El fuego deja una estela de damnificados. Los ayuntamientos y otros organismos públicos continúan haciendo un recuento de los costes económicos del gran incendio forestal de Gran Canaria. Los daños han sido cuantiosos.

Pero, al mismo tiempo que los últimos retenes permanecen trabajando para extinguirlo, muchas familias hacen su particular repaso de los daños sufridos. Más allá del tema económico, muchos de los afectados sienten la impotencia de haber perdido parte de su vida, aquella que labraron durante años en busca de una vida mejor.

Nicasio González contiene las lágrimas como puede. Ha sufrido mucho en las últimas horas, y apenas ha podido expresar sus verdaderos sentimientos al comprobar el estado en el que ha quedado esta zona, denominada Los Llanos de Clemente.

Observa la casa-contenedor totalmente calcinada que había levantado su hija en un solar lindante con su vivienda. Su casa escapó del fuego, salvo algunos matos y redes de riego, pero no esta otra. No ha sido el único caso en este pago rural de Lomo del Palo de Gáldar, donde el suceso ha hecho mucho daño. Y es que el paso del fuego no fue homogéneo, sino que su sello de identidad fue dando saltos.

La casa estaba completamente equipada. Pero ahora parece que ha sido víctima de un conflicto bélico y de alguna explosión. Algunas chapas que sirven de pared están en el suelo y otras dobladas por el intenso calor que debieron sufrir. Ni siquiera queda ya la base, dejando solo un gran esqueleto, del que no se podrá aprovechar casi nada. La madera está quemada, y solo el porche para pasar los ratos de ocio se ha salvado gracias a que se construyó con piedras.

A su lado, y en el mismo solar, se encuentra otra casa de similares características, aunque parece que el daño ha sido solo exterior. Hormigoneras y mangueras quemadas son ahora objetos inservibles.

Este jubilado está a punto de cumplir 81 años. Y no esconde su frustración y disgusto porque las autoridades no han sabido poner los medios necesarios para vitar este tipo de catástrofes. "Nadie me ha dado nada", recuerda este hombre, que hace un repaso de su vida laboral, casi para pasar al olvido la imagen catastrófica que se encuentra ante sus casi llorosos ojos.

Junto a estas fincas hay otro inmueble donde el fuego hizo mucho daño también, y donde ahora se afanan de reparar.

Lomo del Palo es un reguero de frutales quemados, y senderos por los que no se puede caminar. Las piedras se han caído, y en el interior se amontonan centímetros de cenizas que llevan a cualquier caminante a hundir sus pies.

Encima, ahora toca el momento de tirarlo todo abajo y llevárselo de allí. Las montañas de enseres apostados en los márgenes de la carretera en este pago son muchos, a la espera de que un camión los traslade a un vertedero. Y, con ellos, buena parte de muchas ilusiones. Ahora toca la reconstrucción.