Un antiguo molino de agua que se encuentra en la localidad de El Sao, al fondo del barranco de Agaete, tendrá una nueva oportunidad. Su propietario, Manuel González Medina, lo ha cedido al Consistorio norteño para que se encargue de recuperarlo y restaurarlo y que, de este modo, se convierta en un bien patrimonial más del municipio, que sirve a la vez como atractivo turístico y para enseñar a las nuevas generaciones la importancia que tuvo el agua en el Valle.

El inmueble es uno de los tres molinos de este tipo que se ubican a escasos metros a lo largo de la ladera que baja desde Fagajesto hasta el valle de Agaete, justo enfrente del pago de El Sao, un reducto poblacional en el que llegaron a vivir 16 familias durante el siglo pasado. Estos elementos sirvieron para, usando la fuerza del agua para hacer girar las aspas, moler los cereales y crear harinas y gofio, platos principales de la dieta de los canarios de aquella época.

Según explicó el concejal de Educación agaetense, Sebastián Suárez, la idea que tienen en mente desde el Consistorio es "rehabilitar el molino, devolverle el uso que antaño se le dio y que las generaciones venideras vean de primera mano los usos diferentes que tiene el agua y entre ellos, la capacidad mecánica para mover las aspas y de ahí la piedra de molino para moler y hacer las diferentes harinas". Una iniciativa que puso sobre la mesa el propio Manuel González Medina, quien motu proprio se acercó a las oficinas municipales para informarles sobre su intención de ceder parte de su patrimonio para que sirviera a la ciudadanía del municipio.

Sobre esta desinteresada aportación, el hombre señaló: "Un día me levanté por la mañana y me di cuenta que tengo 77 años y que ya no estoy con fuerzas para reformarlo". El molino del que fuera propietaria su familia se construyó, aproximadamente, en 1913, por lo que cuenta con un siglo de vida a sus espaldas. Dejó de funcionar a mediados de la década de los sesenta, y desde entonces ha sufrido muchos desperfectos, el vandalismo de personas incívicas e, incluso, una okupación. El último molinero que lo hizo funcionar fue Emilio Rosario Santiago, un vecino natural de El Sao, que también es dueño de otra infraestructura similar que se encuentra unas decenas de metros más allá.

"Cuando se construyeron estos molinos de abajo, no había ni cojinetes ni cosas mecánicas, y en el de arriba ya se puso mecánico, que ya rendeaba el doble que los de abajo", recuerda el último molinero del pago, quien enumeró de carrerilla las fechas exactas y los dueños de cada uno de los tres inmuebles que pueblan la ladera que alberga el pequeño núcleo de casas desperdigadas. Tanto él como Manuel González Medina conocieron de primera mano la importancia que tuvieron en su día a día, y eso es lo que quieren inculcar a los jóvenes, "que viven con todo hecho gracias a los avances".

Precisamente, un grupo de estudiantes del IES Agaete-Pepe Dámaso visitó ayer el molino que pretende restaurar el Ayuntamiento y los otros dos, en una visita guiada en la que conocieron la importancia del ciclo del agua y de los usos que tiene el líquido en el día a día de la sociedad isleña. Se encuadra dentro de un proyecto desarrollado por la empresa de abastecimiento Aqualia, contratada por cuatro corporaciones locales de Gran Canaria y 14 municipios de Tenerife. La clave de la iniciativa reside, precisamente, en el hecho de llevar el conocimiento global a lo local, y viceversa, con el objetivo de que se retroalimenten entre los dos.

El edil de Educación comentó que el Ayuntamiento pretende ahora rehabilitar también el ingenio azucarero, otro elemento que también se movía gracias a la fuerza que ejercía el agua para mover las aspas. En definitiva, apuntó, "dar a entender al resto de generaciones los diferentes usos, sobre todo para el regadío, del agua". Y, para ello, se arreglará o contribuirá de alguna manera en mejorar distintos elementos hidrográficos del municipio.

"La intención de este grupo de Gobierno es conseguir mejorar el patrimonio que tenemos en Agaete, sobre todo si está deteriorado. En este caso, ha sido un patrimonio que se ha mantenido a la vista y no ha habido ningún problema, pero en el caso del ingenio azucarero, estaba oculto y fue un descubrimiento, y la intención es poner todo eso en liza y que pueda visitarse", concluyó.