Las 70.000 plazas hoteleras de Gran Canaria se quedaron cortas a la hora de acoger a las decenas de miles de turistas afectados este fin de semana por la crisis meteorológica que provocó el cierre del aeródromo de Gando. La terrible combinación de la densa calima con los fuertes vientos sólo 'benefició' a los establecimientos alojativos de la Isla, que alcanzaron durante el fin de semana una ocupación que rozó el 100%. Los responsables de las patronales alaban la capacidad de reacción y de colaboración del sector dentro del caos logístico que conlleva una crisis inesperada en un archipiélago fragmentado.

El presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo de Las Palmas (Feht), José María Mañaricua, explica que la comunicación con los turoperadores, las empresas de handling y las aerolíneas de bajo coste fue constante y que éstos no escatimaron esfuerzos a la hora de encontrar habitaciones para los pasajeros que se habían quedado en tierra. "Resulta muy complicado manejar la logística de 100.000 turistas que se han quedado atrapados en los aeropuertos de siete islas", recuerda Mañaricua, lo que hizo inevitable que una parte de estos afectados no pudieran ser realojados.

Si la demanda es tan alta, ¿por qué los hoteles no han llegado a colgar el cartel lleno? Por la existencia de reservas previas que debían respetarse. "Los hoteles ya tenían habitaciones asignadas que había que preservar por si llegaba el cliente, lo que afectó a la hora de poder alojar a todos los pasajeros afectados". Se dio el caso de que algunos establecimientos del Sur se quedaron con una veintena de camas vacías que no podían ofrecer a las compañías aéreas ni a los turoperadores por la obligación de conservarlas hasta la medianoche, a la espera de que las personas que las habían reservado con antelación llegaran. Actualmente, muchos de los clientes realizan sus reservas a través de plataformas online, por lo que el hotelero desconoce su origen y la vía por la que llegarán hasta el establecimiento. Ante esta incertidumbre, la única opción es esperar.

Encierro placentero

La posibilidad de que los hoteles aprovechen estas situaciones de necesidad para inflar sus precios es radicalmente descartada por Mañaricua. "Las habitaciones se han vendido a su coste habitual, el que aparece publicado en la web, sin ningún tipo de incremento", asegura. Sacar rédito económico de esta situación hubiera conllevado para el el presidente de la Feht un error estratégico para el establecimiento en cuestión, pues existen muchas posibilidades de que esta práctica se hubiera denunciado en las redes sociales, con el consecuente perjuicio para la imagen corporativa de la empresa.

El cartel de lleno casi se ha colgado también en los hoteles de la capital, que no se hallaban todavía en su punto álgido de ocupación por el Carnaval, por lo que quedaban plazas disponibles que se han ido cubriendo según las necesidades que los propios hoteleros iban manifestando, tal y como explica la secretaria de la Asociación de Hoteleros y Establecimientos Extrahoteleros de Las Palmas de Gran Canaria (Ahelpa), Rosy Mujica. "Los asociados tenemos una comunicación constante y directa, por lo que las habitaciones disponibles se iban ocupando sobre la marcha". Son las grandes cadenas hoteleras quienes firman contratos de colaboración con las compañías aéreas para acoger a los pasajeros que se quedan en tierra y ellas mismas se encargan de buscar alojamiento a los clientes que no pueden atender, relata Mujica.

A pesar de la anómala situación vivida, muchos de los turistas que se veían obligados a quedarse en Canarias se lo tomaban con alegre resignación. Es el caso de Eivind Bjerkaas, procedente de Noruega, que junto con los nueve miembros de su familia, cuatro de ellos menores, tendría que haber regresado el sábado a su país de origen. Alojados en un céntrico hotel de la ciudad, ayer introducían por fin sus maletas en un taxi para marcharse en un vuelo que despegaba a las 17.00 horas. Bjerkaas asegura que lo que más han echado de menos en estos tres días de vacaciones extras ha sido una información más fluida, pues ésta llegaba a cuentagotas y les impedía hacer planes ya que desconocían el momento exacto de su partida. "Si hubiéramos sabido cuándo nos íbamos, hubiéramos aprovechado para seguir disfrutando de la Isla y de sus habitantes, que nos han dado un trato extraordinario", aseguraba Bjerkaas antes de abandonar un Archipiélago que asegura "seguir adorando".

Igual de encantados con el trato recibido, pero menos positivos se mostraban los tres miembros de la familia Straaboe, compuesta por la matriarca Grethe, su hijo Morten y su nieto Ulrik. Procedentes también de Noruega, explicaban que TUI les había asegurado que se marcharían hoy, pero que todavía desconocían la hora. Este inesperado caos ha impedido que se incorporen a su puesto de trabajo, por lo que Morten Straaboe explicaba su intención de reclamar una indemnización económica a la compañía de seguros del turoperador con el fin de recuperar el dinero perdido. "Aquí el único que está encantado es el niño, que ha dejado de ir al colegio", explicaba con una sonrisa su abuela mientras los tres curioseaban sus teléfonos móviles en la entrada del hotel.