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MedioambienteEntrevista | Águedo Marrero Rodríguez

"El 90% del pino canario sigue vivo tras el incendio y tirará para adelante"

"Muchas especies fueron afectadas pero no al cien por cien porque tienen poblaciones fuera", subraya el biólogo y máster de Ingeniería Ambiental del Jardín Botánico Viera y Clavijo

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Águedo Marrero en la Sociedad Económica Amigos del País

En su ponencia ha analizado los dos incendios forestales del pasado agosto.

Sí, es el resultado de cómo han afectado a la flora y a la vegetación, lo que sucedió y cómo quedaron las distintas especies en los espacios naturales: en los parques naturales y alrededores. Y la segunda parte de la ponencia contiene las observaciones que se pueden hacer para mitigar y para evitar que las consecuencias no lleguen a esos extremos. Hago una pequeña aportación en el sentido de que cosas entendidas de otra manera pueden hacer que los resultados no sean tan graves.

De todas formas, los incendios forestales no se pueden prevenir totalmente.

Claro. Se trata de dar advertencias o sugerir esas líneas de acción que eviten consecuencias tan drásticas.

¿Cuál es para usted la principal observación?

Que los incendios no favorecen a nadie, y aunque haya directrices o estudios que dicen que tenemos que convivir con el fuego porque se vienen produciendo de forma histórica, las consecuencias siempre son negativas. Una cosa es que el incendio pueda venir y otra es decir que es beneficioso para el medio ambiente. Eso de ninguna manera.

En esto no hay mal que por bien no venga.

No nos engañemos. Un incendio es un incendio y tiene consecuencias drásticas y penosas para todos. Entre esas consecuencias inmediatas que se pueden hacer ver es que todo incendio genera espacios disponibles. Pero ese espacio disponible lo ocupan no precisamente las especies más dañadas, endémicas o exclusivas, sino las oportunistas.

¿Siempre son las especies oportunistas las aprovechadas?

El incendio genera espacio vacío nuevo. Y quienes van primero son las especies oportunistas. Un incendio es malo y nadie se beneficia de eso. Luego hay daños colaterales y hay algunos que intentan ver beneficios colaterales, pero no beneficia a nadie a la larga.

¿Es una creencia interesada?

Claro. Si yo tengo un campo, hace mucho tiempo que lo tengo abandonado, ha ido generando por su propia dinámica natural una sucesión de matorrales o árboles de distinto tipo y ahora quiero recuperar ese terreno, lo puedo tener limpio de dos maneras: o contratando a alguien para que corte y desbroce o que un incendio me lo limpie. El desbroce lo controlo pero el incendio no.

Aunque puede ir de la mano, a algunos les puede interesar limpiar el terreno de esa forma, a pesar del riesgo.

Es lo que se llama quema de rastrojos. Puede ser que sea más beneficioso que llevar la quema a un vertedero y que ese carbón se quede en la tierra porque está aportando sustancias, materias primas y elementos básicos que están en la vegetación y que pueden ser estupendos para el cultivo. En vez de llevarlos a un vertedero, donde no lo voy a recuperar más, se quedan en la tierra.

¿Se puede considerar una forma natural de abono?

Es una forma de generar un estiércol, una combustión lenta que pongo en la tierra. O bien una combustión rápida, que es un incendio, que me deja una ceniza que doy a la tierra, y eso también es un abono. Lo que la vegetación cogió de la tierra vuelve otra vez a la tierra. Los que se aprovechan del incendio están contentos porque tienen su terreno limpio, pero no hagamos apología de eso.

En todo caso siempre la quema de rastrojos debe ser controlada.

Es hasta bueno porque la materia y los elementos que la planta utiliza junto con el agua vuelven otra vez a la tierra y están de nuevo disponibles para otros nuevos cultivos. Estamos hablando de un terreno de explotación. Si eso lo trasladamos a un terreno no de explotación, sino de conservación de los ecosistemas, aquí la cosa cambia porque los ecosistemas tienen sus propios mecanismos de maduración y de integración de la mayor complejidad biótica posible. Pero hay que hacerlo con la máxima precaución porque la seguridad no es al cien por cien. Ya lo decían los campesinos mayores de antes: no jueguen con fuego. Una quema de rastrojos no es un juego.

El incendio del verano pasado fue uno de los más voraces en la Isla.

El de 2007 fue mucho más extenso, pero el del año pasado ha sido más intenso sobre todo en el área afectada. Ha afectado a dos entornos muy delicados: un entorno antropizado y habitable con asentamientos rurales y el parque natural de Tamadaba, que también estaba en el espacio protegido de la cumbre con el parque rural del Nublo.

La tierra y la flora se han regenerado parcialmemente.

Ahora parece que el campo está bien atendido y cultivado, pero es un espejismo. Las plantas endémicas han sido afectadas tanto en el entorno de Tamadaba como en el resto de la cumbre y medianías, en el perímetro que ocuparon los dos incendios de agosto. Muchas especies se vieron afectadas. Unas tienen otras poblaciones fuera, con lo cual el porcentaje de afección no fue del cien por cien.

¿Qué porcentaje quedó afectado por el fuego?

Oscila desde un 5% a un 100%, como por ejemplo especies que son exclusivas de Tamadaba y que han quedado totalmente afectadas. Si luego te acercas ves que el efecto del incendio no fue parejo, en unos sitios calcinó más y en otros el fuego pasó rápido. Eso lo vemos ahora con Tamadaba, que casi es más verde que parda. Y el suelo ya no es negro, como lo fue en los días siguientes del incendio.

El pino canario volvió a resistir bien.

El 90% del pino canario sigue vivo y tirará para adelante. Con las especies endémicas pasa lo mismo. No conozco ni un solo caso en el que la afección del fuego haya sido drástica y definitiva. Incluso en zonas donde el fuego calcinó, las especies tienen unas estrategias que les permiten superar estos eventos.

¿Tienen mucha capacidad de resistencia?

Las geófitas, las cebollas o los ajos no estaban fuera de la tierra, sino en reposo y escondidas, por lo que los bulbos enterrados sobreviven y cuando llegan las lluvias eclosionan y salen. En cambio en las jaras quemadas o en las leguminosas no rebrotan los escobonales, pero cuando llegan las lluvias las semillas esparcidas nacen, por lo que dentro de unos años tendremos de nuevo la vegetación viva.

El pino canario es una especie singular.

Luego hay otras plantas que no llegan a morir, como el pino canario, y rebrotan. La mayoría de ellas son leñosas, arbustivas, arborescentes o árboles, y rebrotan de tronco o de ramas. Esta es una de las estrategias de las plantas endémicas de Tamadaba. No estaban muertas, rebrotan y se regeneran. Eso nos da una esperanza pero ha sido un salto atrás cuantitativo importantísimo. Nunca podremos ver los incendios como algo positivo o favorable.

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