Carmen Gloria Rodríguez Santana, directora-conservadora del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar desde 2014, inició su relación con este importante enclave arqueológico en 1989, cuando realizaba su tesis doctoral como investigadora.

-¿Cómo se inicia su relación con la Cueva Pintada?

Después de mi primera estancia en el Centro de Investigaciones Arqueológicas (CNRS) en Valbonne (Francia), mi codirector de tesis, Jean Desse, fue muy explícito: las muestras con las que contaba en ese momento no eran representativas (ni en cantidad ni en calidad) y debía abordar un muestreo sistemático en un yacimiento que se excavara de forma intensa. Fue así como contacté con Jorge Onrubia Pintado para proponerle que en las campañas de excavación que llevaban a cabo en la Cueva Pintada de Gáldar se incluyera la realización de esos muestreos sistemáticos y cribados con agua de los sedimentos recuperados durante la excavación. Logró convencer a Celso Martín de Guzmán de la pertinencia de aplicar esta metodología de recuperación de pequeños restos y fue así como empezó mi relación con el Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar

-Como docente uno de sus objetivos es la difusión didáctica de la arqueología

Después de haber defendido mi tesis doctoral y de muchos años en los que únicamente me dediqué a la investigación, debido a un momento de incertidumbre laboral y sobre el futuro del Proyecto del Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar, realicé el Curso de Cualificación Pedagógica en la ULPGC y estuve dos años impartiendo clases en institutos de enseñanza secundaria. Este hecho supuso un punto de inflexión importante en mi trayectoria profesional pues descubrí la importancia de la transferencia del conocimiento científico. De nada sirve avanzar en la investigación más puntera si no somos capaces de que esos resultados lleguen de forma clara a la sociedad. Eso sí, a costa de sentir cierta frustración, pues las preguntas acuciantes del público no pueden ser respondidas de inmediato… la investigación exige paciencia, espíritu crítico, cierta autocensura que puede ser definida como cautela y todo ello exige tiempo.

-Cueva Pintada reúne esas dos facetas: la investigación y conservación del patrimonio que luego se convierte en un espacio de difusión del conocimiento.

Cuando en el año 1995 me incorporé de forma decidida al equipo que preparaba el proyecto museológico y museográfico, se fue moldeando un perfil de investigadora que se interesaba de forma específica por cuáles pueden ser las herramientas interpretativas y comunicativas que hicieran posible la transmisión de mensajes históricos complejos. Esta cuestión capital también estaba presente en los profesionales que dirigían este proyecto, pero la aportación más destacada en relación a la difusión del conocimiento es que desde el mismo momento en el que se iba concibiendo el proyecto museográfico, también se iba redactando de forma paralela el proyecto educativo y de difusión del futuro museo y parque arqueológico. De hecho, hay un volumen presentado desde el año 2001 en el que las líneas maestras que han guiado los programas públicos y educativos de este centro ya están diseñadas a grandes líneas. Esto supone tener claro qué tipos de formatos y soportes es necesario desplegar para alcanzar a todo tipo de públicos.

-En 2014 asume la dirección del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada de Gáldar, ¿entonces qué líneas se marcó?

El hecho de que en Cueva Pintada la figura del equipo de trabajo sea una piedra angular, implicó que no hubiera un golpe brusco de timón cuando se cambió la dirección del centro; hay, si acaso, una serie de nuevas preocupaciones que se van plasmando en las distintas líneas de actuación.

Además, hay que tener en cuenta que en el año 2014 ya se va apreciando que los efectos de la crisis que se inició en el año 2009 van quedando atrás. Los presupuestos empiezan a permitir el desarrollo de estrategias que van más allá de lo que se consideró imprescindible en esos años difíciles. En el año 2011 se había diseñado el Plan de Investigación del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada y fue preciso esperar al año 2013 para empezar con el desarrollo de una de sus líneas, la investigación arqueológica, que había supuesto la reanudación de las campañas de excavación.

Sin duda, la puesta en marcha del Campus de Arqueología, así como del Programa ‘Documentación y estudio de las entidades arqueológicas (colecciones de bienes muebles e inmuebles)’ y más concretamente del proyecto ‘Diseño e implementación del Sistema Integral de Documentación Arqueológica y Patrimonial’ (SIDAP) estuvieron entre mis prioridades. Del mismo modo, la celebración del X Aniversario de la creación del museo también supuso la oportunidad de desarrollar uno de mis objetivos: posicionar este equipamiento patrimonial más allá de las fronteras del Archipiélago, dando a conocer la realidad arqueológica de la isla.

Destacaría también otras preocupaciones esenciales como directora que, en realidad, son las del equipo de trabajo: Considerar la evaluación de la acción del museo en todos los ámbitos pero, muy especialmente, en relación a los públicos (desde conocer los perfiles del visitante hasta adentrarnos en la comprensión de los mensajes expositivos), avanzar en un nuevo proyecto museológico, a la luz de lo que revelan las evaluaciones y, en especial, la labor en conservación e investigación que se lleva a cabo desde el año 2013, consolidar la inclusión de perfiles profesionales en el museo (educación social, integración social, animación socio-cultura, traducción, turismo…) si no de forma permanente, al menos con programas continuos.

Todos estos objetivos, se deben imbricar, además, con los que se establecen desde la Consejería de Cultura, a través del Servicio de Museos y el Departamento de Comunicación de la Consejería. En los últimos años, se está haciendo especial hincapié en líneas transversales como las de igualdad, eficiencia energética, accesibilidad, inclusión, transformación digital, prevención de riesgos laborales… y en todas ellas interviene el museo desde su propia realidad.

