Antonio Cardona Sosa falleció ayer en Las Palmas de Gran Canaria a los 86 años. "Fue un abanderado de la canariedad", como lo definió certeramente el periodista Amado Moreno, compañero suyo en la redacción de Diario de Las Palmas desde los años 70. Cardona era un periodista todoterreno y autodidacta, todo pasión, muy impulsivo y singular, con mucho carácter y un temperamento férreo. Veterano desde la época de Andrés Ruiz Delgado cuando dirigía el diario, fue pasando por las manos de varios directores, prácticamente hasta su desaparición como periódico vespertino y su fusión con LA PROVINCIA.

Era un hombre polifacético. Cazador y experto en los perros de raza canaria. "Escribía como hablaba en las antiguas máquinas de escribir del periódico y luego corregía el texto en papel a bolígrafo", según recordaban ayer algunos de sus antiguos compañeros. Durante esa etapa trabajó en el equipo de redacción del suplemento de humor 'El Conduto', dirigido por Eduardo Millares Sall, entre 1968 y 1980. Todos lo recuerdan como un tipo singular, de gran personalidad y con muchas inquietudes.

"Trabajaba como administrativo en una empresa comercial en Triana relacionada con África, pero por las mañanas estaba a primera hora en la redacción para escribir y entregar sus originales", expresan sus conocidos, que también destacan que descansaba poco. Asimismo, tocaba muchos temas de la geografía y la naturaleza canarias, especialmente la caza (firmaba con el seudónimo Perdicero), y de los deportes, con especial incidencia en el baloncesto, cuyas crónicas firmaba como Pívot, aunque tampoco desdeñaba otras modalidades como el fútbol.

Su compañero Amado Moreno recuerda especialmente dos trabajos destacados del fallecido escritor en el periódico: la entrevista a Henri Charriére, autor de la novela biográfica Papillon, y sus artículos sobre el biólogo alemán Gunter Kurkel, que estuvo en Canarias en el Jardín Canario estudiando la flora de las islas.

Fue un amante de la naturaleza y de las tradiciones canarias, ecologista, escritor, cazador, árbitro nacional de baloncesto (además de apasionarle jugar a este deporte) y estudioso de todo lo canario. Durante toda su vida fue un defensor del medio ambiente de las islas y tenía un profundo conocimiento de la fauna y vegetación del archipiélago. Sobre esta temática, de la que era un experto, escribió varios libros y también estuvo inmerso en el movimiento ecologista canario pues formó parte de los fundadores de Ascan (Asociación Canaria de Defensa de la Naturaleza), la segunda asociación de su género más antigua de España y la primera de Canarias.

"Hay algunos románticos, bohemios, amigos de la naturaleza que quisimos hacer un centro de protección de la flora canaria en 1967, pero aquello no culminó porque se traspapelaron los papeles de los estatutos y se perdieron en los despachos. Al final formamos Ascan con gente de todas las clases y la asociación ocupó un lugar fundamental en la educación ambiental a través de la denuncia y en las acciones para defender nuestra naturaleza, nuestra tierra", decía en el 40 aniversario de la fundación, que comenzó como un centro de protección de la flora isleña y dio el paso como asociación tres años más tarde.

En aquella época fue el boom del turismo y se empezó a disparar la construcción en el sur. "Aquellos edificios en aquel momento podían haber sido necesarios, pero empieza a marcharse la gente para el sur y a trasladarse las viviendas. No oyeron a los que decíamos que había que hacerlo compatible, lo que hoy se llama el desarrollo sostenible. Teníamos que hacerlo compatible con el entorno, con la preservación del medio. Hacer las cosas bien en el sitio adecuado sin comer terreno indebidamente".

Hay un elemento que precipita la reacción ya de un grupo de gente. "Y es que nos estamos comiendo, cementando y arrasando el sur, levantando los hoteles a trote y moche, las urbanizaciones crecen de forma desaforada, y eso empieza a producir un interés por la tierra y el espacio, la transformación de los tomateros y las aparcerías. A dónde vamos a parar si esto sigue así. Lo que era algo muy bello se convirtió en asfalto. Tenemos que convivir con la naturaleza, la agricultura, el campo y los animales. Era natural y se cogía lo que se podía coger y se respetaba el campo", señalaba el periodista.

La construcción en el Sur

"Hoy se puede defender la naturaleza amparándose en la ley. Asacan hizo una gran labor, ayudado incluso por gente que estaba en las administraciones pero que no querían figurar. Se evitó un hotel en Tamadaba y un funicular en Las Nieves", reflexionaba. "¿Cómo se va a poner un hotel en las dunas de Masalomas? Nosotros hicimos que el hotel Dunas no se pudiera levantar", aseveraba.

Cardona provenía de una destacada familia socialista ya que su padre y su tío fueron relevantes e históricos militantes, a los que el PSOE rindió homenaje. Cuando Alfonso Guerra venía a Canarias en los años 80 visitaba a sus ascendientes. "Tenía una vida algo caótica y muy libre. Iba a su bola siempre y tenía una gran personalidad", expresan sus allegados. Asimismo, según detallan, también tenía un carácter muy fuerte y difícil, bastante misántropo, y al final de su vida se refugió en el monte y la cumbre. Era un hombre solitario y singular con mucha personalidad al que se le podía ver muchas veces comer solo en los bares de la ciudad, aunque se dejaba querer por todos.

En su faceta de escritor publicó varios libros sobre la cacería. Entre ellos, el perro majorero. "El perro majorero no luce, pero es un animal extraordinario", decía Cardona Sosa. "Se desconoce o no se le da valor a que existe una variedad de animales domésticos importantes, razas reconocidas, y creo que es necesaria su divulgación. Hay 21 razas reconocidas en España y del majorero en concreto no había ninguna publicación específica, sólo en enciclopedias y artículos de revistas y prensa", declaraba emocionado. También tenía buenas palabras para el podenco canario, del que decía que "esta raza, especializada en la cacería, era conocida a nivel popular como perro cazador. Poco a poco fue difundiéndose su existencia y creció el interés por la misma, dentro y fuera del Archipiélago. Es un hecho que, después de tanto tiempo, en los 80 se reconoció a nivel nacional e internacional".