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Tejeda

El futuro de Mali crece en Tejeda

El Albergue de la cumbre de Gran Canaria acoge a 36 menores extranjeros no acompañados desde el viernes - Nuevo Mundo se encarga de gestionar los recursos

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Niños migrantes en el albergue de Tejeda

Las manos de Abdoulaye están cuarteadas y llenas de marcas blancas que muestran su deshidratación. Ante la pregunta de cómo es que están así se encoge de hombros e intenta restarle importancia al contestar: "El mar". Dice que se ha olvidado ponerse la crema y continúa escribiendo su nombre en la libreta para que quede constancia de que, ahí, en ese instante, ha estado él. El océano lo trajo hasta las costas de Gran Canaria y, después de 40 días, resplandece su piel negra bajo los rayos que iluminan a la cumbre. Al abrigo del Bentayga y del Roque Nublo, charlan en grupos y se sientan en círculo en el suelo, se apoyan en las barandillas de madera del Albergue Juvenil del municipio de Tejeda y disfrutan del recreo tras las clases. Él es parte de los 36 menores extranjeros no acompañados (MENA) que residen desde el viernes en el centro de emergencia habilitado por el Gobierno de Canarias como apoyo a la red de acogida.

Entre sus manos hay galletas marías y zumos, llega la hora del recreo después de haber asistido a las clases de español durante la mañana. El salón de la planta baja funciona a modo de sala multiusos, por allí mesas y sillas con libretas para apuntar la lección, a un lado una televisión donde luego discutirán qué película ver, en otro espacio, libros y revistas desperdigados sobre estanterías y unas fichas de ajedrez con las que jugar a las damas. Tidjomi se defiende con soltura en el idioma y a sus 17 años hay una cicatriz reciente que pende sobre su ojo derecho. "Quiero ser médico y seguir estudiando para trabajar en España". Vino junto a otras 55 personas en una patera que partió del continente africano y le dejó en las manos de la asociación Mundo Nuevo, la cual gestiona los recursos del espacio. Su padre continúa vendiendo fruta en un pequeño puesto de su tierra de origen, no tiene madre y hay un incómodo silencio a su alrededor cuando explica que las visicitudes del día a día le empujaron a embarcarse.

Un batiburrillo se forma y las voces que aún maduran en los jóvenes mezclan las sonoridades guturales del francés y de los diversos dialectos que forman parte de las zonas rurales de las que provienen. En su amplia mayoría sus raíces arraigan en Mali, aunque uno alza la voz orgulloso de anunciar que es de Costa de Marfil, y describen la situación de su país, "hay guerra, muchos problemas y muertos, y hay poco, muy poco, para comer nuestras familias", dice Adamo, que señala el bolígrafo diciendo que quiere ser periodista. Un grupo de adolescentes que habla sobre ser fontaneros, limpiadores, cocineros, ingenieros... ¿Quieren volver? "No", responden al unísono. Ni siquiera contemplan tal posibilidad.

Los días han ido pasando en el norte de la Isla y las cálidas temperaturas les asombran. Bajo las gorras y los chalecos que les visten, sudaderas y jerséis de tela fina esperan a las temperaturas frías porque dicen que hace mucho "chaud", es decir, calor. Por si se confían mucho, hay calefactores preparados para cuando aprieten las frioleras gotas del valle de Tejeda. Los familiares de Fousseiny le esperan en Almería, y los de Hamet en Barcelona, y señalan hacia la Península en el mapa que dibujan en sus mentes cada vez que hablan a través de los móviles con sus familiares, no se cansan de repetir que allí es donde les están esperando, a donde desean ir.

El nombre del club deportivo Barcelona salta a la palestra y se chocan las manos entre los simpatizantes del Real Madrid haciendo chanza de los que están segundos en la tabla de la Liga. A Diarro le gusta jugar al fútbol, también hay quienes prefieren el baloncesto y otros bailar, y el mismo Adamo, a sus 16 años, reconoce que sabe conducir y es su pasión secreta. "Me gustaría quedarme aquí", suspira.

