Esperanza. Es el revulviso que ha empujado a la familia de Yéremi Vargas en el decimotercer aniversario de su desaparición, un 10 de marzo de 2007. El abogado que lleva su causa, Marcos García-Montes, tiene previsto en breve informar de nuevas pruebas que ha conseguido recabar desde el mes de julio, cuando se hizo cargo del caso, y con ellas espera reabrirlo tras dos años archivado, ya que la Guardia Civil no consiguió demostrar la supuesta participación de Antonio Ojeda, alias El Rubio, en los hechos. Su puesta en libertad el lunes también ha provocado que este año sea para la familia más difícil de sobrellevar su ausencia.

En la calle en la que creció Yéremi -y en la que todavía hay grandes carteles que recuerdan la lucha de sus familiares-, los vecinos están algo inquietos. Según los abuelos del pequeño, que hoy tendría 20 años, muchas personas tienen incertidumbre al salir de casa por si se topan con Antonio Ojeda, que salió de la cárcel el lunes tras haber cumplido su condena de cinco años por agredir sexualmente de un menor de 12 años en 2012. Y es que, en esa zona de Vecindario, muchos creen que El Rubio es el culpable de la desaparición, algo que la Guardia Civil no ha conseguido probar hasta el momento.

Ithaisa Suárez, madre del joven, aseguró ayer que verle salir del centro penitenciario de Salto del Negro "fue un palo duro" y que generó malestar en toda la familia. Ella misma tuvo que ser sedada porque el dolor de cabeza y los nervios le estaban atacando desde el domingo por la tarde. Acusó al Rubio de mentir, cuando culpó a los medios de comunicación de haberle enviado a la prisión por un delito que no cometió: "Ni siquiera reconoce el hecho por el que le metieron en la cárcel", lamentó.

Sin embargo, el abogado de la familia les ha trasladado cierto optimismo en los últimos días, y próximamente informará de una serie de pruebas que ha recabado y que la madre del joven está convencida de que sentarán a Ojeda de nuevo en el banquillo. Igualmente, se pedirá la recusación del juez que dejó en libertad, en un primer momento, al Rubio, una medida que devolvería cierta justicia a la familia, según las palabras de Ithaisa Suárez. Todavía no ha trascendido más detalles sobre las pesquisas que ha seguido García-Montes los últimos meses, ni los pormenores de la petición que se hará al respecto del magistrado. Lo que sí adelantaron es que el letrado "ha revuelto todo", rebuscando en todos los documentos del caso para encontrar un atisbo de esperanza al que poder aferrarse.

Los familiares, insistió, no buscan "venganza", sino únicamente que se haga justicia. "Ojalá lo vuelvan a meter en la cárcel, y eso es lo que vamos a intentar. Pruebas para eso hay, y lucharemos hasta demostrarlo", apuntó Suárez, quien luchará hasta las últimas consecuencias para lograr esclarecer lo que le ocurrió a su hijo hace ya 13 años. Su padre, José Suárez, comentó que ya llevan peleando todo ese tiempo, y que no importa que sean 15, 20 o 50 años más, siempre que puedan "llegar hasta donde esté Yéremi". Y agregó: "El tiempo pone a todo el mundo en su lugar".

Un año clave

Precisamente, este afán por encontrar respuestas hace que la familia se sienta en cierta medida tranquila por lo que han hecho desde aquel 10 de marzo de 2007. "Al menos hemos intentado hacer todo lo que está de nuestra mano para llegar a Yéremi, y esto ya es lo último que podemos hacer", indicó Ithaisa Suárez.

Todos los indicios que ha ido recolectando el letrado y el optimismo que les ha trasladado hacen que los familiares de Yéremi vean este 2020 como un "año clave" para saber qué le pasó a su pequeño y ver entre rejas a quien consideran que perpetró su desaparición. Aunque sí que reconocieron con pesar que no esperan que El Rubio, si es como ellos creen al 100% el culpable, les confiese nunca dónde está el cuerpo del joven, para que sus padres, tíos y abuelos puedan "superar el duelo" y tener un lugar en el que visitarle y llevarle flores, como cualquier persona normal.

"La verdad está ahí, a ver si podemos descansar dentro de lo que cabe, porque ya la falta de Yéremi aquí estará siempre entre nosotros, pero por lo menos pasar el duelo, que lo necesitamos", comentó su madre. Lo que se ha erigido como santuario del pequeño es su habitación, que permanece intacta desde aquel día en el que salió a jugar con sus primos a un solar cercano a su vivienda, a la que no volvió más. Este año hubiera soplado 20 velas, y quizás hubiera estado estudiando en la Universidad, o desempeñando su gran pasión: el kárate. Ithaisa está segura que, tal y como ya prometía con siete años, hubiera logrado cumplir su sueño de tener un gimnasio en el que impartir clases de esa arte marcial a la gente.

También seguiría comiendo hoy, como hacía antaño, las verduras hervidas de su abuela Herminia. "La comida rica para él era las verduras hervidas: las coles de bruselas, los brócolis, las zanahorias... Todo eso le encantaba", recordó ayer sentada al lado de la silla que ocupaba Yéremi todos los días para desayunar, almorzar y cenar. Hoy quien sí ocupa ese lugar es su hermano pequeño, Aidan, que solo tenía 13 meses cuando su hermano desapareció. A él, y a sus dos hermanos, les ha tocado vivir el dolor de la familia, que siempre ha tratado de ocultarles esos momentos de zozobra.

Esa sensación de inquietud se ha trasladado ahora a las calles aledañas a la casa de la familia, debido a que Antonio Ojeda salió de la cárcel el lunes. "Muchas personas nos preguntan cómo ha podido salir de prisión, otras sienten rabia por ello, pero también hay quien opina que cumplió con su condena y que no se le ha acusado de la desaparición de Yéremi", indicó la madre del joven. Para ella, no hay duda de que El Rubio fue el culpable de que no haya podido ver a su hijo en los últimos 13 años. Sin embargo, el juez Juan Manuel Herno archivó el caso contra Ojeda al entender que no había pruebas suficientes para condenarlo.

Según Suárez, a la gente se la nota "con miedo" en los parques y calles cercanas al barrio en el que viven. Además, aseguró que las vías suelen estar pobladas con "los chiquillos jugando", pero que ya el lunes "no se vio a ninguno". "Los padres tienen miedo, y eso se nota", remarcó. Y es que, tanto ella como su padre, dijeron que alguien como El Rubio podría volver a reincidir, "si no es hoy o mañana, en un tiempo". De hecho, el abuelo aseveró que Ojeda "nunca va a cambiar", porque "este tipo de persona, con la agresividad de la que hace gala, no quiere cambiar".

Más allá de la salida de prisión del Rubio, este aniversario ha sido una mezcla de sentimientos para la familia, que se debate entre el miedo y la rabia porque el que creen que se llevó a su pequeño está libre, y la esperanza renovada que les ha insuflado el letrado García-Montes con lograr reabrir el caso.