El incendio forestal de Valleseco que comenzó el sábado 17 de agosto y que oficialmente se ha declarado por controlado este lunes, 26 de agosto se traduce en siete días de fuego, diez municipios afectados, 12.000 héctareas de las cumbres y medianías grancanarias quemadas e historias de pérdidas que tienen nombre y apellido.

En Artenara, en el barrio de Coruña, la vivienda habitual de María Antonia Boza y Francisco Ramos ha quedado reducida a cenizas. El hogar del matrimonio tiene más de cien años de vida y una reforma reciente de 80.000 euros cuyo resultado final ha sido liquidado por el fuego. No hay ni un solo espacio que no haya sido tocado por las llamas, desde el baño hasta las tres habitaciones, la cocina, un salón, un altillo donde guardaban las herramientas y parte del solárium del que dispone en la terraza. El matrimonio tendrá de vivir en casa de sus hijos hasta que lleguen las ayudas públicas con las que tienen la intención volver a rehabilitar la casa. Esa espera, María Antonia Boza la hará en la puerta de su casa. "Yo no me voy de aquí ni aunque la casa esté quemada. Y si me voy a Las Palmas de Gran Canaria, voy a venir hasta aquí todos los días". "Necesito este espacio, tengo que estar aquí sí o sí", asegura la afectada con mucha convicción. "

Otra casa pasto de las llamas de Artenara se encuentra en Lugarejos. Se trata de la segunda residencia de Ana Cubas. Una casa cueva en la que explotó una bombona con la llegada del fuego. La peor parte se la ha llevado el patio exterior y varias infraestructuras que han quedado derruidas. Sin embargo, los aposentos y la cocina, aunque en algunas zonas aparecen quemadas, en su mayor parte solo parecen estar afectadas por el hollín . También han desaparecido los recuerdos en forma de imágenes. "Mi padre era feliz cuando lo llevaba a la casa de Lugarejos, porque allí se casó y tuvo a sus catorce hijos", cuenta Ana Cubas, a quien ahora acompaña la familia y muchos amigos que se han mostrado dispuestos a ayudarla a recoger los escombros.

Francisco Javier González es uno de los vecinos de Gáldar más dañado por el fuego. Las llamas no solo han acabado con su hogar, también con su sustento económico. Y es que Francisco es el propietario de la quesería Cortijo de Galeote. El incendio se ha ensañado con las infraestructuras, la vivienda y parte de sus cultivos ecológicos. "Cinco años sin coger un día de vacaciones y, ahora que estábamos cogiendo resuello, el fuego nos entierra otra vez", lamenta Francisco Javier González, su propietario junto a Tania Rivero. La pareja cuenta en estos momentos con unas 200 ovejas, que se alimentan en gran parte de los pastos naturales de la zona de Fagajesto.

Además, explotan una finca de unos 15.000 metros cuadrados, en el que cultivan productos ecológicos, donde no faltan las papas, calabacines, millo y cebollas. Y, para sacarlo adelante, hace un año acometieron una fuerte inversión para instalar las tuberías para el riego.

Pero el incendio ha supuesto un duro golpe. El fuego derritió un tubo, llegando a un termo de gas, que causó una deflagración. La explosión se llevó la casa que tienen alquilada junto a la zona de fabricación del queso, así como dos ordeñadoras prestadas, la máquina para envasar quesos al vacío, estanterías, una secadora, muebles, el televisor y otros enseres, además de tumbar un enorme techo metálico, que ha dejado el lugar inhabitable.

A esto se suma la imagen casi bélica del baño, que estaba al lado del sistema que saltó por los aires. Y la cara tiznada de las paredes de las habitaciones, así como del exterior, en el que ser observan múltiples cristales rotos por el suelo y todo tipo de objetos ahora inservibles arrinconados en unos y otros rincones.

Parte del inmueble se encuentra apuntalado, por el peligro de derrumbe total, y garantizar la seguridad de quienes se mueven por el lugar.

A este desastre se une los daños en los cultivos y en las tuberías del riego, que se han derretido por el fuego. Aunque es pronto, Francisco Javier estima que los daños pueden superar los 20.000 euros, ya que tan solo reponer el riego supone tres cuartas partes de esa cantidad.

En esta situación trágica, la quesería Cortijo de Galeote ha recibido numerosas muestras de apoyo y cariño para animarles a seguir adelante en estos difíciles momentos.

Y no solo de palabra. Un amplio grupo de familiares y amigos, donde no faltan compañeros del equipo de fútbol del Saucillo, se han remangado en las últimas horas las mangas para reubicar a las ovejas tras vallar un improvisado alpendre cerca de Lomo del Palo, recoger las lecheras, el material para ordeñar y otras infraestructuras, y comenzar el traslado a la nueva vivienda que le han prestado a unos pocos kilómetros del Cortijo de Galeote para poder seguir adelante con el negocio.

Maurio Bordón es otra de las víctimas conocidas del fuego. Jubilado, vive a caballo entre Vecindario y su finca del barrio de La Degollada de Tejeda, adonde llegó el fuego la tarde-noche del lunes 19 de agosto.

El alpendre y el sistema de riego han quedado calcinados. El jueves, tras abrirse la carretera, subió con el resto de la familia para empezar a limpiar el hollín de la vivienda, que escapó de las llamas por solo unos metros, y evaluar los daños en la finca. Eso le hace perder el sueño, confesó ayer, porque las ayudas que se prometen a los damnificados "llegan tarde o no llegan", y ademas obligan a una largo papeleo en las administraciones para justificar los daños

A simple vista, Bordón ha perdido el tractor, tres carretillas, todos los aperos de labranza y más de 2.000 metros de mangueras, que fueron las que propagaron el fuego por todas sus tierras. Aún se pregunta como pudieron derretirse los tres bidones de 1.000 litros cada uno si estaban llenos de agua.

La reconstrucción total de la finca "será imposible sin esas ayudas", alega, pero no se rinde y ya está pensando en plantar algunos sacos de papas y en recuperar las parras. Salvo un limonero que se chamuscó, los demás árboles frutales se salvaron. En el patio de la casa, desde el que ve el Roque Roque y el Bengayga con solo girar el cuello, también se lamenta porque por la finca rondaban numerosos gatos y solo ha visto a dos.

En el barrio de El Sao, en la zona alta de El Valle de Agaete, el fuego se cebó con una vivienda, cuya identidad del propietario se desconoce por el momento. En esta vivienda se desplomó parte del techo, dejando un agujero. Cristales rotos y ventanas quemadas muestran los desperfectos. Pero no es el único daño. Naranjas, higos y otros frutos están 'derretidos' por el calor. Pero también se ha llevado por delante numerosas cañas y malas hierbas de los exteriores. Así como parte de las infraestructuras, como el riego, bidones para el agua, y hasta racimos de plátanos a punto de cortar.