La labor social

Mohamed Mohamed Bergoli, director del albergue mientras esté activado el dispositivo, reconoce la colaboración "inestimable del municipio, tanto para ofrecernos recursos como pistas deportivas, museos o rutas, y que se conjuga con lo que creo que deberíamos de hacer por la inclusión, es básico, y también nos ofrecemos para participar en lo que Tejeda disponga", afirma. Bajo su cuidado hay un equipo compuesto por seis personas de perfiles educativos y de integración social. Subraya que las puertas del centro deben de estar abiertas ya que "no se le puede obligar a ningún niño a residir en el centro, si se produjeran casos de fuga se denuncian y la ley actúa en consecuencia con la tarea de la policía", comenta, "si la policía vuelve a cogerlo en una situación de desamparo, se vuelve a internar en otro centro". Por ahora, no ha habido ningún caso y no hay problemas de conducta ni de adicciones entre los menores, algo que valora el director como muy positivo. "No se sabe cuánto tiempo van a estar aquí", aduce Mohamed, "cuando estaba en Melilla abrimos un centro para cinco meses y ya vamos por 20 años, con los fenómenos migratorios no se sabe de cuánto tiempo estamos hablando".

El presidente de Mundo Nuevo, Juanjo Domínguez, se inició en 2006, con la llamada crisis de los cayucos. "Una de las grandes claves, y así coinciden el Cabildo y el Gobierno, es que hay que tener previsto recursos para dar respuesta inmediata y dejar de pensar que estos eventos pueden dejar de ocurrir", recalca. La vida de estos 36 adolescentes dejarán de estar bajo su tutela el día que cumplan 18 años y un día. Para ese entonces se espera que puedan tener una formación "corta y potente en resultados inmediatos" y una oportunidad en el mercado laboral para que ese tránsito a la vida adulta sea lo más gradual posible, "lo mismo pasa con los MENA nacionales, una bolsa y la maleta y fuera", concluye Domínguez,"esta situación ni siquiera ocurre en una familia, habremos de seguir apoyándolos y conjugar la parte legal, moral y de inteligencia común puesto que necesitan un acompañamiento todavía".

Con la asociación trabajan Roberto Alvarado, educador y mediador social, y Rita González, estudiante de Psicología y oriunda de Tejeda. Ambos han empezado en estos días y se encargan de dinamizar las jornadas. "La experiencia está siendo muy buena ya que los chicos son bastante proclives al aprendizaje, son tranquilos y hay muchos que están motivados al tener nociones del idioma", relata Alvarado. Las normas de la casa ayudan a construir una disciplina y una rutina que cimente una buena convivencia: hacer las camas, limpiar la losa, concretar los horarios de comida y de ducha... Pequeños detalles que son la clave para que no cunda el caos. "A lo largo del día intentamos ofrecerles talleres y dinámicas para que participen, es hacer vida cotidiana", resalta el técnico. Por su parte, Rita se enteró de la oferta de trabajo a través de un comunicado del Ayuntamiento: "Soy consciente de que estamos en un pueblo y hay estereotipos formados, pero todo es cuestión de integrarlos y creo que va a ser positivo tanto para los vecinos como para ellos".

La vida en el pueblo

Por uno de los pueblos más bonitos de España sigue, ajenos a las novelerías, el paseo de los turistas que se dedican a fotografiar los recovecos de los riscos. Los calderos bullen y los toldos se abren para dar sombra en el Restaurante Cueva de la Tea, de Annarella Cueto, quien comenta que no se ha enterado de nada, solo de los murmullos que han corrido estos días por las calles, "pero todo está tranquilo y muy bien".

A este espíritu se añade Miqueas Sánchez, responsable de la Panadería Abraham Romero, que con jovialidad y prestancia a los cambios añade que "nos estamos educando". La bola mediática que ha alimentado los bulos alrededor de los menores crean preocupaciones que poco o nada tienen que ver con la realidad. "Son chicos que se están jugando la vida, habría que darles una medalla por ello al haber hecho este acto de valentía", sentencia.

Los vecinos de la zona hablaron durante la noche anterior, dice el panadero, y dialogaron sobre el papel que debe de tomar el pueblo "estamos tardando en que se integren, como por ejemplo a través de proyectos entre los niños del pueblo y los del albergue", y apenas han pasado unos días desde que se iniciara este nuevo camino.

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