La psicóloga forense que trató el caso del niño presuntamente abusado sexualmente por su vecino en Agüimes sostiene que la versión del pequeño es coherente y coincidente en todos los casos en los que se le ha tenido que tomar declaración sobre los sucesos acaecidos en el verano del 2016, cuando la víctima tenía siete años.

Durante la sesión judicial que se llevó ayer contra A. E. H., de 66 años, el procesado se declaró inocente ante el magistrado ponente, Pedro Herrera, en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Las Palmas y añadió que "no sé por qué me han denunciando ni el afán que tienen para inventarse todo eso", en referencia a la acusación y confesó que mantenía una relación íntima con la madre que defiende que podría haber derivado en esta situación. La defensa alega que la acusación del supuesto abuso se debe a un acto de resentimiento por la relación de su madre con el procesado o por inducción de los progenitores del pequeño. La acusación pide once años de prisión y una indemnización de 6.000 euros.

Según el relato de acusación de la víctima, los hechos ocurrieron durante el mes de julio de hace tres años. El pequeño concurría ocasionalmente el domicilio del acusado para jugar a videojuegos solo, con él o con sus hijos. "En ocasiones yo lo acompañaba para charlar o tomarme un café, pero en otras ocasiones iba solo porque yo iba a pasear al perro o hacer otros recados", explicó la madre del menor, negando en todo momento la supuesta relación íntima que alega el procesado.

Asimismo, continuó su testimonio explicando que su hijo había confesado los hechos durante una jornada en la piscina de la casa de su abuela. "Estaba en la piscina y le llamé para que viniese a comer; le quité el bañador mojado y empezó a tocarse sus partes", explica la madre de la víctima. "En ese momento le pregunté que por qué hacía eso, y me explicó que A. E. le había dicho que era bueno para que creciera 'su palomita'", explica la madre de la víctima. Tras este suceso, el menor acabó confesando que el acusado le había practicado varias felaciones en su domicilio, cuando acudía para jugar durante el verano y en el momento en que ambos estaban solos.

Sin embargo, tanto el procesado como los testigos que testificaron a su favor sostienen que durante el tiempo en que transcurrieron los hechos no era posible que se diesen circunstancias en las que ambos no estuviesen acompañados "pues la casa siempre ha sido un hervidero, nos pasábamos mucho tiempo los hermanos allí jugando a la play e invitando a gente", explica uno de los hijos del acusado. Asimismo, tanto él como su hermana (que también testificó ayer en la sesión judicial) sostienen que vieron cómo su padre besaba a la madre del menor "e incluso nos alegrábamos de su relación, aunque ella estuviese casada, porque veíamos muy feliz a nuestro padre, que recién acababa de divorciarse de nuestra madre", aseveran.

Por otro lado, la perito descarta que pudiera haber algún grado de influencia sobre el pequeño porque "su relato es coherente, coincide con los hechos manifestados y además se realiza de forma espontánea; no tiene signos de trauma porque no interpretó los hechos como algo negativo, sino como un juego que realizaba con una persona de confianza", sostuvo la psicóloga, que además resaltó que el niño había mostrado síntomas de preocupación por su familia. "Le preocupaba que su abuelo se enterase porque podía subirle el azúcar (al ser diabético), y eso denota un afán de protección a la familia", explicó la psicóloga.