el alma a uno". Pedro Juan Vega está poniendo los pies por primera vez junto a su familia sobre las tres y media de la tarde de ayer en su casa-cueva de Juncalillo de Gáldar, tras sufrir dos desalojos consecutivos, el último desde el sábado de la semana pasada. Los altos de Guía, Gáldar y Agaete comienzan a recuperar sus vidas, aunque el paisaje dista mucho de ser el idílico con el que han convivido durante toda su vida. Afortunadamente, la mayoría de las propiedades y los animales se han salvado de la quema.

La esposa de Pedro Juan, Rosa María Ramos; y su hija, María Jesús Vega, tienen que retirar algunas pitas quemada y piedras que se encuentran en su estrecho camino para llegar con el coche hasta la casa. A unos pocos metros se encuentran un coche calcinado, de un vecino.

La vivienda está intacta. "Unos día antes había estado quitando los pajullos con mil sacrificios en los alrededores", señala este jubilado, que se mueve con el apoyo de un bastón. Pedro mira el color negro que hay en el desolado horizonte del pago galdense.

El sábado de la semana pasada volvió a esta casa, tras el desalojo de la semana anterior por el primer incendio forestal que comenzó poco más arriba dentro de Artenara cuando el pueblo estaba en fiestas. Pero por la tarde ya les dieron un nuevo aviso, y desde entonces no habían regresado a la cueva. Se salvó, aunque el hollín se ha colado por la puerta y ventanas. Pero antes que limpiar toca poner agua a un pequeño gato que ha sobrevivido, aunque está ennegrecido por la tierra tiznada que pisa.

"Cuando era pequeño aquí no había fuego nunca. Y eso que todos fumábamos. Todo estaba limpio por los animales, y si se prendía algo, apagábamos con el pie las brasillas. Ahora todo es como pólvora, porque los animales han desaparecido", añade el cabeza de esta familia, que ha pasado los últimos siete días en otra casa por la evacuación del incendio.

Vecinos de la zona también están preocupados por los animales, aunque esperan que todos fueran trasladados a sitios seguros. De momento, el olor a quemado impregna el ambiente en esta vuelta, con una temperatura en ascenso."Estábamos preocupado, aunque nos habían dicho que la casa estaba bien. Pero, fuerte desastre", sentencia el vecino, mientras su esposa lamenta los daños dejados por el fuego.

En el barrio de El Hornillo de Agaete, a unos kilómetros de este pago rural de Gáldar, un retén de la patrulla 5 de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria espera que un helicóptero lance agua para terminar de ahogar el humo que sale de un alpendre con plásticos.

Aunque en un primer momento se temió por la ermita y la casa rural que está justo al lado, ambas han quedado intactas, salvo el alprendre trasero. En cambio, ha quemado frutales y las entradas a las casas-cueva existentes en medio del risco.

"Este ha sido uno de los incendios más duros. Nuestra patrulla y bravo 10 logramos salvar las casas de La Culata de que se quemara. Estábamos en la cola del fuego de Valleseco, y estuvimos por Aríñez, la Cruz de Tejeda y en La Culata en esos primeros momentos", señal su jefe, Rubén Santana, que ya vivió el fuego de 2017 , ada más entrar en el servicio, y al que le acompaña en ese momento Jesús Martín, tratando de poner en un lugar seguro una cabra que quedó aislada y sin comida estos dos últimos días. En estas jornadas críticas han trabajado jornadas de 14 y 15 horas para hacer frente al fuego, y señala con orgullo que se ha formado el actual jefe de Emergencias del Cabildo, Federico Grillo.

Mientras permanecen atentos a las comunicaciones por radio, y la llegada del helicóptero, se adentran algunos vecinos de la zona para ver por primera vez cómo se encuentran sus viviendas.

"Se me ponen los pelos de punta ver cómo está todo". José Manuel Armas está nervioso. Nada más llegar corrió hasta sus cuevas para ver cómo se encontraban. Aunque no ha podido entrar, porque el equipo de emergencia le ha obligado a salir porque esperan del helicóptero. Algunos muros y las plantas exteriores están quemada. Pese a todo, "pensé lo peor". Unos días antes había estado acondicionando el lugar, pero ahora tendrá que ponerse a repararlo otra vez.

Teófilo Martín es otro de los propietarios que se acerca por primera vez al lugar. "Es lo que pensaba encontrar. La puerta está negra, pero parece que la cueva está bien". El fuego si arrasó con todo el cañaveral, mientras enseña imágenes de helechos y otra vegetación verde hace unos días.

Y nuevos visitantes llegan a El Hornillo, inquietos aunque todo hacía pensar que pudo haber sido bastante peor. Junto a ambos, Julián Rosario, Acoidán García, Raúl Cubas, José Hernández y Alejandro Cubas.

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