Bajo un intenso viento, por momentos muy racheado, con un intenso olor a quemado en el ambiente, una densa calima entre las montañas y una potente columna de humo internándose en los barrancos que ascienden al pinar de Inagua. Los hermanos Aythami, Tayboni y Honorio Mayor Hernández esperaban ayer impacientes bajo semejante cóctel a eso del medio día en la carretera general que conecta La Aldea con Mogán a la altura de El Hoyo, donde los efectivos de seguridad procedieron a realizar el corte a primera hora de la mañana por el incendio que azota la localidad de Tasarte desde el pasado sábado. "Mi madre sigue atrapada en la playa y no tenemos noticias de ella", señaló uno de ellos, Aythami, mientras aguardaba ante el retén.

De pronto, las sirenas de varias ambulancias interrumpieron el silencio que hasta ese momento tan solo rompía el fuerte viento contra las palmeras y los cañizos. Unos minutos más tarde, llegaba una guagua con buena parte de los vecinos de Tasarte que se vieron obligados a pasar la madrugada del domingo en la playa de dicha localidad. Entre el pasaje, iba Pepa, la madre de Aythami, quien no dudó a la hora de acercarse a saludarla. El reencuentro se produciría en el polideportivo de La Aldea, donde ambos se fundieron en un abrazo, entre lágrimas y donde la mujer procedió a comer un plato de paella con el shock en el cuerpo.

La odisea de esta familia empezó en la misma tarde del sábado. "Estaba acostada, cuando escuché barullo en la calle, me asomé y se veía el fuego en lo alto", indicó Pepa. "No me lo pensé, llamé a mi vecina, le dije que recogiera las cosas y así nos fuimos a la playa, para arriba no se podía", apuntó entre cucharada y cucharada de arroz. "Me llevé una muda para mí y otra para mi nieta", señaló. Ella y su amiga pasaron la noche en un almacén agrícola junto a otras varias decenas de vecinos y vecinas de Tasarte, ante la imposibilidad de ser evacuados hacia La Aldea o Mogán.

Una noche horrible. Y mientras tanto, lo cierto es que Aythami logró salir del pueblo a tiempo gracias a su hermano, Honorio, quien lo recogió. Ambos terminaron por dar la vuelta a la Isla ante la imposibilidad de cruzar hacia el casco de La Aldea por carretera. Mientras, su otro hermano, Tayboni, estaba trabajando en el Sur, por lo que desde que pudo, se trasladó hasta donde estaban ellos, después de haber probado a acercarse a Veneguera.

Sobrellevar la odisea fue más fácil gracias a la solidaridad de personas como Nayra Montesdeoca. "Les traje comida para poder pasar el tiempo aquí", apuntó, también en el corte de carretera, junto a otros conocidos, como Tristán Hernández, "fui de los últimos evacuados, porque me quedé en casa de cabezudo con la manguera". A su alrededor, varios vecinos de El Hoyo se alongaban desde sus azoteas, mirando con asombro la columna de humo que se levantaba por encima de sus cabezas entre Inagua y la Degollada; no sabían que el barrio terminaría por ser desalojado una hora más tarde.

La solidaridad de los vecinos de La Aldea hizo más sobrellevadero el mal trago. El restaurante El Chozo y la freiduría La Granja aportaron chocos en salsa, papas arrugadas, paella, tortilla y pan de distintas panaderías del pueblo, según explicaron los voluntarios, quienes sirvieron a los distintos evacuados de Tasarte y Tasartico que iban llegando hasta el pabellón deportivo municipal. Algunos llegaron transportin en mano, pues se negaron a dejar atrás a sus perros o gatos.

Es el caso de María Hernández. "Nos vinieron a buscar de medianoche y nos dijeron que desalojáramos, no nos quedó otro remedio que ir en coche para la playa, ya no se podía subir", señaló, con la angustia aún en el cuerpo. Tras el aviso, salió junto a su esposo, su hijo, nuera y sus dos nietas con lo puesto, "a la carrera", destacó, aunque sin dejar atrás al perro. Una vez en la playa, pasaron la noche dentro del coche. "¿Y quién puede dormir así? Un viento de miedo, humo, polvo en suspensión, no se veía nada", rememoró.

Residencia de mayores

En el polideportivo también se dieron cita los vecinos de Tasarte que pasaron la noche en la residencia de mayores del municipio. Emilia Díaz Navarro estaba en La Aldea preparando la gala de la Reina del Carnaval, un acto que previsiblemente tendría que haberse celebrado la tarde del domingo. "Lo teníamos ya todo preparado para hoy [por ayer], los trajes, las tortillas de Carnaval, ya me iba a volver a casa por la tarde cuando, al llegar a la Degollada, me para la Guardia Civil y me dice que me dé la media vuelta", apuntó.

