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Crisis del coronavirus Los que no paran

Pesca artesanal a media vela

La captura del atún rojo se ha frenado en Arguineguín porque los canales de exportación son inseguros

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Coronavirus en Canarias | Los trabajos que no paran

"Esto del coronavirus es una pesadilla que nunca imaginamos, pero siempre hay una primera vez para todo y habrá que aprender", comenta resignado Richard Ortega, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Arguineguín, tras otro día de faena en la mar con la incertidumbre de si podrá vender todas las capturas en las pescaderías y supermercados de la Isla.

La especialidad de la embarcación de Ortega es el pescado blanco y sus principales clientes son los restaurantes de la propia localidad de Arguineguín, cerrados a cal y canto mientras se mantenga el estado de alarma, al menos dos semanas más. Y trabajar con productos frescos tiene sus inconvenientes. "Para nosotros solo es factible congelar los pulpos, pero no el resto de las capturas", explica el patrón.

La población canaria, paradójicamente, "come más pescado en los restaurantes que en su propia casa", por lo que la clausura de los hoteles y demás establecimientos turísticos ha generado "un caos" en la cadena que se inicia en el mar y acaba en el plato.

La flota artesanal de Gran Canaria está formada por unas 120 embarcaciones y da trabajo a más de 400 personas, aunque esta última cifra varía en función de las zafras del atún. Los profesionales están repartidos en cuatro cofradías de pescadores -Arguineguín, Mogán, Castillo del Romeral y Agaete- y dos cooperativas -San Cristóbal y Melenara-, todas ellas con un paulatino descenso de miembros en los últimos años.

En todo el Archipiélago, según datos del propio sector, la pesca proporciona trabajo directo a unas 1.700 personas. Puesto que se estima que cada empleo en la mar genera otros tres en tierra, actualmente en Canarias estarían viviendo de esta actividad unas 6.800 personas y sus correspondientes familias.

La Cofradía de Arguineguín es la que concentra mayor actividad en la Comunidad Autónoma y estos días es reflejo de los efectos del coronavirus en la economía y en la vida diaria de los marineros. Las traíñas, embarcaciones dedicadas a la captura nocturna de pescado azul, como la caballa o el chicharro, "están trabajando a un 80% de lo habitual", apunta Ortega.

La flota atunera artesanal también sale a buscar los bancos de peces que pasan en estas fechas por las aguas del Archipiélago, pero solo están cogiendo el bonito del norte, el atún listado y la tuna. Las empresas armadoras han decidido no capturar atún rojo, que tiene cupo máximo en la Unión Europea, porque la práctica totalidad se destina a la exportación a la Península o el extranjero y actualmente no están garantizadas las redes de distribución.

Los marineros que faenan estos días aseguran que hay bastante atún rojo, pero en Canarias se consume muy poco y si se pesca ahora se gasta el cupo asignado por la UE sin tener la seguridad de que luego llegue a los mercados europeos o asiáticos. "Es una pena, porque ahora es la época en la que pasan los atunes rojos y cuando digan que se pueden coger ya estarán fuera del alcance de nuestra flota", se lamenta el patrón de Arguineguín.

Restaurantes

La peor parte de esta crisis se la está llevando la flota dedicada al pescado blanco de Arguineguín y Agaete, la que vende el producto fresco a restaurantes de las zonas turísticas y a establecimientos comerciales de la capital. "Yo me dedico a esa pesca y no estoy trabajando ni al 30% de lo habitual, y lo mismo otros compañeros", confiesa Ortega.

La Cofradía de Arguineguín agrupa a 40 embarcaciones y entre 60 y 200 marineros, según los meses. Esta es una de las épocas de mayor actividad, pero algunos armadores han decidido bajar el ritmo de trabajo o parar a una parte de la tripulación porque no saben si podrán vender todo lo que cojan. Las redes de distribución insular, los llamados "arrieros", siguen repartiendo por las pescaderías abiertas, pero con la misma incertidumbre.

El coronavirus solo ha venido a complicar aún más la situación de la pesca artesanal, con cifras cada vez más preocupantes. En Arguineguín, según el patrón mayor, se descargaron unas 1.800 toneladas en 2016. El año pasado no pasaron de las 900 toneladas, la mitad.

En la Cofradía del Puerto de Mogán, que llegó a tener 40 barcos hace pocos años, quedan menos de 20. Casi todos ellos han continuado faenando estos días, explica Víctor Gutiérrez, concejal de Pesca del Ayuntamiento sureño. "Las traíñas salen por la noche y lo venden todo porque siguen funcionando los canales de repartidores para los supermercados de Gran Canaria; el problema es el cierre de los restaurantes, que ha hecho bajar la demanda de golpe", subraya Gutiérrez.

Más complicado lo tienen en el municipio de La Aldea, donde solo queda una embarcación de la amplia flota pesquera que tuvo. De hecho, desapareció hasta la propia cofradía y el único armador debe descargar en Agaete. Los marineros se han tenido que ir a trabajar a los dos puertos de Mogán.

Recuperación

El Ayuntamiento de La Aldea, según el alcalde Tomás Pérez, ya había iniciado trámites antes de la pandemia para recuperar la actividad pesquera en el municipio, aprovechando la mejora en las comunicaciones por carreteras, con nuevos barcos e instalaciones. En la playa de La Aldea existen nueve restaurantes especializados en pescados de la zona, por lo que el cierre supone un drama tanto para los pescadores como para sus propietarios.

En Agaete también se mantiene la actividad, pero a un ritmo menor. Los marineros que no salen aprovechan para arreglar las artes de pesca en las explanadas del muelle de Las Nieves.

Richard Ortega y Tomás Pérez coinciden en que esta situación va a poner de manifiesto "el error" de abandonar el sector primario para fundamentar todo el peso de la economía de Gran Canaria en el turismo de sol y playa. Sin visitantes, es una incógnita lo que pueda ocurrir en los próximos meses. "Dejaron morir la ganadería y ahora quieren ir a las escuelas para enseñar el pastoreo; la pesca artesanal también va por el mismo camino porque no se le da importancia, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde", advierte el patrón mayor.

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