"Las primeras semanas fueron duras, porque hubo escasez de productos y para el personal fue complicado. Pero ahora la gente se ha relajado un poquito y aunque las mañanas siguen teniendo mucha actividad, parece que todo está más calmado. Yo también estoy más tranquila porque en la tienda se tomaron medidas seguridad como controlar el acceso y colocar bandas en el suelo para ayudar a que la gente cumpla con las distancias. Cada media hora, yo me encargo de pasar por todos mis compañeros con el gel hidroalcohólico y les doy otros guantes, además de desinfectar carros y cestas para los clientes. Así que la cosa se lleva mejor, aunque asusta algo no saber cuándo acabará".