"Desde arriba se veía todo muy mal y las ráfagas de viento venían muy fuertes", destacó, mientras observaba las noticias en la residencia de mayores acompañada de dos vecinos del pueblo, Bárbara Delgado Oliva y Juan Hernández Saavedra. Ellos fueron evacuados del pueblo casi a la misma hora, en la tarde del sábado, relataron ayer. Atrás dejaron sus pertenencias y una gallina.

"A las siete de la tarde estábamos dando una vuelta cuando escuchamos todo, subimos, eran las siete de la tarde y vimos el fuego", señaló Bárbara. "Había mucho fuego y brasas", indicó con esperanza, pues sabe que a su casa no llegó el fuego. "Pasó por debajo del barranco", apuntó Juan, no sin antes dar las gracias por cómo se está desarrollando el dispositivo de evacuación, "hace falta un control para que salga todo bien", resaltó.

Y es que este fuego, que ha calcinado unas 400 hectáreas del entorno del barranco de Tasarte y las laderas previas a Inagua, ha afectado a cuatro viviendas de esta localidad, además de varias fincas y animales. Además de unos 200 evacuados, según informó el presidente del Cabildo, Antonio Morales, en rueda de prensa a última hora de ayer. Estas cifras se reflejaban en las caras de los evacuados que llegaban hasta el pabellón deportivo, con los ánimos completamente devastados. Caso de María Hernández y su familia, quienes dejaron atrás a dos cochinos.

A eso de las cinco de la mañana varios vecinos seguían en sus casas, que en muchos casos se empeñaron en intentar luchar contra las llamas, aunque algunos como Tristán Hernández reconocieron su temeridad, pues el fuego estaba a tan solo 50 metros de su vivienda. Es también el caso de Teodora Afonso y su marido Gabriel Segura. "Estamos tiznados", confesaron mientras intentaban reponerse de lo sucedido en la residencia de mayores de La Aldea. En la madrugada la Guardia Civil se vio obligada a sacarles de su vivienda y llevarles a un lugar seguro. En principio iban dirección a la playa. "Pero la cosa se complicó, dieron media vuelta y nos trajeron aquí", señaló Afonso, acompañada de otros vecinos de Tasarte. "El fuego se juntó con el viento y se formó la del diablo".

Este matrimonio no consiguió pegar ojo en toda la noche, pues, a pesar de su avanzada edad, se pusieron manos a la obra con mangueras para intentar refrescar a sus perros y a su propia casa. "El fuego estaba casi por los cuatro costados", indicó aún con el susto en el cuerpo. Apenas pudieron coger algo cuando se marcharon. Desconocen cuándo podrán volver a casa y cómo ha quedado la zona tras el paso del fuego. "Mi hija me dijo por teléfono que el perro se quemó", señaló Afonso. "La huerta de mangos también está perdida", apuntó, con resignación.

Tasartico

Pero no todos los que durmieron la noche del domingo en las residencias de La Aldea eran de Tasarte. También había algunos procedentes de Tasartico, caso de Armando González, Lorena López y su familia. "Estábamos pasando la tarde abajo en el camping pero nos dijeron que había fuego, al subir a la Degollado vimos lo que estaba pasando, quisimos volver a casa, pero no nos dejaron", apuntó González. Desde entonces andan con lo puesto, "nada, ni cosas de aseo, ni muda, vivimos en Las Palmas pero tenemos toda la documentación allí y demás", resaltó. "Hasta dejamos las ventanas abiertas, solo íbamos a dar una vuelta", añadió López. Motivos por los que no han vuelto a la capital, donde realmente viven, pues a la localidad aldeana tan solo acuden los fines de semana.

En total, en el albergue de La Aldea durmieron 14 personas. Michael Platzer y Susanne Wiesner, alemanes de origen, viven en Tasarte desde 2002. Restauraron una pequeña casa antigua junto a un palmeral y el sábado se encontraron con el fuego muy cerca. "Estamos devastados, subíamos de la playa de pasar el día y olíamos a quemado, pensé que era una barbacoa", explicó ayer Wiesner, quien celebraba este fin de semana su 60 cumpleaños junto a sus hijos, sus nueras y su mejor amiga, venidos de Alemania expresamente para la fecha. "Subimos a la carretera y había fuego a ambos lados", apuntó Platzer, reaccionaron e hicieron las maletas. "El fuego caminaba rápido por el barranco, caían las hojas de palmera", por lo que corrieron hasta La Aldea para tomar un respiro hasta saber cuándo podrán volver.