La peor calima que ha vivido Canarias en las últimas cuatro décadas depositó unas 61.000 toneladas de polvo del Sáhara solo sobre Gran Canaria.

La investigadora de la ULPGC Inmaculada Menéndez, asegura que el polvo de provenía de cuatro principales "fuentes": la depresión de Bodelé, en el Chad; la franja del Sahel, Mauritania y el Sáhara.

También han determinado que su concentración legó en los momentos más álgidos a 5.080 microgramos por metro cúbico de aire en Gran Canaria. De esa cantidad, el 37 % eran partículas de menos de 10 microgramos/m3, las PM10, las consideradas más peligrosas para la salud, porque pueden entrar en el torrente sanguíneo a través de los pulmones. El resto lo formaban motas de limo fino o de arena.

Menéndez subraya que la OMS recomienda no exponerse a más 50 microgramos/m3 de aire de partículas PM10 de media durante 24 horas. Esta investigadora ofrece otro dato más para valorar la importancia que tuvo esa calima: "Entre el 22 y el 24 de febrero, la estación del Mercado Central registró una concentración máxima de partículas en el aire PM10 de entre 1.800 y 3.200 microgramos/m3", detalla Inmaculada Menéndez.

¿Donde irán a parar las 61.000 toneladas de polvo? Con el tiempo, precisa esta investigadora, acabarán en el mar, arrastradas por la lluvia y la escorrentía, pero una parte de ellas se quedarán sedimentadas, en un proceso que se ha repetido durante milenios.

De hecho, recuerda que en los suelos de Gran Canaria hay registros de polvo sahariano desde hace cuatro millones de años. En cuanto a su composición detalla que en su mayoría son partículas de minerales como cuarzo, carbonatos, feldespatos, arcillas y óxidos de hierro, la que pueden sumarse contaminantes de origen urbano o industrial de las zonas que atraviesan.

La carga mineral de la calimas, añade, resulta además muy importante para la vida en los océanos, porque aporta nutrientes como el hierro a aguas que suelen ser pobres en ellas.