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CRISIS DEL CORONAVIRUS La recuperación en el sector de la restauración

Melenara y Salinetas reabren al golpito

Solo cuatro de los nueve negocios de restauración del paseo marítimo han abierto al público por ahora

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Coronavirus en Canarias | Desescalada en Melenara

Los empresarios del sector de la restauración de Melenara se lo están pensando dos veces antes de decidirse a levantar la verja de sus negocios después de dos meses cerrados al público. Y es que en esta fase 1 de la desescalada del confinamiento, que se inició hace ya diez días, solo cuatro de los nueve restaurantes que se reparten a lo largo del paseo marítimo, menos de la mitad, han abierto ya sus puertas; otros se preparan para hacerlo mañana mismo y ya acondicionan sus establecimientos y en el resto no se registra aún movimiento alguno. Eso sí, aquellos empresarios que se han atrevido a abrir están más que satisfechos porque las terrazas están a rebosar de clientes. Los casi 24 grados de ayer bien invitaban a tomarse algo y comer al aire libre.

Los teldenses están demostrando estos días la total fidelidad y apego que tienen a la restauración local de Melenara, algunos negocios incluso de más de dos y tres décadas, y eso supone el espaldarazo suficiente para que los empresarios estén tranquilos. Es el caso de Mari Carmen Santana, propietaria del afamado restaurante La Rubia, quien ayer anunció que ha desistido de su intención de vender o traspasar el negocio, tal y como anunció a mediados del pasado mes de enero, para continuar trabajándolo ella misma. "Estos dos meses me han hecho pensar que sin trabajo no hay vida y he cambiado mi decisión, me ha servido para echarme atrás; me lo he pensado mejor y no", dice con lo que se intuye una sonrisa detrás de la mascarilla, "no ha habido mal que por bien no haya venido".

Apenas unos minutos después de abrir ya tenía las seis mesas de su terraza completas. "Con seis mesas y los pedidos para llevar vamos tirando, pero no es lo mismo, solo hemos sacado a seis empleados del ERTE y nos faltan otros seis", señala Mari Carmen. No obstante, está contenta porque su clientela está respondiendo bien y ha superado sus expectativas. En su negocio ha establecido un máximo de hora y media para abandonar la mesa. "Los clientes lo entienden y ellos mismos se levantan", añade.

En el restaurante vecino, el Venecia, también están de enhorabuena porque su clientela fija está acudiendo a su rescate. Las ocho mesas de su terraza también han tardado apenas unos minutos en ocuparse, todos los clientes con reserva. "Llevamos 33 años aquí y los clientes están siendo fieles desde que abrimos la lista de reserva, 15 días antes de arrancar", explican sus responsables, quienes han recordado que aparte de que la apertura del local solo les permite cubrir costes por ahora, han mantenido su negocio a flote con el servicio de reparto a domicilio durante todo el confinamiento, un servicio que mantienen desde hace 30 años.

La propietaria de este restaurante está "muy contenta" con la vuelta al trabajo y la aceptación del púbico, pero lamenta no haber recibido ningún tipo de ayuda pública. "La gente está apoyando mucho al sector y el reencuentro con los clientes ha sido muy emotivo", señala. Ahora, solo desea que la situación mejore y el servicio vuelva a normalizarse y no tenga limitaciones de aforo para sacar del ERTE a los 42 empleados que le faltan y que trabajan en los distintos restaurantes que posee, ya que por ahora solo ha podido rescatar a 10.

Uno de los clientes que ayer visitó este restaurante fue Alcoidan Santana y lo hizo para celebrar, junto a su familia, sus 41 cumpleaños. "Vengo para celebrarlo porque por suerte me ha tocado fuera del confinamiento, para salir de casa y pasar un rato con la familia y para generar un poco de economía local ahora que tanta falta nos hace a todos", explica este transportista en paro, ya que su empleo está vinculado al sector turístico.

En el otro extremo del área de restauración del paseo marítimo de Melenara, Paqui Artiles, propietaria de El Rincón de Paqui, pone a punto su restaurante para reabrirlo al público mañana viernes. "Para abrir hay que pensarse las cosas bien, pero también es cierto que tengo que abrir sí o sí, porque si no tendré que cerrar definitivamente porque tengo pérdidas", apunta. Por ahora ha sacado solo a cuatro de los seis empleados del ERTE ya que empezará a operar con horarios reducidos a las horas de las comida entre semana y comidas y cenas los fines de semana.

Temor

Afronta la vuelta con "temor" pero a pesar de eso es "muy positiva". "Voy a por ello y que venga lo que tenga que venir", señala Paqui. En su caso, las pérdidas son aún mayores porque cuando se decretó el estado de alarma estaban de vacaciones. "Yo sumo ya tres meses sin ingresos", lamenta.

También se pone a punto el Amasijo Café de Melenara, incluso con obras de embellecimiento de la fachada. Su encargada, Yasmina Molina, explicó que el próximo lunes se "tiran a la piscina" y abrirán nuevamente y solo con cuatro mesas en la terraza. "Vamos a enfocarlo mucho en el servicio para llevar; lo tenemos fácil al ser una cafetería y bocatería, fomentaremos que se lleven los bocadillos a la playa, aprovechando que la gente ya se podrá dar un baño y tomar el sol", señala. Volverá con incertidumbre pero sin miedo, y será el segundo intento porque el primero fue fallido: el local duró apenas unas horas abierto porque levantó sus persianas el mismo día en que se decretó el estado de alarma y las tuvo que volver a bajar.

Esta es la situación en los negocios y enfrente el arenal estaba prácticamente desierto. Pero allí, bajo un sol de justicia, Isidro Vega y sus mellizas Valeria y Nayra tiran una cometa al viento. Lo hicieron el martes por primera vez y ayer repitieron aprovechando que la playa estaba vacía. "Vieron a unos niños con cometas y a mi me tocó comprarlas también", broma Isidro, "como todavía no se pueden bañar hay que buscar alternativas, y esta es una buena forma para además salir de casa", comenta.

En la zona de Salinetas, los clientes del restaurante La Gabarra han aprovechado su privilegiada ubicación en primera línea para disfrutar de una cerveza. Su propietario, Antonio Benítez, está satisfecho por la acogida, aunque confiesa que la afluencia es algo menor que las expectativas que tenía.

En su negocio tiene ahora 15 mesas operativas. "La gente se siente cómoda porque hay un buen distanciamiento entre las mesas, la sala es muy ampliar", afirma Antonio. La fase 2 la encara con "bastante precaución". "No tengo prisa, prefiero ser precavido y mantener la distancias, si no aumentamos las mesas cuando entremos en fase 2 de forma inmediata pues se hará más adelante", señala.

Allí, en su terraza de Salinetas, no quedaba ayer una mesa libre. Y es que su ubicación es muy golosa, sobre todo para quienes ayer mismo se tomaban su primera cerveza después del confinamiento sentados frente al mar.

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