Aeropuerto de Gran Canaria. Cuatro y media de la tarde del 22 de febrero de 2020. Es hora punta en las terminales durante uno de los días claves de la semana, el sábado, cuando se concentra junto con los miércoles la mayoría de los vuelos internacionales de la temporada de invierno. Después de una mañana más o menos normal, el cielo se vuelve turbio, anaranjado; la calima ya se ha instalado sobre la Isla. Sólo se ve hasta los 500 metros. Más allá, todo es polvo en suspensión y más polvo en suspensión. Por delante aún quedan más de 150 operaciones de salidas y llegadas. Empieza una de las peores jornadas del aeródromo grancanario de su historia que acaba después de mantener cinco horas a la Isla incomunicada por aire y con más de treinta vuelos desviados, una veintena de conexiones canceladas y más de un centenar de operaciones afectadas por la intensa calima y los vientos de cizalladura. En todo el Archipiélago, la cifra de salidas y llegadas con algún tipo de incidencia aumenta a 230 y más de 25.000 pasajeros sufren las consecuencias.

La crónica de una dura tarde comienza sobre las tres y media. La visibilidad empieza a disminuir de forma considerable. De 900 metros pasa a 800 media hora después. Y de ahí a 500. A las 16.31 horas aterriza el Airbus 321 de EasyJet procedente de Basilea (Suiza). Es el último que lo iba a hacer en las siguientes cinco horas. La calima es de tal intensidad que el aeropuerto queda inoperativo, cerrado al tráfico. No se admiten operaciones de llegada ni de salida. Comienza el trabajo de los controladores del Control Aéreo de Canarias y de la torre de control del aeródromo para reorganizar el tráfico con destino a Gran Canaria. En el aire, más de una decena de aviones se encuentran en las proximidades de las Islas. Más allá, sobre Europa y la Península, vuela otra veintena de aparatos con turistas que esperan ansiosos unas vacaciones.

Uno de los primeros afectados viene de Gotemburgo (Suecia). Lo hace con retraso. Tenía que haber estado en Gando a las cuatro de la tarde. Esos minutos de más le impiden tomar tierra. Directo a Tenerife Sur, donde aterriza sin problemas a las 17.49 horas. Otro procedente de Viena se ve en la misma situación. La pista está cerrada. Desviado a Fuerteventura después de estar unos veinte minutos sobrevolando el Archipiélago. Los siguientes proceden de Bergen (Noruega), Estocolmo (Suecia), Birmingham (Reino Unido) y Colonia (Alemania).

Las condiciones meteorológicas empeoran. Las conexiones interinsulares quedan interrumpidas primero, para después pasar a canceladas. Ninguno vuelo sale ni llega a Gran Canaria. La Isla queda completamente incomunicada por aire, depende de las conexiones marítima en uno de los días claves en los carnavales de las dos capitales canarias. A las cinco y media, la visibilidad disminuye al mínimo: 400 metros. En las dos pistas del aeropuerto, a ras de tierra, aumenta hasta los 900 metros, pero Aena mantiene la decisión de cerrar el aeropuerto por seguridad. Lo hace también en parte por los vientos en cizalladura, con cambios de dirección y de velocidad, que dificultan las maniobras de aterrizaje.

Los aviones que se encuentran en la Península son derivados a Faro (Portugal), Toulouse (Francia) y Málaga. Al primero van los que salieron de Dublín (Irlanda), Stavanger (Noruega) o Umea (Suecia) a la espera de que la situación se normalice. Pero no hay cambios. Las condiciones siguen siendo nefastas. Y no se esperan mejoras. La calima sigue siendo intensa y amenaza con afectar también las operaciones de Tenerife Norte y Tenerife Sur, como advierte Eurocontrol a las compañías. Los aviones que acaban de salir de sus destinos deciden regresar, dos de ellos a Londres y uno a Nantes (Francia), Doncaster (Inglaterra), Leipzig y Colonia, estos dos últimos en Alemania.

El aviso de Eurocontrol se confirma y a las 18.45 horas se limitan las operaciones de llegada en los dos aeródromos tinerfeños, dejando únicamente tomar tierra a aquellos vuelos nacionales e internacionales que se encuentran en el aire, dejando por otro lado que la operatividad en las rutas insulares continúen con normalidad.

A las nueve de la noche, el METAR (parte meteorológicos de los aeropuertos) indica que el tiempo mejora en Gando. La visibilidad aumenta hasta los 1.300 metros y se comienza a valorar su reapertura. Hasta esa hora, ya se han desviado una treintena de vuelos, canceladas una veintena de operaciones y en las terminales se agolpan miles de personas que tenían previsto abandonar la Isla y han visto como se quedan en tierra unas horas o un día más. En los aeropuertos de origen la situación es similar: pasajeros que se quedan tirados horas en Madrid a la espera de recibir información sobre la salida de su vuelo. Lo mismo sucede en algunos hoteles de la Isla, que ven como los clientes que se habían despedido unas horas antes regresan para ver si pueden pasar la noche mientras que otros turistas son reubicados por los turoperadores.

La reapertura se produce sobre las nueve y media de la noche. Se da prioridad a las salidas, aunque a esa hora ya no hay ningún vuelo en el cielo que tenga Gran Canaria como destino. Alguno de ellos, como el de Madrid de Iberia, sale a las 23.48 hora peninsular de Barajas y tenía previsto su llegada a la Islas sobre las dos de la madrugada con los jugadores de la UD Las Palmas en su interior. Antes, a las 22.32 horas, toca pista en Gando un avión de Binter procedente de Mauritania. Es el primero en aterrizar seis horas después de que lo hiciera el Airbus 321 procedente de Basilea. La situación se normaliza, por ahora. Las previsiones apuntan a que la calima puede ser aún más intensa durante el día de hoy y amenaza con volver a desestabilizar el tráfico aéreo.