La Provincia - Diario de Las Palmas

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Casas con historia para dar vida al campo

Los propietarios de viviendas rurales de la Isla dan una segunda oportunidad a sus antiguos hogares

Vistas desde Pranayama Home. LP / DLP

¿Qué pasará con la casa de los abuelos? ¿Se cerrarán, venderán, alquilarán o, de repente, albergarán nuevas vidas? Estas preguntas rondan en las cabezas de los herederos que reciben este obsequio de sus antepasados y, a esa pregunta, han decidido finalmente dar una respuesta arriesgada convirtiendo sus propiedades en casas rurales donde ofrecer una experiencia, parece ser que única, a los turistas que llegan desde las distintas latitudes de la Isla, desde la Península y, sobre todo, el norte de Europa. El descanso y la desconexión en la zona norte y cumbrera son los detalles que deslumbran a los huéspedes.

Ana Sosa contesta al teléfono. Como auténtica señora de su edad, prefiere no decir cuántos años tiene, pero la experiencia la acompaña. Es la propietaria de la Casa Rural de Tío Félix en el barrio de la Asomadilla en la Vega de San Mateo, un paraje donde está situada una casa típica canaria con un centenario que pesa sobre sus vigas. Hace unos veinte años, cuando, como ella dice, empezó la moda, se decidió junto a su difunto marido a rehabilitar la casa porque "me daba pena venderla". El trato amable de los turistas ha impregnado de buenas palabras el entorno natural, en donde invita a los huéspedes a coger naranjas de sus árboles frutales, y demuestra que la tranquilidad y la naturaleza son los ingredientes principales para atraer a los nórdicos. "No sé qué tiene la casa que se te olvida el mundo", suspira. Rememorando los inicios, estuvo dos años de papeleos hasta que le dieron la licencia y, recuerda orgullosa que le dijeron, "si no le damos a usted de alta la casa, no se la damos a nadie". Sin embargo, a los gastos que ha de soportar de manera cotidiana se le sumó la catástrofe natural de los incendios de Gran Canaria en agosto que empeoraron su ejercicio económico. "Este último año fue fatal con el fuego porque, sin querer, se dieron noticias a todas partes con que la Isla estaba ardiendo, lo cual fue verdad, pero generalizaron en San Mateo y hubo una bajada tremenda de reservas", apunta, "me decían que no querían ver esto quemado". Ahora, un tímido repunte vuelve a hacer que el hogar recobre vida como en los últimos tiempos.

La juventud de Miriam Rodríguez impregna la voluntad con la que gestiona el negocio familiar Artenatur. En el barranco de Artenara hay dispersas varias casas cuevas que gozan de una temperatura estable, un toque atípico que atrae, según la dueña, a los grancanarios. Por el año 1996 tildaron a su padre de loco por reformar la casa cueva de sus bisabuelos y dedicarla al negocio. Ahora, gestionan 7 en total. "A lo largo de estos años hemos ido creciendo, lo cual es un aporte positivo al municipio porque quienes se quedan consumen y viven en el pueblo", apunta, "una manera de aumentar la población aunque sea por corta estancia". Los franceses y alemanes buscan aislarse mientras hacen senderismo, bicicleta o se resguardan dentro de la tierra. A pesar de las ventajas de poseer un negocio, en principio, estable y que ha dado beneficios, sí que lamenta las desventajas con las que se enfrenta su sector, "nos afecta como todas las empresas pequeñas las cargas impositivas que tienen las pymes y como autónoma las desventajas que tiene todavía España". Además, en referencia al turismo de sol y playa por el que se conoce mundialmente a la Isla, indica que "me afecta que no se haya definido un turismo de naturaleza, lo cual no es competir con el turismo tradicional sino promocionar el interior".

En el caso de Néstor Gacgaze, la popularidad de la Casa Rural Doña Margarita en la calle Padre Cueto no viene por el bocadillo de chorizo ni la Virgen del Pino sino la conservación de un inmueble del siglo XVIII que lleva cinco generaciones en su familia y ahora administra. "¿Qué turista iba a ir a Teror?, le preguntaron a mis padres cuando decidieron dar el paso", comenta. Eso fue en el año 2001 y ahora recibe una de las mejores calificaciones de los buscadores internautas destacando, en palabras de Gacgaze, el enclave como lugar estratégico para acceder a otros puntos de Gran Canaria. "El negocio, al principio, fue un poco flojo porque todavía no se llevaba el tema online, pero desde que empezó, mejoró, incluso hemos salido en algunas guías de viaje", añade, "aunque en los últimos años notamos el incremento de la oferta de las viviendas vacacionales". Este tipo de establecimientos son uno de los principales competidores de las casas rurales y a ello se le añade los propios inconvenientes del lugar. "Me gusta ver a la gente que venga a Teror y quienes llegan son mayoritariamente del norte de Europa, pero, como comentaba el otro día en la Oficina de Turismo, faltan hacer cosas en el pueblo", en referencia a las actividades de ocio.

Frente a la experiencia y saber de los comerciantes, aparece Luis De Miguel Gutiérrez. Con acento madrileño y mucho ojo, buscaba un local en el que poder impartir clases de yoga junto a su esposa y, finalmente, encontraron una casa antigua, de grandes dimensiones y también con la misma encrucijada: si cerrar sus puertas o no. Pero decidieron apostar y, casi como un centro de retiro espiritual, funciona la casa rural Pranamaya Home, Mystical Room. "Queríamos un centro de yoga en Tafira y vimos que la casa tenía muchas posibilidades, así que aparte de hacer yoga y dar las clases, decidimos alquilar las habitaciones para cubrir la renta", comenta. Ahora hace un año que emprendieron y aunque "todavía no nos da, estamos muy a gusto con la naturaleza alrededor y viendo que la gente se encuentra bien, igual necesita más tiempo para que sea un éxito". Los belgas ya han apreciado la calma que contienen los rincones de Las Palmas de Gran Canaria. "Una señora llegó sin saber qué iba a encontrar, estaba enfurruñada, pero al día siguiente cuando despertó estaba feliz y relajada, había descansado y estaba agradecida por la estancia", recuerda. "Éramos solo profesores de yoga y ahora estamos haciendo camas, limpiando baños...", quién se los iba a decir. Las segundas oportunidades que dan las casas rurales.

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