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Profesional

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Federico Grillo ha sido, sin duda, el protagonista de las ruedas de prensa que han informado puntualmente de la evolución de los incendios que han herido a la Isla en las últimas dos semanas. Frases como "este fuego se niega a morir" o "el ser humano no puede con estas tormentas de fuego", que inciden intencionadamente en el libre albedrío de los elementos, han dejado ojipláticos a los espectadores y lectores que han seguido sus intervenciones. El Gobierno de Canarias y el Cabildo de Gran Canaria han llevado a cabo un ejercicio de absoluta transparencia en la transmisión del minuto a minuto de las llamas; una estrategia personificada en el jefe de Emergencias de la institución insular, que encarna esta vocación de apertura, de hablar claro, sin ambigüedades ni ocultaciones intencionadas. Y ha funcionado. Pero, ¿por qué? ¿Por qué Grillo concita lisonjas unánimes?

Sin duda por la honestidad en la exposición del mensaje, pero diría que hay algo más. Creo que por lo mismo que agradeces cuando vas a una tienda y la dependienta sabe, con solo echarte una mirada, cuál es tu talla; por lo mismo que es una gozada cuando, después de un par de veces de desayunar a una cafetería, el camarero recuerda que tomas el cortado con azúcar morena y una pulga de queso tierno con aguacate; por lo mismo que sientes que se alinean los planetas cuando un profesor logra que el más rebelde pequeñajo se aprenda la tabla del nueve; por lo mismo que respiras en paz cuando tu médica del ambulatorio escucha y acierta con el diagnóstico y te lo explica con paciencia; por lo mismo que se te ponen los pelos como escarpias cuando un periodista presenta los hechos claramente, tras consultar a todas las fuentes; porque son profesionales en sus oficios.

Y es que los hay más o menos eficientes, pero los trabajadores que hacen girar este sobrecalentado planeta son los que saben de lo suyo, pero nunca dejan de aprender; los que no se esconden cuando hay una crisis y la enfrentan con dosis justas de arrojo y reflexión; los que hacen equipo y no se sienten amenazados, sino bendecidos, por el talento. Me reconcilia con la especie que un profesional como Federico Grillo cause admiración, quizá no esté todo perdido.

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