-Cueva Pintada ofrece la posibilidad de realizar un recorrido arqueológico, desde el campo de excavación, la investigación en el laboratorio hasta la exposición de los objetos en las vitrinas.

Cuando se inició la campaña de excavaciones en el año 2013, a la hora de definir los espacios que serían objeto de intervención se barajaron varios criterios. Los dos más relevantes fueron: excavar en ámbitos que permitieran resolver problemas de interpretación arqueológica (y en consecuencia, histórica) del caserío de la Cueva Pintada y, también y no menos importante, que algunas de las zonas excavadas estuvieran a “pie de pasarela”, es decir, que permitieran acercar al público que visita el yacimiento cuál es la metodología arqueológica que permite dotar de contenidos a este espacio patrimonial.

Pero la arqueología no es sólo el trabajo de campo, también lo es el tratamiento del material (lavado, siglado o marcaje de piezas, clasificación, inventario, almacenamiento, restauración… selección de bienes relevantes para ser expuestos en la vitrina). Así surgió uno de los programas más completos de este museo: ‘La arqueología en Cueva Pintada: de la excavación a la vitrina’. Son pocos los espacios que nos permiten realizar ese recorrido de los objetos arqueológicos: desde el momento en que son ‘rescatados’ de las entrañas de la tierra hasta su exposición en una vitrina (o, en el caso de las estructuras arqueológicas, en el propio yacimiento). La reflexión sobre la vida social de los objetos es un tema apasionante que este programa permite realizar, tanto con los centros educativos, como con todo tipo de públicos.

-Cueva Pintada acoge miles de visitantes al año, ¿cómo se conjuga la gestión del museo?

Siempre repito, como si de un mantra se tratara, que la gestión del museo es una cuestión de equilibrios. Conseguirlo no es sencillo y se consigue en pocas ocasiones. Conservar, investigar, comunicar y, además, gestionar el complejo entramado de recursos humanos de muy diversos perfiles y el mantenimiento de un equipamiento de casi 10.000 metros cuadrados es muy complejo.

Hay que tener presente que lo que da sentido a este espacio es la salvaguarda de la excepcional colección que acoge (entendiendo colección en el sentido más amplio de la palabra, desde la propia cámara decorada y las estructuras que configuran el caserío de la Cueva Pintada hasta la múltiple documentación que su estudio genera) y es preciso encaminar todos sus programas teniendo en cuenta esta singularidad.

Además, para un museo público, como es el caso, la coordinación de todos estos aspectos es cada vez más compleja. La gestión administrativa de cada actuación es posible gracias al entramado administrativo del Servicio de Museos, que forma parte de la estructura de la Consejería de Cultura del Cabildo de Gran Canaria. Cada acción que se lleva a cabo exige un procedimiento administrativo, que va desde el más sencillo (aprobación de un presupuesto) al más complejo (preparación de pliegos técnicos y administrativos para contratos de muy diversa naturaleza y en los que, en muchos casos, también se ven implicados otros Servicios del Cabildo).

En este sentido, la planificación se convierte en una herramienta esencial, tanto en el seno del equipo del museo y parque arqueológico, como en el Servicio de Museos, pues a él le corresponde coordinar el conjunto de actuaciones que se desarrollan en los diferentes equipamientos. En ocasiones, hay proyectos que por su complejidad se prolongan en el tiempo y es preciso tener siempre en reserva otras propuestas que puedan ser llevadas a cabo.

El Plan de Actuación del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada siempre contempla escenarios a corto, medio y largo plazo. Es esencial saber a dónde se quiere llegar y no dejar que el día a día bloquee la visión estratégica que siempre debe estar presente.

-Los niños, niñas y las familias tienen un gran protagonismo en el museo. La primera publicación que salió de la Cueva Pintada fue un cuento infantil.

Ese protagonismo y esa primera publicación tienen que ver con dos aspectos que mencionaba con anterioridad.

Por un lado, el proyecto educativo y de difusión que formó parte del planteamiento museográfico y por otro, la evaluación de programas realizada desde el mismo momento de apertura del centro. En ese sentido, el gran protagonismo que poseía el personaje de Arminda en el discurso museológico, había que trasladarlo, a través de diferentes formatos, a los programas educativos y públicos, y así se hizo.

Hoy, los programas en familia forman parte recurrente de las ofertas de los equipamientos culturales, pero en el año 2006 no era lo habitual, sí lo eran los infantiles. Generar una serie de formatos que pudieran ser disfrutados en familia fue una aportación que creo que fue innovadora. A veces los programas nacen con estrella y fue el caso de la propuesta ‘Las aventuras de Arminda’: fue un auténtico lujo contar con Dolores Campos-Herrero y Agustín Casassa para el inicio de la serie, y la calidad de su trabajo fue el trampolín para afianzar la producción del equipo que puso en marcha la adaptación al escenario para títeres, la realización de unos muñecos de gran calidez y cercanía y la manipulación por unos titiriteros excepcionales (es preciso destacar el trabajo de Rafael Rodríguez, de 2RC Teatro, María Mayoral, Begoña Ramos y Roberto Pérez).

Los programas infantiles también son una pieza clave para Cueva Pintada, con propuestas que, con una duración más larga de lo habitual, intentan primar la calidad. Por ejemplo, los talleres de verano se diseñan para grupos de niños y niñas que estarán toda una semana participando en un programa que gira en torno a un tema concreto. Quizás se podría atender a más pequeños y pequeñas con propuestas de un único día, pero el aprendizaje y la experiencia no sería la misma. Nunca nos han preocupado los números, sí, y mucho, la calidad los programas.