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"Lanzarote pasó del caos al silencio absoluto"

Los vecinos del barrio vallesequense recuerdan con angustia el desalojo de sus casas, una situación que definen como terrorífica

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Incendios: Vecinos del Barranco de Crespo, Valleseco

Terrorífico. Es la palabra que utilizan algunos vecinos del barrio de Lanzarote, en el municipio de Valleseco, para definir la situación que vivieron cuando vieron asomarse las llamas en la loma de la zona alta de la localidad y tuvieron que ser posteriormente evacuados por el humo. "Los vecinos salieron a la calle alarmados, fue un caos, pero al volver el barrio había pasado del caos al silencio absoluto, no se escuchaba nada", explicó ayer Juan Arencibia, vecino de la zona, al recordar cómo vivió la primera evacuación a la que se ha enfrentado Valleseco.

Valsendero, Madrelagua y Lanzarote fueron los primeros barrios evacuados de este municipio tras iniciarse el 17 de agosto el segundo gran incendio que sufría la isla de Gran Canaria en apenas una semana."Se veía una humareda tremenda y todo el mundo se alarmó porque nunca había pasado nada similar aquí", explicó Juan Arencibia, "antiguamente se limpiaban los terrenos y se cultivaba en ellos, así que era muy raro que llegase un incendio, por eso nadie se creía lo que estaba viendo, era una situación que parecía de película".

El incendio, que el Gobierno de Canarias dio este domingo por controlado y que arrasó con más de 9.200 hectaréas de monte, obligó a desalojar a los vecinos hasta el casco de Valleseco primero y hasta el polideportivo del municipio de Teror posteriormente. Juan se marchó a la localidad de Firgas, donde dispuso de una vivienda familiar. Pero antes se acercó a la casa de su hermano para refrescar los terrenos que rodean la vivienda. "La gente se pensaba que sería ir y volver, pero pasamos fuera de nuestro barrio tres días", relató. El martes pasado pudo regresar para alimentar y ordeñar a sus animales.

Acostumbrado a escuchar de fondo al tráfico a los animales que los vecinos de las zonas tienen en sus fincas, a Juan le impactó la calma que respiraba Lanzarote cuando volvió para atender a sus animales. "Lo más curioso es que no se escuchaba nada, se me ponía la piel de gallina; tan solo se oían los helicópteros muy lejos", señaló este vecino de Valleseco.

Casi el mismo silencio reinaba ayer en todo el barrio de Lanzarote una semana después de que los vecinos volvieran a sus casas. De fondo, solo perturbaba el ambiente el balido de las tres ovejas que Israel Salvador Pérez Arencibia, conocido por sus vecinos como Boro, tiene en los terrenos colindantes a su casa. A sus ochenta años, Boro vivió el desalojo de su vivienda "con mucha angustia y muy asustado". Era la primera vez que este octogenario abandonaba su casa por la amenaza que suponía la llegada del humo proveniente del incendio.

Permaneció en casa de uno de sus hijos durante tres días hasta que pudo volver el pasado martes a la suya. "Pero yo me hubiese quedado y según hubiese llegado el fuego me había escapado por un lado o por otro", afirmó ayer. Y todo, porque Boro mantiene limpias las parcelas que rodean su vivienda y se consideró seguro de que el fuego no llegaría hasta ella. "Todos los años limpio los terrenos y cuando llega el mes de agosto los tengo aptos para plantar", relató, mientras alimentaba a sus animales, "así me evito muchos problemas".

Dados los cuidados que ofrece a sus terrenos, este vecino del barrio de Lanzarote criticó la situación de extremo abandonado en que se encuentra el campo grancanario, cargado de maleza, situación que supone que el suelo se convierta en auténtico combustible para las llamas. "Antes se recogía la pinocha para los animales, pero ya la gente no hace eso y se ha acumulado", razonó, "en la zona norte y del centro de la isla de Gran Canaria va usted por las carreteras y en las orillas se encuentra una gran cantidad de pinocha y eso prende con mucha facilidad, con un simple cigarrillo".

Durante los tres días en que Israel Salvador Pérez Arencibia permaneció evacuado, los responsables del operativo de seguridad solo le permitieron acceder una vez a su vivienda para alimentar y ordeñar a sus animales. "Me dejaron pasar cinco minutos, todo muy rápido, solo para ponerles la comida y ordeñarlos y marcharme otra vez corriendo". Con la leche que Boro extrae de sus animales elabora queso para el consumo de sus familiares.

"Respiré tranquila"

Desde el minuto uno en que se declaró el incendio de Valleseco, las grandes columnas de humo que generó pudieron observarse desde todos los puntos de Gran Canaria. Natalia Rodríguez estaba en el sur de la Isla cuando vio la humareda. "Enseguida llamé a mi familia en Valleseco para saber qué ocurría y me puse a mirar las noticias", contó esta vecina de Lanzarote, "y me subí rápidamente para Valleseco porque quería saber cómo estaban mi casa y mis animales".

Como gran parte de los vecinos de su barrio, Natalia se pasó horas en la azotea de su casa mirando las llamas que sobresalían cada vez más por la zona alta de Lanzarote. "Muchos vecinos salieron a la carretera, estábamos todos muy nerviosos, esto era un absoluto caos", manifestó, "lo que nunca se ha visto aquí, se vio esa noche, el fuego era feroz".

La altura que tomó el fuego hizo que la cumbre y el cielo se tornaran de color naranja. "Veíamos primero las grandes llamaradas, luego solo humo, pero al minuto volvían a aparecer las llamas; estábamos desalados". Era la primera vez que el municipio de Valleseco se exponía a una evacuación y Natalia solamente sintió nervios. "Cuando me dijeron que teníamos que ser desalojados me puse más nerviosa aún y me eché a llorar", señaló. Antes de acostarse a dormir y de saber que tendría que ser evacuada, Natalia ya había dejado preparada una mochila con ropa y artículos de su hija pequeña.

Natalia y su familia sabía que los evacuaban por el humo, pero temía que un inesperado giro del viento adentrase el fuego en el valle donde se localiza lanzarote y llegase a su casa. "Cuando volví y vi que todo estaba bien respiré tranquila", dijo.

Lo mismo hizo Juan Pérez, de 72 años. Asustado, sabía que lo expulsaban de su casa "por mi bien". "Nunca había vivido nada así y me sentí mal cuando me sacaron de mi casa", contó. Lo evacuaron cuando terminaba de cocinar un almuerzo que no se pudo comer. Primero se fue a casa de un familiar, de la que también fue evacuado, y luego a Teror. "Allí nos atendieron de maravilla, pero uno siempre tiene la preocupación por su el fuego alcanza la casa". Pero escapó. "Da pena ver el campo así", pensó al volver.

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