El temporal de calima y viento que bloqueó el Archipiélago canario durante todo el fin de semana remitió ayer lunes y permite empezar a hacer balance de los daños en la salud, el medio ambiente y la economía de las Islas, aunque aún se lucha contra el incendio forestal iniciado en Tasarte y que amenaza al pinar de Inagua, una de las joyas naturales de Gran Canaria. También se intenta todavía resolver el caos en las comunicaciones aéreas tras el cierre de todos los aeropuertos durante la tarde del domingo y las dificultades en el tráfico marítimo.

La mejoría del tiempo y la decisión de suspender la mayor parte de las actividades -incluidas las clases escolares y numerosos actos de los Carnavales- ofrecen una tregua para recuperar la normalidad tras la fatídica jornada del domingo. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha retirado todos sus avisos tras la disminución del polvo en suspensión y el Gobierno de Canarias dio por concluida la situación de alerta a las 15.52 horas de ayer lunes.

Aunque ya ha pasado lo peor de "la pesadilla", según la definió el presidente Ángel Víctor Torres, los retrasos aéreos y marítimos impidieron que muchos canarios acudieran ayer a sus trabajos. Los que lo hicieron, sobre todo en los sectores turístico y agrícola, dedicaron la jornada a arreglar los desperfectos de la calima y el viento.

De igual forma, varios miles de visitantes no han podido llegar a las Islas para disfrutar de sus vacaciones o siguen a la espera de volver a sus hogares, un varapalo para la imagen turística del Archipiélago.

Preocupación

A falta de conocer las consecuencias sobre la salud de los ciudadanos, pues los efectos de estar sometidos al polvo sahariano se suelen presentar a partir de las 48 horas, la principal preocupación es el incendio que se declaró el sábado en Tasarte y que se ha extendido hasta la reserva natural de Inagua, donde los equipos de extinción del Cabildo de Gran Canaria y de la Unidad Militar de Emergencia (UME) siguen batallando contra las llamas desde tierra ante la imposibilidad de utilizar los medios aéreos.

Un helicóptero del Gobierno de Canarias intervino en la mañana ayer, pero a las dos horas tuvo que desistir por la falta de visibilidad. Los demás aparatos ni siquiera pudieron desplazarse desde las otras islas por la intensidad de la calima. Dos hidroaviones Canadair llegaron por la tarde desde la Península y se sumarán a las labores de extinción en cuanto sea posible.

El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, se mostró confiado en que hoy martes puedan actuar hasta cinco aparatos, tres helicópteros y los dos hidroaviones, en la zona de las presas de la cuenca de La Aldea, adonde se ha dirigido el fuego desde Tasarte e Inagua.

Los 500 vecinos de los barrios de Tasarte, Tasartico, El Hoyo y Tocodomán, todos ellos en el municipio de La Aldea, han vuelto a sus viviendas de forma escalonada, al igual que los 1.200 evacuados por una veintena de incendios en varias localidades del norte de Tenerife. Todos ellos pasaron la noche en albergues municipales en previsión de que el fuerte viento reavivara el fuego durante la madrugada.

Cuatro viviendas de Tasarte han quedado calcinadas y los residentes siguen con el susto en el cuerpo después de ver como el incendio rodeaba el pueblo durante la noche del sábado.

La situación en los aeropuertos sigue siendo conflictiva y no se recuperará la normalidad hasta el próximo jueves, según las previsiones de AENA, pero se ha recuperado la operatividad en los principales aeródromos tras el caos de la tarde el domingo, en que la que el polvo en suspensión afectó a casi un millar de vuelos y a más de 100.000 personas.

El tráfico aéreo se reanudó desde la noche del domingo, pero con restricciones de seguridad por la persistencia de la calima. Alrededor de 20.000 viajeros, turistas extranjeros en su mayoría, permanecían ayer a la espera de coger su vuelo.

AENA informó ayer que el temporal afectó a 829 vuelos en los ocho aeropuertos canarios, entre llegadas y salidas, de los que 745 fueron cancelados y 84 desviados a otros lugares. En Gran Canaria se cancelaron 289 vuelos y se desviaron otros 27 por la baja visibilidad y la cizalladura del viento, un fenómeno meteorológico que puede afectar de forma grave a la velocidad de vuelo de un avión durante el despegue o el aterrizaje. En Lanzarote hubo 87 cancelaciones y 11 desvíos, mientras que en Fuerteventura se cancelaron 48 vuelos y se desvió solo uno.

En Tenerife, en el aeropuerto de Los Rodeos se cancelaron 149 vuelos por la fuerte intensidad del viento y se desviaron otros 9, mientras que en Tenerife Sur se interrumpieron 108 operaciones y se desviaron 34 vuelos. En La Palma se cancelaron 56 trayectos y se desvió uno, lo que se notó a mediodía de ayer en la menor afluencia de visitantes de otras islas y la Península a la Fiesta de los Indianos, el acto más popular de los carnavales palmeros. En La Gomera se cancelaron cuatro vuelos y en El Hierro se cancelaron 13 y se desvió uno.

Desde AENA se sigue aconsejando a las personas que tienen un vuelo programado para estos días que consulten con la compañía aérea sobre el estado del mismo, ya que puede sufrir variaciones por los retrasos acumulados desde el sábado.

Altas temperaturas

El fuerte viento causó daños en las instalaciones turísticas del sur de Gran Canaria, con destrozos en la vegetación, el mobiliario urbano y las zonas exteriores de algunos establecimientos hoteleros. También destrozó invernaderos y, en menor medida, afectó a los cultivos de las medianías. Aunque se ha detectado la presencia de libélulas, su número es escaso para considerarlo como una plaga.

En el sector agrario preocupan las altas temperaturas que se están registrando estos días, inusuales en estas fechas de febrero incluso en Canarias. Ayer se alcanzó una máxima de 32,1 grados en la estación de la Aemet en La Aldea y se superaron los 30 grados en otras ocho localidades de Gran Canaria, Tenerife y La Palma.

El viento descendió de forma significativa, aunque de madrugada aún se registraron rachas de 136 kilómetros por hora en Izaña, 102 en La Laguna y 95 en Agaete. La esperada lluvia quedó en un espejismo, pues apenas se recogieron 1,4 litros por metro cuadrado en Lomo de Pedro Alfonso, en San Bartolomé de Tirajana, o 0,4 en otros puntos de la isla. En la capital, el agua caída solo ayudó a evidenciar la suciedad del polvo en calles y vehículos.