"No esté barriendo el patio cristiano. No ve que todavía hay calima y mañana va a estar igual otra vez", le recomendaba a primera hora de la mañana de ayer una vecina de una comunidad de viviendas de Fincas Unidas al portero, que con el cepillo en ristre y una mascarilla como única arma de supuesta protección había emprendido su particular batalla contra la tierra invasora que le había cubierto todo el patio y las zonas comunes. La inmensa nube de polvo que envolvía toda su persona, cual si fuera una accidentada burbuja gris, daba repelús.

-No qué va. Voy a ir quitando un poco porque si no se me acumula la tierra, le respondía el portero.

-Pero rocíela un poco, hombre. Así no levanta tanto polvo.

-Es que aquí el agua no funciona. Es que si le echo agua se me vuelve barro y entonces no hay nada que hacer.

Esta conversación entre una vecina y un portero de una finca del barrio de Arenales refleja muy bien cual fue ayer la principal preocupación de la mayoría de los habitantes de la ciudad y su tema de conversación favorito.

Un afán de limpieza asaltó a buena parte de la población del municipio, a poco que vio que el siroco aflojaba y comenzaban a divisarse los benditos cielos. Unos con el cepillo, otros con la manguera y el resto con el trapo del polvo se empleaban a fondo para eliminar la molesta arena, en un intento por recobrar la normalidad y, sobre todo, por respirar un aire más limpio.

El Ayuntamiento desactivó ayer por la tarde la alerta por la presencia de calima y durante la mañana ya había retirado la relacionada con los fuertes vientos.

La peor tormenta

Y es que a primeras horas de la mañana, la ciudad ofrecía el aspecto de haber sufrido una de las peores tormentas de polvo de su historia, cubierta de tierra de arriba a abajo.

Los vecinos y vecinas que pudieron se dedicaron a barrer sus casas, sus patios y aceras y a darle un manguerazo de agua a los coches que durmieron en la calle el fin de semana y que amanecieron cubiertos de una especie de chocolate mezclado con los grandes goterones que cayeron a primera hora de la mañana, para rematar el trabajo de la calima. Por todos lados, se registraba una inusitada actividad de gente barriendo, baldeando o limpiando la tierra.

La suciedad de la ciudad, del color de tierra rojiza, tras el mayor episodio de calima que se recuerda en las últimas décadas, ha sido una de las incidencias más destacables que ha dejado el siroco.

Los barrenderos y demás efectivos del servicio de Limpieza Viaria se sumaron al zafarrancho de limpieza, protegidos con mascarillas.

El servicio nocturno del pasado domingoy de ayer por la mañana estuvo destinado especialmente a la retirada de restos vegetales y objetos arrastrados por el viento, así como a sujetar papeleras y contenedores para que no los arrastrara el viento.

Los operarios se emplearon a fondo con el barrido y baldeo de las aceras para eliminar el polvo depositado que convertía a algunas de ellas en peligrosas pistas de patinaje, con el consiguiente riesgo de caídas.

Lavados de coches

Los centros de lavados de coches registraron ayer también una actividad inusual debido a la afluencia de personas que acudieron a lavar la tierra depositada en ellos durante el fin de semana. En algunos gasolineras, hubo hasta colas para limpiar los coches. Los que no tenían muchos recursos económicos optaron por el manguerazo o por el balde de agua para eliminar el dichoso polvo.

Incidentes

Los fuertes vientos que soplaron provocaron numerosos incidentes, sobre todo en la parte alta del municipio, que tuvieron en jaque a los bomberos y a la policía local del municipio, durante buena parte de la jornada.

La mayoría de los incidentes tuvieron que ver con caída de árboles, ramas, carteles, vallas de obra, tapas de bidones y cascotes, que no causaron ningún herido, salvo un señor que fue golpeado por una valla que se cayó en la calle Luis Morote, según informaron desde la Policía Local. Destaca también el desprendimiento de la valla de un quiosco.

La guardia urbana cifró en 26 los incidentes que tuvieron que atender los agentes durante buena parte de la jornada.

Por su parte, los bomberos intervinieron en una veintena de casos relacionados con desprendimientos y tres incendios de contenedores. También se intervino con incendios en palmeras, aunque no se sabe la causa de estos conatos. Fuentes consultadas indicaron que los pequeños fuegos pudieron estar provocados por colillas de cigarros que la gente tiró a la cuneta y el viento avivó. "No hubo daños personales y, en general, las actuaciones no tuvieron gran relevancia", señalaron fuentes del gobierno municipal.

Buena parte de estos incidentes tuvieron lugar en el distrito de Tamaraceite-San Lorenzo-Tenoya, donde el viento se cebó con muchas ramas e incluso árboles en barrios como La Milagrosa o Cruz del Ovejero. También hubo caídas de ramas en Tafira y en zonas como la carretera de Los Hoyos y la de La Calzada. En San Lorenzo, el viento arrampló con las tulipas de varias farolas de la plaza.

En la calle Abraham Cárdenes, en Lomo Los Frailes, se cayeron grandes ramas de un árbol, que fueron retiradas por el servicio de Limpieza.

Sin techo se ha quedado el patio de la Casa de la Cultura de Tamaraceite, después de que el fuerte viento a punto estuviera de tirar el gran armazón que sostenía la lona que hacía de techumbre.

Sin techo

Según informó la concejala del distrito de San Lorenzo-Tamaraceite-Tenoya, Mercedes Sanz, el viento provocó que el toldo se inflara y desplazara la estructura de acero que estaba instalada sobre el patio de la Casa de la Cultura, pero los bomberos intervinieron a tiempo y eliminaron el peligro de caída del gran armazón del techo.

"Con el viento, la lona se convirtió en una especie de vela y empezó a tirar del armazón metálico y lo desplazó hacia la calle. Los mástiles de las banderas frenaron la estructura hasta que los bomberos llegaron y cortaron la lona, que ha sido retirada", explicó Sanz, que reconoció que existía el peligro de que se cayera a la calle.

"Gracias a la intervención de los bomberos, no ha causado ningún destrozo", sostuvo. El problema es que el patio de la Casa de la Cultura se ha quedado sin techo. La lona cortada aparecía ayer arrimada en un extremo del patio, mientras una trabajadora procedía a limpiar las instalaciones.

Otro punto de Tamaraceite al que tuvieron que acudir los bomeros fue la calle San Valentín, por los problemas con los cajetines que recubren los bajantes de aguas residuales situados en la fachada de uno de los edificios de casas baratas, pertenecientes al antiguo patronato.

El viento levantó parte de una de las coberturas de las tuberías y a punto estuvo de hacer lo mismo con otras, que fueron apuntaladas por los bomberos, por el peligro de que salieran volando y golpearan a alguna persona.

La ciudad recuperaba ayer por la tarde parte de la normalidad, con gente paseando y corriendo por la Avenida Marítima y otros patinando o en bicicleta. En el Parque Romano, los más irreductibles no faltaron a su cita con el deporte, pese a que el polvo seguía cayendo ayer en la ciudad, aunque también es verdad que en una concentración muchísimo menor que la sufrida el pasado fin de semana.