Han pasado tres semanas desde que se diera por estabilizado el último incendio que asoló la isla de Gran Canaria y que calcinó alrededor de 9.200 hectáreas y obligó a evacuar a cerca de 10.000 personas. Atrás quedaron semanas de angustia y lucha contra el fuego y ahora llega el momento de reflexionar sobre lo ocurrido y aportar ideas para evitar que vuelva a suceder. Ante ello, Fátima Campos, doctora en Ingeniería del Terreno y máster en Gestión Ambiental, propone que "las variables economía, sociedad y medioambiente encuentren consenso", de tal manera que se dé respuesta "a un problema complejo" como son los incendios forestales a partir de una solución "multidimensional".

Con esa idea en mente, considera que la economía circular aplicada a la materia orgánica, la revalorización del mundo rural y la educación están en la base de toda actuación y gestión sostenible del medio, cuestiones que, a su vez, ayudan a prevenir incendios forestales. "La materia orgánica necesita cerrar su ciclo en el territorio", expone Campos.

Explica que tanto el residuo orgánico que generamos como el material leñoso se pueden utilizar para compostar y fertilizar el suelo y que, al mismo tiempo, los agricultores, cuando también poseen ganado, pueden utilizar esos mismos residuos para dárselos a los animales.

"Se trata de aplicar la economía circular a la materia orgánica", afirma, y añade que se trata de "un modelo económico que ahora está de moda, pero que al final es aprender de la naturaleza: no genera residuos, todo son recursos". La experta entiende que los residuos orgánicos, así como la materia seca que hay en los montes, deben recuperar el valor que antaño tenían, pues de esa manera se contribuye a limpiar el campo y, al mismo tiempo, a generar economía.

En este sentido, hace referencia al ingeniero forestal Ferrán Dalmau, quien en 2016 advirtió que "Gran Canaria podría sufrir un gran incendio por la pérdida de valor económico de la vegetación seca", recuerda.

En referencia a ello, la experta habla de la realidad que se vive en lugares como Burgos y Soria, donde personas desempleadas han sido contratadas para limpiar el monte y donde se lleva a cabo un modelo de gestión del medio participativa y sostenible. "Es lo que se llama 'la suerte de los pinos'", comenta.

Campos explica que se trata de un modelo tradicional de conservación de los montes y aprovechamiento de los recursos forestales que "existe desde el siglo XIII, desde 1288". Allí, las administraciones públicas tienen la propiedad de los bosques, que delegan en los técnicos forestales el estudio de los árboles que deben ser talados para luego labrar y sembrar en el lugar que ocupaban. En torno a ello, se crea todo un entramado económico que termina revirtiendo en las personas que habitan en los pueblos de la zona.

Otra idea en esta línea, defiende, es otorgar un complemento económico a los municipios que tengan superficie boscosa, debido a que actúan como sumideros de carbono. "Los bosques captan dióxido de carbono de la atmósfera y generan oxígeno", expone. "Si les damos un beneficio por ello, podrían aumentar su masa forestal", argumenta. Además, asegura, sería una manera efectiva de reducir la huella de carbono de Gran Canaria y de incentivar la reforestación.

Revitalizar las zonas agrarias son otra de las cuestiones que la experta considera como prioritarias de atender. Respecto a ello, propone la recuperación de los cultivos en la Isla y advierte que "tenemos más de la mitad del suelo cultivable abandonado y nos dedicamos a consumir productos de importación".

Bajo su punto de vista, existe una idea equivocada sobre la gestión de los recursos que poseemos en el Archipiélago. "A nivel energético y alimentario dependemos innecesariamente del exterior", asegura. "Los políticos se dedican a demandar subvenciones diciendo que somos un territorio de la ultraperiferia, cuando en realidad somos un territorio privilegiado con una gran cantidad de recursos naturales y de conocimiento humano", explica.

Por último, Campos sostiene que la educación, tanto formal como informal, es básica como solución al problema de los incendios forestales y que, sin ella, no habría nada que hacer. "No vale plantar un árbol y marcharse", expone. Hace falta concienciación y sensibilización en la materia, así como "hacer campaña para cuidar los ecosistemas forestales", concluye.