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Adiós al 'invertor' del Sur

La sencilla despedida del Conde

Vegueta despide a Alejandro del Castillo con un centro floral ante su casa mientras las cenizas se velan en la intimidad. La familia espera a su última voluntad para conocer dónde reposen sus restos

La sencilla despedida del Conde

En el número 8 de la calle Doctor Chil esquina con Reyes Católicos, en pleno corazón del barrio de Vegueta, emanó de manera espontánea el primer homenaje a la figura del hombre que, entre otras tantas cosas, dibujó el futuro de Canarias en el sur de Gran Canaria para cambiar su modelo económico para siempre. Ahí, en el escalón del domicilio familiar de Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna, noveno conde de la Vega Grande de Guadalupe, un centro de flores recordaba la pérdida de una de las personalidades más trascendentes en la sociedad canaria de las últimas décadas.

En medio de la pandemia que azota al mundo, los velatorios y entierros están restringidos -hoy empieza una nueva fase donde se pasa de tres a diez integrantes en los mismos-. Sin embargo, eso no evitó este detalle floral a un "hombre bueno" y una "buena persona", como se referían a él su cuñado Juan José Benítez de Lugo y Massieu y el historiador Manuel Lobo, coautor de la obra El Condado de la Vega Grande.

Ahora la familia espera para conocer la última voluntad sobre el lugar donde descansará el noveno conde de la Vega Grande, un enclave para su memoria. Aunque el panteón familiar está en la cripta del Templo Ecuménico de El Salvador, donde fue emplazada tras salir de su ubicación original frente al Cementerio de Vegueta, esta opción desapareció de la cabeza de Alejandro del Castillo, que sentía devoción por la congregación benedictina.

El fallecimiento en la madrugada del sábado de Alejandro del Castillo por un problema cardíaco a los 91 años de edad golpeó a la familia por sorpresa. A todos. Algunos de sus cinco hijos (Alejandro, Iván, Fernando, María del Carmen y Patricia) incluso estaban fuera de la Isla. A Fernando, que estaba en la capital de España, el dolor le vuelve a golpear, ya que hace solo unos días perdió a uno de sus suegros en Madrid.

Un lugar para el eterno descanso de un "hombre accesible", como asegura de él Francisco Cases Andreu, Obispo de la Diócesis de Canarias. Durante su vida, Alejandro del Castillo presidió algunas empresas de renombre como Comasa, Bahsa o Maspalomas Costa Canaria, su gran sello, además de ser consejero de Cementos Especiales de Aguineguín o la Banca López Quesada, entre otras sociedades. Ideólogo y ejecutor de un proyecto que cambió en gran parte el rumbo de las Islas, su figura trasciende por encima de su título que permanecerá en el recuerdo.

Cases Andreu es uno de sus vecinos del barrio de Vegueta. "Siendo grande, una persona de gran notoriedad, tenía un rasgo distintivo: su accesibilidad. Quién lo buscara, lo encontraba. Cualquiera. Mantuvimos una gran relación, una relación de amistad de la que me siento orgulloso", sentencia el Obispo.

En esta "relación cercana", tanto con él como con alguno de sus hijos, el Obispo de Canarias relata la "sencillez" con la que se movía y la "implicación social que tenía en diferentes situaciones y con distintas personas". Como amigos y vecinos de barrio, hace solo unos días, Cases Andreu descolgó el teléfono para recibir una llamada de Alejandro del Castillo. "Fue hace muy poco. Tuvo la atención de llamarme en este confinamiento para preguntarme cómo estaba. Simplemente para eso. Una llamada de cortesía para preocuparse por mí, un saludo como si fuera yo el que le pasaba los años a él. Se lo agradecí muchísimo", relata.

Implicado en la Diócesis

Desde que aterrizó en Canarias en 2005, Cases Andreu descubrió en Alejandro del Castillo una persona "fácil y cercana en el trato a pesar de su título nobiliario" que se mantuvo cercano a la Diócesis. "Con la labor de Cáritas se le ha encontrado siempre, al igual que con los actos de nuestra Semana Santa, donde muchas cofradías, no solo la que preside su hijo Fernando, encontraron en él ayuda y presencia", cuenta el Obispo, que también recuerda con mucho entusiasmo una de las visitas a la finca condal en el Sur con un grupo de sacerdotes.

"Yo no tengo familia directa aquí, pero tanto la pérdida de don Alejandro como la de Salvador Fábregas, el arquitecto que dirigió la remodelación de la Catedral de Santa Ana, me han tocado muy de cerca y las he sentido muchísimo", expone Cases Andreu. Todo en un escenario donde sentir el calor en un momento de pérdida es aún más complicado. "Es algo realmente terrible, una situación muy dura para cualquier familia que pierde un ser querido o un amigo en momentos como estos", expone el Obispo, que ya ha propuesto una misa funeral en memoria de todos los fallecidos tras esta época de confinamiento con la que honrar a los difuntos. Cada día, desde su capilla, transmite a través de internet y de Radio Tamaraceite, la misa diaria, donde recuerda a los que se han ido en estos días duros. También a "don Alejandro". "Debemos hacerlo para darle notoriedad y publicidad", concreta.

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