El Pozo de las Nieves, muy próximo al pico de Las Nieves al que da nombre, y que está situado en la máxima altura de Gran Canaria, forma parte en estos momentos de una de las peores postales que se pueden captar en el interior grancanario.

Publicitado por gigantes del turismo como TUI, que ofrece una caminata de dos horas desde el Roque Nublo hasta ese punto, y también escala de la bautizada como Ruta Centro, promocionada por el Cabildo, institución responsable de su mantenimiento, el conjunto de los dos pozos horadados en 1694, el primero, y en 1699 el segundo, por orden del Cabildo Catedral de Canarias para surtir de hielo al clero presenta una cubierta totalmente desarbolada y en su interior todo un rosario de basuras, con decenas de latas y botellas e incluso restos de las cañas que antes formaba parte de la techumbre.

Además, las cubiertas de madera que cubrían las barandillas metálicas se encuentran desprendidas, cuando no desaparecidas en el interior de los pozos, y su andamiaje oxidado.

Completa el cuadro el propio cartel en que se detalla la curiosa historia de estos pozos de nieve, en que se tacha la palabra nieve y se sustituye por un 'basura' pintado a rotulador.

Salvador Miranda, director de la Cátedra de Régimen Económico y Fiscal de la ULPGC, es el autor de los libros El oficio de los neveros en Gran Canaria en el siglo XVIII y Los pozos de nieve de Gran Canaria, frutos de una exhaustiva investigación sobre la conservación y el acarreo hasta la capital del hielo en un mundo al que le quedaban varios siglos para descubrir el frigorífico.

En un artículo publicado en LA PROVINCIA en febrero del pasado año describe el primer pozo, el excavado en 1694 con forma de estanque, y "que no tenía techo, sino que se cubría después de colmatarlo de nieve con un manto vegetal que protegiese de la intemperie al frío producto". Mientras que el segundo, construido en 1699, permanecía oculto hasta 1999. Este sí era una construcción con cubierta "a modo de una casa con tejado que resguardaba el gran cilindro de 9,5 metros de profundidad y 6,5 de diámetro. "Una vez que lo localizamos (...) y comenzadas las tareas de rehabilitación financiadas por el Cabildo, optamos por instalar sobre el gran agujero una estructura metálica ligera cubierta con juncos que simplemente recrease la idea de un techo".

El propio Miranda apela a las necesarias obras de mantenimiento dadas las especiales inclemencias del tiempo en la que es una de las zonas más ventosas de la isla, además de soportar en según qué años copiosas lluvias y nevadas, pero la interacción de todo ello con el vandalismo de algunos visitantes y la falta de atención han convertido el referente histórico en un lugar que deja malparada la imagen de uno de los principales pasos de visitantes y locales.