Las primeras lluvias recibidas estos días en el pueblo de Tejeda, así como en otros centros urbanos, caseríos y diseminados que se encuentran en las 10.000 hectáreas afectadas por el incendio forestal de agosto, han ayudado a limpiar el entorno y han echado una mano a unos servicios de limpieza que desde el pasado agosto se han visto obligados a trabajar a destajo.

Las grandes cantidades de ceniza que se encuentran depositadas sobre el suelo, los tejados y cualquier resquicio se cuelan en las viviendas, especialmente de las casas a las que el fuego ha parado justo en sus paredes o huertos. Es el caso de muchos puntos de Tejeda, del que no escapan sus calles principales.

Ezequiel Rodríguez, concejal de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Seguridad y Emergencia, afirmaba ayer tras un buen chubasco de mañana, que en las últimas semanas se había intensificado la suciedad en las casas y calles de la localidad, a cuenta de fuerte viento que ha soplado en el municipio durante días, creando una "gran incomodidad" a la población, colándose por todos los recovecos, y sin olvidar las molestias que produce en los ojos.

De estos días previos a estas garujas, Fina Suárez, propietaria del hotel rural Fonda de la Tea, asegura haber sacado kilos de polvo de su establecimiento, sobre todo en las jornadas del pasado puente por el Día de Todos los Santos con las aspiradoras a pleno rendimiento. "Limpiabas los salones, las habitaciones, y otra vez el suelo volvía a quedar lleno de ceniza, además de dar un fuerte olor a quemado, y que ahora con las lluvias ha ido mermando", afirma.

Lo mismo le ocurría a vecinos de lugares como El Espinillo, que reportaban la formación de remolinos en las horas de mayor viento y que arrastraban grandes cantidades de polvo negro, algo que también se producía en barrios como La Solana, El Chorrillo o El Rincón, lo que ha obligado, recalca Rodríguez, "a una lucha constante" al personal municipal y a los propios residentes para retirar los residuos que se cuelan por "todos lados".

En el interior de los pueblos, a pesar de la continua limpieza de calles y espacios públicos, las cenizas permanecen en los techos y espacios inaccesibles, de ahí que estas precipitaciones que han dejado algunos aportes de importancia en los últimos días hayan ayudado a mejorar el ambiente.

Ayer se registraban en Cruz de Tejeda más de 16 litros por metro cuadrado, eso sí, aún con vientos de hasta 70 kilómetros por hora, mientras que en el pueblo el acumulado en los últimos días de lluvia ya superan los ocho litros, una cantidad mucho más discreta, pero muy efectiva.

Sobre todo porque, como apunta el concejal de Medio Ambiente, "el agua tiene que caer muy poco a poco para que se vaya disolviendo", apuntando a un problema que califica de "muy serio" en caso de que las precipitaciones caigan de forma torrencial.

Carlos Velázquez es coordinador Forestal del Servicio de Medio Ambiente del Cabildo y técnico de la Unidad Operativa de Fuegos Forestales.

Y en este aspecto, Velázquez explica que en caso de lluvias muy fuertes todo el aporte de nutrientes que contienen las cenizas se perderían del suelo que lo contiene en presas o en el mar.

Detalla que "la ceniza es todo abono. Es lo que la planta ha absorbido de la tierra en forma de madera, corteza y hojas, y que de pronto por el fuego se descompone y pasa a sales y otros compuestos. Es decir, todo lo que se biodegrada de forma natural pasa en muy pocas horas al suelo". Se trata de potasio, calcio, magnesio y otros elementos que forman parte de los nutrientes fundamentales para la flora. Mientras que el único que se pierde en la atmósfera es el nitrógeno.

Por este motivo, las lluvias que están llegando estos días, de forma suave, "irán paulatinamente disolviendo esta materia e introduciéndose en la superficie. Al principio es cierto que la tierra no se moja porque es hidrófuga, pero se irá empapando y convirtiendo en abono para la próxima regeneración de la hierba, el matorral y los árboles de mayor porte que empiezan a rebrotar".

Para ilustrar la importancia de este proceso menciona las antiquísimas formas de explotación agrícola en las zonas tropicales, donde se rotura un cuadrante de selva, se hacen las quemas para crear los nutrientes, se planta, y cuando se empobrecía el terreno se dejaba colonizar de nuevo por la vegetación para plantar en el cuadrante vecino. "Cuando había pocos nativos y mucha selva el proceso no le afectaba significativamente".

El mismo sistema, afirma por último, "se emplea desde antiguo para la regeneración de los pastos". Y de momento, la tendencia de estas lluvias suaves parecen mantenerse, o al menos así lo predice la Aemet, que anuncia nuevas precipitaciones débiles o moderadas hasta el lunes, día éste último que incluso podrán ser persistentes en las medianías y cumbres de Gran Canaria.