La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crisis del coronavirus Los efectos en los pueblos

40 vecinos y compra compartida

Los habitantes de Cercados de Araña se organizan para ir a la farmacia y al supermercado para evitar que los mayores salgan de sus viviendas

Vista general del pueblo de Cercados de Araña. LP/DLP

Apenas viven cuarenta vecinos en el pueblo, muchos de ellos de avanzada edad, y todos tienen una cosa bien clara: los mayores primero y para atenderlos a ellos toda prevención es insuficiente. En el barrio de Cercados de Araña, situado en los altos del municipio de San Bartolomé de Tirajana, en el entorno de la presa de Chira, los días de confinamiento decretados tras la entrada en vigor del estado de alarma pasan igual de lentos que en el resto del país, pero con la diferencia de que al tener la gran mayoría de sus ciudadanos una finca junto a su casa hace que puedan ver la luz del sol al aire libre y no a través de la ventana de un piso de unas pocas decenas de metros cuadrados.

Muy pocas personas transitan normalmente por las tranquilas calles de este barrio de medianías, más allá de los vecinos que salen a trabajar o un buen puñado de turistas apasionados por entornos naturales como los que ofrece Cercados de Araña. Hoy no se mueve un alma y el pueblo muestra con más fuerza las bondades del silencio. Aquí no existe el bullicio de los camiones repartidores, nadie aplaude a los servicios sanitarios a las 19.00 horas de la tarde porque las viviendas están muy diseminadas y, hasta ahora, tampoco ha llegado el coronavirus. Y todos confían en que no llegue nunca.

Para evitar que el Covid-19 entre en sus casas y desestabilice la paz que se respira en ellas, desde que se decretase el estado de alarma los vecinos se han organizado para hacer una compra conjunta para todo el que lo necesite cada vez que alguien decida ir al supermercado, sobre todo para ayudar a las personas mayores. "Queremos evitar que alguien de fuera del pueblo visite a los mayores o que ellos tengan que hacer desplazamientos", explica el presidente de la asociación de vecinos del barrio, Antonio Hidalgo.

Para hacer la compra, los vecinos de Cercados de Araña tienen que desplazarse como muy cerca hasta la capital del municipio, Tunte, situada a unos 15 kilómetros de sus casas. Allí no solo pasan por el supermercado, sino también por la farmacia para adquirir los medicamentos que demandan los mayores. Y cargan todo lo posible para evitar salir de casa en más ocasiones.

Cuarentena infantil

Cuando el vecino de turno va a realizar la compra, explicó Antonio Hidalgo, lo hace con guantes para evitar posibles contagios, y una vez acercan las bolsas a los vecinos se las entregan a alguno de sus hijos, quienes antes de introducirlas en su vivienda las limpian para tratar de evitar que el virus pueda aparecer en algún momento. Y es que la media de edad es muy elevada: aquí vive un vecino de 97 años y más de una docena supera los 70 años.

Al igual que en el resto de España, los vecinos de Cercados de Araña llevan a cabo todas las recomendaciones de las autoridades sanitarias para evitar la propagación del coronavirus, como es el distanciamiento social. Y lo cumplen a rajatabla porque entre ellos también han acordado que todos aquellas personas que tengan que salir forzosamente del barrio para ir a trabajar o a realizar visitas médicas eviten posteriormente acercarse a ningún otro residente. "Hay un vecino que tiene una frutería en el Sur y otros tres que tienen que asistir a diálisis a Las Palmas de Gran Canaria, y a ellos se les ha pedido que no se acerquen a nadie para protegernos todos", explicó el dirigente vecinal.

También hay ahora tres o cuatro niños habituales del barrio que, según señaló Hidalgo, antes de subir al pueblo han guardado una estricta cuarentena en Maspalomas hasta comprobar que no presentaban ningún tipo de sintomatología compatible con el Covid-19.

Las habitantes más mayores de Cercados de Araña están "en cierto modo tranquilos". "Tomamos las precauciones pero sin asustarles, siguiendo la pauta de distanciamiento social de mínimo un metro y medio y de desinfectar cualquier elemento antes de que ellos lo toquen", añadió Hidalgo.

Los residentes en este núcleo de medianías llevan estos días una vida completamente normal dentro de la situación anómala por la cual atraviesa el país como consecuencia de la crisis sanitaria. Algunos vecinos salen a pasear a sus perros mientras que otros no lo necesitan porque disponen de terrenos agrícolas donde los animales campan a sus anchas.

Esa condición es la que a muchos les permite sobrellevar este período de aislamiento, ya que entretienen su mente al atender sus fincas y huertos con árboles frutales. Y es que, a diferencia de la ciudad, el campo no para y les ofrece la libertad que no tiene un residente dentro de las cuatro paredes de un piso.

El confinamiento y la marcha de los turistas hasta sus países de origen para lograr en Canarias el turismo cero durante la crisis del coronavirus ha ocasionado que tampoco haya en las calles el habitual movimiento de extranjeros que acostumbra a verse por esos lares. Esa fluidez de visitantes se debía a la existencia de casas rurales y apartamentos turísticos en esta zona de San Bartolomé de Tirajana y que ahora se han quedado vacíos.

Por este barrio solo transitan ahora los trabajadores de la empresa de distribución de agua de abastos y empleados del Consejo Insular de Aguas para realizar las tareas relacionadas con la presa de Chira. Por las cumbres del municipio también pasan estos días efectivos de la Policía Local y de Protección Civil de San Bartolomé de Tirajana para ver cómo se encuentran y para informarles, vía megafonía, de que no podían abandonar sus viviendas mientras dure el estado de alarma.

Cercados de Araña hoy es un barrio confinado en el que a pesar de las limitaciones de circulación, el movimiento ciudadano posibilita que los más vulnerables estén más protegidos que nunca.

Compartir el artículo

stats