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La última del día

El escondite de la salviablanca

El Gobierno de Canarias sale al rescate de una especie endémica de Gáldar de la que solo quedan unos pocos ejemplares refugiados en los taliscos de Amagro

Vista de la vega de Gáldar desde la montaña de Amagro. LP/DLP

Existe un macizo entre Gáldar y Agaete que queda a la derecha hacia la villa, a mitad de camino entre ambos puntos, que ya estuvo allí antes de que el resto de la isla siquiera fuera un proyecto. Tan antes nació que la montaña que tiene enfrente, la de Gáldar para los galdenses, y la de Ajódar para los de Guía, no era más que una gran bolsa de lava durmiente en el interior de la Tierra.

El gran abuelo se llama Amagro, de unos 14 millones de años y 502 metros de altitud y que asoma sin llamar mucho la atención como una pantalla rocosa cansada que tapona una vista que desde la carretera permitiría abarcar la llanura y acantilados de Costa Botija que tiene por detrás y de allí al Atlántico y hasta América si no fuera porque el mundo es redondo y el continente queda muy por debajo de la horizontal.

Pocos mundos tan pequeños, de apenas 408 hectáreas, tuvieron tanto, tan cerca de todo, y tan desconocido para las miles de personas que trasiegan por el norte sin apenas echarle un vistazo, encandilados por una vega, la de Gáldar, que es la que acapara la atención, o si el camino es hacia Agaete por el fantástico dragón que sestea hasta La Aldea acurrucado a Tamadaba.

Declarado en 1987 como Paraje Natural de Interés Nacional y Monumento Natural en 1994, esconde todo un abultado catálogo de fauna y flora, de la que destaca un endemismo propio, nacido, criado y ensolerados entre sus laderas y cantiles durante miles de años, la exclusiva Sideritis amagroi o salviablanca de Amagro, en peligro de extinción, que no se encuentra en ninguna otra localización de Gran Canaria y de la que queda apenas "una única población de escasos individuos" refugiados en los taliscos más inaccesibles del edificio geológico, como expone la resolución de la Dirección General de Protección de la Naturaleza en la que por fin se aprueba el plan para recuperar la especie que ejecutará la consejería de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias.

Un plan que, entre otras medidas como las propias de salvaguardar el espacio y garantizar la viabilidad de sus semillas en el futuro, incluye la divulgación de que existe la joya, para concienciar a la población "sobre la importancia de la conservación de la biodiversidad".

Pero no es el único endemismo que guarda. Marrero Rodríguez catalogaba en 2008 otra rareza, la leguminosa Argyrolobium armindae, de la que destaca "por su interés evolutivo" la primera cita del género Argyrolobium no solo del archipiélago canario sino de todo el conjunto de islas de la Macaronesia, lo que ya es apuntar fino.

Y se podría preguntar que a santo de qué una salviablanca desconocida o una leguminosa que parece caída del espacio sobre Amagro nos mejora el mundo y a qué viene el aspaviento.

La revista Nature Ecology & Evolution publicaba en junio del pasado año un estudio del porqué ser especialmente cuidadosos con la flora en las islas, que es donde se suelen albergar "especies que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo y son especialmente sensibles a los cambios ambientales", para subrayar que desde 1900 desaparecen cada año tres especies de plantas productoras de semillas en el mundo, por lo que de seguir la tendencia lo próximo es un paisaje exclusivo de tunos y rabogato.

Pero si se va más allá, a todas las especies vivas que habitan el globo, la debacle es absoluta. El padre del concepto biodiversidad, Edward O. Wilson, conservacionista y premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA 2011, considerado por el jurado como "uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo y uno de los biólogos más excepcionales", asegura que al año desaparecen 27.000 especies, 72 diarias o tres a la hora y que en mil años no quedará ninguna, "incluidos nosotros".

Entre otras razones porque el 70 por ciento de los fármacos están formulados por sustancias de origen vegetal o se encuentran en animales, lo que de remate viene al pelo para la que está cayendo.

Larga vida, salviablanca.

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