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Moya

José y el aleteo de las mariposas

'Mariposas que suenan y sanan' es un proyecto de la Villa de Moya cuyo objetivo es acercar la música a los domicilios de personas dependientes

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Música a domicilio en Moya

"Esta es una casa de gente pobre, sí, pero de buena gente", da la bienvenida José Santana. Detrás de un edificio de viviendas de diseño moderno se abre la parte antigua del barrio El Frontón. Es temprano y el caminillo de cemento entre árboles frutales conducen a una puerta abierta. Las camas están recién hechas, la alcoba al final del pasillo y varias dependencias más acogen a los invitados que finalmente se sientan en corrillo en el salón. A la comitiva la acompaña una guitarra y unos cascabeles con el sonido de la Navidad. José Santana y su mujer Celia Santana han sido los primeros en recibir un concierto del proyecto Mariposas que suenan y sanan, una iniciativa realizada por el trabajo conjunto de la concejalía de Cultura y de Servicios Sociales de la Villa de Moya con el que se pretende trasladar la música a los domicilios de personas dependientes que, normalmente, no pueden acudir a este tipo de eventos.

José se arranca con tono bajo y quejumbroso una folía, su memoria las recita sin trastabillar y afina el la menor que da la guitarra. "Qué desgraciada es la flor que nace en el cementerio...", canta, y recuerda junto a sus huéspedes los días en que se iba con José Benítez, José Ramos, el hijo de Pepe y alguien más, por ahí a cantarle las serenatas a las muchachas del pueblo. La parranda empezaba y nunca se sabía cuándo terminaba. Primero, se dedicó al cultivo de plataneras en El Cabo y, pasados los años, se dedicó a la albañilería. Por aquel entonces, sus hombros cargaron los bloques con los que construyó la casa en la que hoy descansan y reciben la visita de su bisnieta, hace ya más de treinta años.

A sus 89 años, lo que más le gusta es cantar folías, isas y seguidillas, un repertorio lleno de romances orales cuya protagonista es La flor del cementerio.

El vehículo para la integración es la música, y las manos hacedoras de este encuentro son las de Adriana Medina, profesora de las Escuelas Artísticas y músico de los conciertos. La acción no tiene un presupuesto específico asignado, por tanto, se sustenta de la dedicación del profesorado de las Escuelas. Medina busca las piezas con las que más empaticen los usuarios en charlas previas, así, cuando llegan al concierto sabe con qué se sentirán más cómodos e identificados los protagonistas. De lo que ocurre en estas horas "nos llevamos la mejor parte, vivimos cosas magníficas", admite, "de entrada, las caras y, luego, lo que ellos comparten contigo. Es un proyecto muy gratificante".

"La idea surge como la segunda parte de un proyecto inicial que presentaron las Escuelas Artísticas hace dos años, llamado Música de todos y para todos", explica Octavio Suárez, concejal de Cultura. Los primeros acordes sonaron en el Centro Ocupacional de la Villa de Moya y continuaron en la Asociación de Familiares de Alzheimer AFA Tabaiba. Ahora, con el deseo de continuar esta labor, Silvia Marrero, coordinadora del Servicio de ayuda a domicilio y responsable del Área de Mayores, afirma que la intención es que este servicio llegue a abarcar toda la orografía del municipio. "Hemos empezado hace poco y vamos a intentar abarcar tanto la costa como la zona alta", sostiene la técnica. Se selecciona a los usuarios por el grado de dependencia con el que estén registrados y existen dos grados delineados según el nivel de auxilio que necesite la persona para hacer sus quehaceres diarios.

Es importante destacar que esto no se trata de una sesión de musicoterapia. Elsa Maroto, concejala de Servicios Sociales, indica que "esto es una visita fuera de la ordinario, como la que realiza el técnico, aquí se prioriza el acompañamiento, expresar tus vivencias y anécdotas, que se sientan importantes también".

Entre verso y verso, José se echa unas palabras con el alcalde, Raúl Afonso, que ha preferido quedarse en un segundo plano, con quien tira del hilo de antepasados, nombres y apellidos, parentescos y anécdotas que solo las calles de un pueblo conocen. Y le preguntan a Celia, después de las estrofas picantes, y a la vera de su marido, que si a ella le gusta cantar. No mucho, prefiere escuchar, aunque las confidencias de pareja se airean cuando José, socarrón, chiva que desde la ducha se oye alguna melodía. Llevan cincuenta años juntos y comparten la crianza de tres hijos. "Ahí vamos echando los días para atrás", dicen.

De repente, el silencio se acomoda y reposa entre los asistentes al concierto. "Pasó un ángel", suspira Marrero. El cascabel navideño hace acto de presencia y, entre todos, cantan Campanita del lugar, canta la gente buena, la gente del lugar.

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