Los vecinos más mayores del casco de Mogán podrán participar de la conservación y muestra de las tradiciones de labranza en su municipio. Y es que los jubilados de la localidad serán los encargados de cultivar las plantaciones de cereal que albergarán los exteriores del Molino Quemado tras el proceso de musealización al que está siendo sometido el edificio. Estos cultivos se constituirán a modo de centro de interpretación del cereal para promover entre los más jóvenes y turistas los conocimientos sobre las fórmulas de producción de granos.

Las plantaciones de trigo, cebada, centeno y millo se recrearán en el exterior del edificio, de más de 200 años de historia, donde los trabajos de remodelación del espacio incluyen una mejora del terreno para aprovechar mejor el suelo. Así, de los 500 metros cuadrados de tierra de que se disponen en los alrededores de esta infraestructura, en la actualidad solamente 200 metros cuadrados son aprovechables debido a la pendiente de la superficie, según ha explicado Valentín Barroso, responsable de la musealización del espacio.

Para solucionar este escollo y posibilitar que se habilite un suelo capaz de soportar una plantación de cereales, el proyecto recoge la construcción de un muro que servirá para delimitar el terreno y posteriormente se rellenará con tierra para ganar superficie de suelo utilizable para desarrollar los cultivos.

Para despejar los alrededores del molino y ganar espacio se ha optado también por trasladar las esculturas que evocan a las romerías y que serán reubicadas en otros puntos del municipio, así como los distintos ejemplares de cactus que había plantados en la zona. Con ello se consigue que el molino quede libre de enredos y con una imagen mucho más liberada de elementos que le resten protagonismo.

Al levantarse los muros y ampliar el suelo disponible se genera una plataforma llana que servirá para mostrar el sentido originario de este molino, catalogado como Bien de Interés Cultural desde 2008 y sometido a una profunda reforma en 1998 después de años abandonado. Así, albergará recreaciones de plantaciones de trigo, cebada, centeno y millo que serán explotadas por los jubilados del municipio sureño y tendrá un objetivo didáctico de cara a los turistas y a los escolares que visiten este museo, el primero que tendrá el municipio.

El terreno sobre el cual se cultivarán los cereales es muy pequeño, y por ello la producción será mínima y tan solo será una muestra para los visitantes. De hecho, se prevé que esta producción, si se muele, sea repartida entre los propios visitantes, sobre todo los más pequeños.

Junto a esta recreación se reproducirá también una antigua era, la infraestructura donde se trillaba el trigo para separar el grano de la espiga. Será real e incluso podría ser utilizada con la ayuda de un buey o un burro, los animales que tradicionalmente colaboraban en esta labor. También se integrará una cantonera para explicar la cultura del agua en Gran Canaria y una recepción de llegada al complejo.

Todas estas infraestructuras forman parte del proyecto de musealización interior del edificio, que en sus tres plantas cuenta con maquetas y pantallas táctiles con aplicación multimedia para que los visitantes puedan conocer toda la información respecto a la historia y función de este monumento, así como con partes del sistema del propio molino.

La conservación de este molino 200 años después ha sido posible gracias a Emilio García, Antonio Sabina y Juan José Rodríguez, responsables de la búsqueda de fondos para su rehabilitación hace 30 años y encargados los dos primeros, aún hoy, del mantenimiento y apertura y cierre de este espacio cada día.