El acusado de matar a su hermano con una catana en junio de 2017 en Arguineguín aseguró ayer, durante la primera sesión del juicio celebrado en su contra, que la víctima se clavó sola el puñal tras abalanzarse sobre él con el fin de derribar la puerta de la vivienda del procesado.

José Antonio González declaró ante el juez de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas, José Luis Goizueta y el jurado popular, que su hermano Luis Jorge González, tres días después del fallecimiento de su madre, se apostó en un banco afuera de la vivienda del procesado y le espetó que era un "borracho y mutilado", ya que padece de artrosis degenerativa.

"Yo estaba viendo televisión cuando escuché los gritos, me asomé al balcón y le pedí que se callara porque parecía un circo, pero me respondió que, o salía de la casa o venía y me mataba", aseveró. "Le hice caso omiso a sus amenazas hasta que empezó a aporrear la puerta y mi esposa se asustó, debido a eso yo decidí bajar para pedirle que se calmara", manifestó el procesado.

Posteriormente, según relató el encausado, al bajar intentó mediar con su hermano, por lo que abrió la puerta del domicilio pero este le atacó con un objeto y le causó una herida. "Una vez que me golpeó en la mano yo intenté cerrar la puerta, cogí lo que tenía cerca, que era la espada que estaba de adorno para enseñársela y asustarlo, pero con la mala suerte que se le cayó la funda y él se echó encima y se enterró contra ella en la axila izquierda", aseveró. "No me di cuenta de que la espada estaba sin forro", indicó González.

En un principio, relató, pensó que solo "había pinchado" a su hermano, así que subió hasta su piso y le dijo a su esposa que ya la policía vendría por él porque apuñaló a la víctima. "Una vez que me asomé a la ventana lo vi tendido en el piso y con los agentes a su alrededor", apuntó González.

Fue la policía la que le dijo al encausado que mató a su hermano, expresó González, y en ese momento relató que reconoció los hechos y que hubiese preferido ser él "quien estaba muerto". "Mi hermano tenía dos objetos en las manos, yo le tenía pánico, además nos había amenazado a mis hermanas y a mí", reveló el encausado. Asimismo, explicó que el fallecido era violento, "cuando una de sus hija tenía seis años, la cogió por el cuello y la estaba ahorcando, casi la mata, la soltó gracias a mis súplicas, ese mismo día su mujer se fue de la casa con las niñas", enfatizó el procesado.

Igualmente, insistió en que se encargaba de sacar a su hermano de los "problemas en los que se metía", ya que siempre le pedía ayuda. Reconoció también que los dos siempre estaban peleando. "Una vez mi hermana le dejó entrar a casa y me hirió con un cuchillo, en otro momento nos atacó a mi padre y a mí con una pistola de balines", afirmó el procesado. "Jamás quise matar a mi hermano, no imaginé que la herida fuese mortal. No sé como terminé metido en esta situación", lamentó entre sollozos.

Cocaína, porros y whisky

El hombre admitió que el día de los hechos había consumido "medio gramo de cocaína, un par de porros y una botella y media de whisky", algo que, además, "hacía a diario".

Una vecina de los hermanos resaltó que el día del suceso llegó a su vivienda y se encontró a la víctima sentado en un banco que esta afuera de la casa del investigado junto a su perro, una mochila, una caña de pescar y una cerveza en la mano. La mujer, tras saludar al fallecido, subió a su domicilio y se acostó a dormir pero los gritos de la pelea la despertaron. "Le pedí a Luis (la víctima) que dejara de chillar porque yo quería descansar, él se calmó pero José Antonio bajó y volvieron a pelear", aseguró la testigo.

Asimismo, la mujer declaró que el procesado al bajar le espetó a su hermano "ven que te voy a matar", lo que ocasionó que el fallecido se fuera con la caña de pescar hacía la casa del encausado. "Yo vi que le clavó algo pero todo fue tan rápido que pensé que había sido la caña. Él (la víctima) se puso la mano en el pecho y me pidió que llamara a la policía, yo me quedé en shock y empecé a gritar, tanto que una niña que lo sentó en el banco e intentó ayudarlo, corrió cuando vio la sangre y escuchó mis chillidos", aseveró. "Lo que más me impactó es que él gritaba: dejen que se muera de una puta vez", indicó la mujer.

"Yo dije que algún día pasaría una desgracia", expresó la testigo. Igualmente, relató que era habitual que el fallecido buscase a su hermano a la casa para discutir con él y que cada vez que la víctima consumía alcohol tenía problemas con diferentes personas ya que "le daba por pelear".

Otro vecino de los hermanos aseguró que no logró escuchar si el acusado gritaba mientras su hermano yacía en el suelo ya que él solo se enfocó en socorrer al fallecido. "Salí a la calle porque mi madre me dijo que algo había pasado, me encontré a Luis con la mano en el pecho y le costaba respirar, de pronto le salió un chorro de sangre por la herida y un chico extranjero que pasaba se quitó la camisa y entre los dos le taponamos la herida hasta que llegó la ambulancia", contó el testigo.

La Fiscalía solicitó una condena de 15 años de prisión por el delito de homicidio con la agravante de parentesco, mientras que la acusación particular que representa a una de las hijas de la víctima calificó los hechos como un delito de asesinato y pidió una pena de 25 años de cárcel.

Por su parte la letrada de la defensa, Idoia Mendizábal, requirió la libre absolución al considerar que concurre en el acusado la eximente completa de actuar impulsado por un miedo insuperable y bajo los efectos del alcohol y de sustancias estupefacientes.

En el caso de no ser aceptadas estas circunstancias modificativas de la responsabilidad penal, Mendizábal pidió una condena de seis meses de prisión por homicidio imprudente y de ser considerado homicidio consumado, interesó una pena de cuatro años de cárcel. Resaltó además que en el acusado concurre la atenuante de confesión. El juicio continúa hoy con más testigos, entre ellos las tres hermanas del encausado y del fallecido.