El viaje a la Luna llega a su fin y con el alunizaje concluyó ayer la muestra De Maspalomas a la Luna, un recorrido a lo largo de cinco décadas que subrayaba la presencia del municipio de San Bartolomé de Tirajana como enclave de gran importancia para la trayectoria del Apolo 11. La vertiente sur de la Isla fue el primer punto donde la nave tomó contacto después de su viaje. No obstante, algunos finales todavía están por concluir.

En esta ocasión, el descubrimiento de una escultura entre las piezas expuestas ha sido la guinda del pastel. Una pieza de un repetidor de comunicaciones que estaba instalado en los terrenos que ocuparon las estaciones Mercury y Gemini, los cuales se desmontaron cuando instaló la Estación Apollo en Montaña Blanca, se ha transformado en una obra de Claude Viseux, pintor y escultor francés nacido en 1927 en Francia.

El artífice de la investigación ha sido Valeriano Claros, antiguo director de Operaciones del centro espacial de la NASA en Maspalomas desde 1969 hasta 1975. Durante su estancia en el Hotel RIU Palace Oasis en noviembre del año pasado le comentaron que tal objeto lo habían regalado los astronautas del Apolo 11 a los propietarios del complejo como muestra de agradecimiento.

A lo largo del tiempo, había estado a la vista del público en el recibidor del RIU y los turistas lo bautizaron cariñosamente como "el ovni".

Un ingeniero de vacaciones

Ante la llegada de la exposición, organizada por el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana y el Cabildo de Gran Canaria con la colaboración del Instituto Nacional Aeroespacial (INTA), Claros fue invitado como parte de los 74 españoles que estuvieron a cargo de la misión. "Era una isla americana en el sur de Gran Canaria", recuerda con cariño. El ingeniero de la Agencia Espacial Europea pidió observar de cerca la pieza y tomó nota de la inscripción LVII que había en su lateral. "Esas siglas podrían ser el número romano 55 o un acrónimo de Launch Vehicle 11, aunque esto no me encajaba". El 28 de noviembre pudo inspeccionarlo cuando lo sacaron del cubículo y comprobó que realmente había un LXXI y una firma: Viseux. "Me puse a investigar ese nombre poniéndome en contacto con la Galería Dom-Art, cuya directora, Martine Cambriel, experta en Viseux, me confirmó la autenticidad de la escultura".

Desoyendo las indicaciones de su mujer, que le intentaba recordar que estaban de vacaciones y no de operaciones, Claros prosiguió y, también gra-cias a ella, entrevió "con esa curiosidad malsana de los ingenieros y los científicos" que Viseux realizó esa abstracción de unos 50 kilos.

"No he estudiado arte, pero mi esposa sí, y me había comentado que en los años 50, de igual manera que el pintor en la punta de la ola era Picasso, pues también lo fue Viseux como escultor", comenta.

"No hemos podido fijar el año de la entrega por la NASA pues no existen fotos ni referencias escritas del acto ni tampoco el nombre de la escultura", añade Claros, "aunque los expertos de Viseux consideran que debería incluirse en la serie llamada Instables, como la que hay en Santa Cruz de Tenerife".

Las obras del francés han viajado por todo el mundo y, ahora, también a Gran Canaria. Sin duda, fue "una bonita manera de terminar mi estancia en Gran Canaria con este encontronazo". Una expedición que aún no deja de dar sorpresas.