El váter, el lavamanos, la bañera, el termo, las lámparas, la lavadora, los muebles de la cocina, los sofás, las estanterías, las puertas, las camas los enchufes y hasta las plaquetas del suelo y los azulejos de la pared. Nada escapó a la ira de un inquilino que ha sido desahuciado del piso en alquiler en el que vivía por impagos.

Y es que antes de marcharse decidió dejar un desagradable recuerdo a su arrendadora: destrozó su vivienda a martillazos, dejando absolutamente toda la casa inservible y ocasionando un escenario bien parecido al derrumbe de un edificio.

La propietaria de la vivienda, ubicada en Cruce de Arinaga, en el municipio de Agüimes, ha explicado que su inquilino le aseguró que era piloto de aviación y que contaba con una nómina elevada para hacer frente a los gastos derivados del alquiler. De hecho, en el momento de arrendar el inmueble abonó el primer mes y la fianza correspondiente, pero al segundo mes se sucedieron los impagos.

Fue entonces cuando denunció los hechos y el Ayuntamiento de Agüimes dictó una orden de desahucio contra el inquilino, que no aceptó esa resolución y la emprendió a golpes con el mobiliario de la vivienda.

En declaraciones a la agencia Atlas, la propietaria de la casa, quien prefiere mantener su anonimato, ha explicado que en ella, junto a todo el mobiliario destrozado ha encontrado numerosas jeringuillas, petacas de bebidas alcohólicas y colillas de cigarrillos. La mujer ha valorado la larga lista de destrozos en una cifra que alcanza los 50.000 euros.

La arrendataria afectada por los destrozos provocados por un inquilino incívico tiene que vivir ahora en la casa y no se marcha porque, asegura, tiene miedo de que su ausencia y con la casa vacía tome el turno algún perspicaz y de sufrir los daños pase a sufrir las consecuencias de una ocupación.