Es sábado (21 de marzo) y nos levantamos con otra cara. Parece que hoy sí, podemos iniciar la vuelta a Canarias. Al menos sobre el papel. Porque hemos podido comprar dos billetes para salir de El Cairo vía París y de allí a Barcelona donde conectaremos con Gran Canaria. Esa es la teoría. Si se cumple el plan, el martes podríamos estar ya de vuelta. Veremos.

La vuelta

Hace unos días que conseguimos plazas en un vuelo de Airfrance. Fuimos los primeros en el barco en comprar nuestra salida a España, pero los últimos en obtener las tarjetas de embarque. Cada día, el estado de nuestras reservas del vuelo cambiaban y eso añadía si cabe más incertidumbre a nuestro viaje. La noche del viernes no pude dormir. Nuestros localizadores del vuelo habían desaparecido del sistema informático. Y sin billetes de vuelta a casa, ¿quién podría conciliar el sueño? Por suerte, a la mañana siguiente pudimos solventarlo. Con las tarjetas de embarque en el móvil, la cosa pintaba mejor. Ahora queda lo más importante, abandonar el barco, esta especia de burbuja sanitaria y emprender una nueva aventura con primera parada en el aeropuerto. Lo que nos encontraremos no lo sé, pero estoy con los ojos abiertos para compartirlo.

La burbuja

Pero es curioso que ahora que tenemos que abandonar este pequeño barco del Nilo, el miedo empieza a recorrerte el cuerpo. Es curioso que nos hayamos sentido tan protegidos y seguros en este barco, lo cual tiene su lógica. Aquí, esperando un avión, no hemos tenido contado con nadie. Nos regía ese protocolo. Sin contacto con el exterior hay menos opciones de contagiarnos. Así lo hemos hecho. Y ahora que tenemos que seguir el viaje para volver a nuestras casas, curioso, nos adentramos en el peligro de cruzarnos en cada esquina con este dichoso virus. Hay que asumir el riesgo, como lo hacen ustedes cada día para ir a trabajar o hacer la compra, porque la vuelta a casa es una necesidad. Para nosotros es una responsabilidad porque hay que arrimar el hombro con todos en esta lucha que es de todos.

La alfombra mágica

Antes de abandonar el barco, el capitán nos ha dirigido unas palabras hermosas y cargadas de la sabiduría que imprime la experiencia. Ha sido un placer tenerles a bordo, dice, y "de tenerles a bordo de esta alfombra mágica de la que deben llevarse un trocito para sus países." En esta alfombra súbanse "cada vez que tengan problemas de esos que pensamos que no pueden resolverse. Cuando abran los ojos, comprobarán que esos problemas desaparecen." Y tiene toda la razón. La salud es lo único que debe quitarnos el sueño. La vida son momentos que hay que disfrutar. ¿Y cuántos momentos nos perdemos muchas veces pensando en problemas que realmente no lo son? Por eso, pensaré mucho en esa "alfombra mágica". Pensaré en ella cada vez que un problema que no lo es tal pretenda perturbar nuestra vida. Háganlo ustedes también. Y comprobarán cuántos problemas no son más que gotas de agua que cuando llenan el vaso nos complican la vida sin tener por qué.