Canarias vive desde este pasado sábado uno de los episodios más explosivos de sus efemérides meteorológicas, con un insólito cóctel de altas temperaturas, nula humedad ambiental, en ocasiones de apenas el 18 por ciento, y unos extraordinarios picos de partículas en suspensión que han implosionado un caos en todo el Archipiélago. Suficiente motivo para que el Gobierno de Canarias tomara la decisión de suspender la actividad lectiva en todas las islas, incluida la de las dos universidades.

Una cadena de circunstancias que no solo se solapan unas con otras, sino que la anterior empuja a la siguiente. El viento constante, a veces presentado en rachas huracanadas de 167 kilómetros por hora como los registradas en Izaña, alimenta a un fuego, como los de Tasarte y el ya controlado del Bentayga, oculto por una calima por reducciones de visibilidad en Gran Canaria de menos de 400 metros, que impide el despliegue de recursos aéreos para combatirlo.

Un cóctel perfecto, mecanizado por una conjunción de sistemas tan raro como preciso, el de la potentísima borrasca situada al oeste del archipiélago capaz de succionar desde cientos de kilómetros de distancia, y con su rotación en sentido antihorario, la superficie del desierto sahariano.

Los niveles de partículas que elevó esta batidora atmosférica hacia el cielo isleño superaban los de los peores escenarios del mapa mundi. A

yer solo era posible encontrar indices parecidos de polvo en suspensión en Chad, en el centro del continente africano, pero al que incluso superaba.

La estación de la Red de Control y Vigilancia de la Calidad del Aire ubicada en el Mercado Central de la capital grancanaria, registraba 982 microgramos de PM2,5 por metro cúbico de aire, 20 veces por encima del umbral recomendado por la Organización Mundial de la Salud.

Una cantidad que dejaba al propio sistema de medición colapsado, a la vista de que a partir de las tres de la tarde, que fue cuando ofreció ese último índice, no volvió a arrojar más datos.

Este número también implica superar un tercio más el del sábado, que ya aportaba unos contundentes 600 microgramos por metro cúbico.

Ya el sábado la arremetida del siroco dejaba un reguero de consecuencias: un incendio en Tasarte que amagaba en aquél primer momento por entrar en el pinar de Inagua y que obliga al desalojo de decenas de aldeanos; la interrupción del trasiego aéreo con más de 25.000 afectados en los principales aeropuertos de la Comunidad; la cancelación de los actos del Carnaval y los encuentros deportivos; y el amarre de la flota pesquera, entre otros muchos incidentes por tierra, mar y aire, en lo que parecía ya de por sí un episodio extraordinario. Pero solo era el entrante.

Puntería en la Aemet

Los pronósticos de la propia Agencia Estatal de Meteorología clavaban el proceso, anticipando con precisión lo que estaba por venir. Mayores reducciones de visibilidad aún, aumento de temperaturas en torno a los 30 grados, y vientos a los que ya definió en su pronóstico de "huracanados", todo ello tras una noche y madrugada del domingo de cierta tregua, en la que se pudo recuperar el tráfico aéreo. Así amaneció el domingo de autos.

El temporal, quizá exhausto de abatir durante el sábado, se despertó algo tarde. Pero cuando lo hizo enrabietó. Fue a las doce de la mañana cuando sopló de nuevo sobre Tasarte, pueblo que ya había sufrido la afección del fuego en cuatro viviendas, volviendo a amenazar sobre el espacio natural de Inagua, en el que terminaría entrando, mientras los servicios de emergencia trabajaban en un nuevo foco en los alrededores del Bentayga, arriba en Tejeda, que luego se lograría controlar con mayor facilidad, como anunciaba el presidente del Cabildo, Antonio Morales, al final del día.

Es sobre la una de la tarde cuando llega una nueva remesa de polvo en suspensión: la definitiva. El aeropuerto de Gran Canaria empieza a suspender sus operaciones, para arrojar un saldo de 340 vuelos trastocados, y sus consiguientes decenas de miles de pasajeros varados, que se acumulan a los ya atrasados del día anterior.

Entre los que se encuentran parte del pasaje de los barcos de crucero que vivieron su particular marejada, como los del Aida Nova, que atracaba el sábado en la capital grancanaria para recoger 3.500 pasajeros y despedir a otros tantos que debían regresar a sus destinos de origen en avión, pero que en su gran mayoría quedaron varados en el aeropuerto. O los del Mein Schiff, con otros 1.800 pasajeros que ayer no pudieron volver a sus hogares.

Fuegos urbanos

A medida que transcurre la jornada más de 34 municipios registran vientos por encima de los 90 kilómetros por hora y, 24, más de cien kilómetros por hora de las ocho islas, como informaba por la tarde el presidente del Gobierno canario, Ángel Víctor Torres, provocando más de 800 incidentes por desprendimientos de techos, caídas de árboles, mobiliario urbano..., en San Bartolomé de Tirajana, Mogán, Agaete, Telde, Teror y San Mateo, en Gran Canaria; así como en Pájara, en Fuerteventura; Arrecife, en Lanzarote; Los Llanos de Aridane y El Paso, en La Palma, y Valle Gran Rey, en La Gomera.

Pero es en La Matanza, El Sauzal, Tacoronte, Los Realejos, La Victoria, Adeje, Arona, Granadilla, Guía de Isora, La Laguna, La Orotava, Puerto de la Cruz, San Miguel de Abona y Santa Cruz, en Tenerife, isla donde se apuntará el fin de semana del 22 y 23 de febrero de 2020 como un nuevo referente de los efectos meteorológicos en su territorio insular.

En el último recuento eran 1.420 evacuados por una veintena de incendios localizados en núcleos urbanos de seis municipios del norte, todos ellos ya controlados a últimas horas del día, excepto el de Santa Úrsula, que había vuelto a coger fuerza durante la tarde.

A eso se sumaban en la vecina isla los cortes de electricidad, que afectaban a más de 800 usuarios, y, también por la presencia del fuego, el cierre al tráfico de la carretera TF-5, que reabrió a últimas horas de la tarde.

La situación ha movilizado desde el sábado a cientos de efectivos de los cuerpos de los distintos consorcios de bomberos, BRIFOR, la Unidad Militar de Emergencias (UME), Guardia Civil, Protección Civil, Cruz Roja y Policía Local de los diferentes municipios.

Ángel Víctor Torres agradecía la labor de todo este equipo humano "por su gran profesionalidad", se felicitaba por tener que lamentar daños personales de entidad, y anunciaba que mantendrá la situación de alerta por mantenerse los fuertes vientos, pero descartando activar el Nivel 2 por los incendios de Gran Canaria y Tenerife.