He tardado unos días en publicar esta reflexión, porque intento que sea lo más sosegada y constructiva posible. Han sido unos meses duros, no sólo para los denunciados, sino, sobre todo, para nuestros entornos. Los hechos son claros y quedan definidos perfectamente en el auto judicial, en el que se desmonta uno por uno los argumentos de Fernando Bañolas, brazo ejecutor, voluntario, de esta artimaña legal con el fin de ensuciar y enlodar una campaña electoral que se acercaba y no con buenos augurios para él y sus compañeros de treta política de ATI. Otros lo pensaron y urdieron el plan, pero él, se prestó voluntario.

Hace unos días, una vez dictado el auto judicial, en el que se deja bien a las claras que no hay ningún indicio de que se haya cometido ninguna irregularidad en la gestión del Gran Canaria Arena, más bien todo lo contrario, que actuamos correctamente regulando algo, que hasta ese momento no lo estaba y tomando las decisiones necesarias para mejorar el uso de la instalación, Fernando Bañolas se defiende diciendo que no apela porque ya no es miembro del Cabildo, es cierto que ya no es consejero, pero la principal razón es que no recurre porque el auto es tan irrebatible y rotundo, que no tiene ninguna posibilidad de que cambie el sentido. En las mismas declaraciones, se queja de que el juez de por cierto mis argumentos, por encima de otros; la verdad suele prevalecer, pero la instrucción, además de en mis argumentos, en lo que se basa es en los informes suscritos por diferentes técnicos, que él, deliberadamente, obvió en su denuncia, de los cuales conocía su existencia y no presentó, porque el único fin que perseguía era el de adulterar unas elecciones, su objetivo no era otro que ensuciar el nombre y la gestión de los denunciados, con el propósito de perjudicar a otro partido político en las elecciones locales de mayo. Durante la campaña electoral lo consiguió, incluso con varias portadas en prensa, aunque el tiempo pone a todo el mundo en su sitio y aunque no podamos volver atrás y hacer una campaña limpia, lo único que pediría es que estas estratagemas y artimañas, basadas en campañas de acoso y derribo no vuelvan a suceder.

Actuaciones de este tipo no tienen cabida en la política (con mayúsculas, la de verdad), esas acciones en las que se busca el beneficio personal a cambio del colectivo y da igual el precio personal o político que se tenga que pagar, esas, en las que para conseguir su objetivo da igual las consecuencias, con declaraciones en las que se ataca sin razón, ni mesura al adversario, todos los instigadores y el ejecutor de esta farsa, si les queda algo de dignidad y vergüenza, se deberían plantear abandonar la política inmediatamente, porque su tiempo y el de sus formas, ya pasó.

Por último, y no menos importante, debería darnos una explicación a todos los que luchamos por un cambio político para Guía, cómo fue capaz de hacerle el trabajo sucio al actual alcalde, sepultando con falacias de cualquier posibilidad de que esa regeneración se llevara a efecto y sabiendo, a ciencia cierta, que el paso que estaba dando le iba a dejar en bandeja la mayoría a Juntos Por Guía, anteponiendo los cantos de sirena y promesas que le llegaban de ATI, antes que el futuro político de Guía. Quien antepone lo individual a lo colectivo no puede seguir ni un minuto más de representante público.

Por lo que después de este tiempo me veo en la disposición y en la obligación moral de solicitar que entregue su acta de concejal y abandone la política, ya que el legado que ha dejado es deplorable. Debemos dignificar la actividad pública, dejando bien a las claras, ahora más que nunca, qué en política, como en el resto de ámbitos de la vida, no todo vale.

Alfredo Gonçalves Ferreira. Exdirector-gerente del Instituto Insular de Deportes de Gran Canaria y concejal del PSOE en la oposición en el Ayuntamiento de Guía