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Gáldar

Un sabotaje a los apiarios de Buenavista acaba con la muerte de 750.000 abejas

Desconocidos sellan con poliuretano los respiraderos de las colmenas matando a los insectos por asfixia - El apicultor Díaz Quintana califica los hechos de maltrato animal

Un sabotaje a los apiarios de Buenavista acaba con la muerte de 750.000 abejas

Juan Félix Díaz Quintana, multipremiado apicultor de la isla, sufrió el pasado viernes en las medianías de Gáldar uno de los mayores disgustos de su vida cuando se encontró las piqueras de sus colmenas selladas con espuma de poliuretano, lo que provocó la muerte por asfixia de unas 750.000 abejas de la especie negra canaria, catalogada en peligro de extinción.

Hasta la fecha, que recuerde el apicultor, nunca en Canarias se había producido un hecho similar ya que los actos vandálicos que registran los profesionales se limitan a ver tirados los apiarios, pero nunca han sido objeto de una premeditación de este tipo que busca adrede el sufrimiento de los propios animales.

El panorama con el que se topa Díaz Quintana es desolador, con unos panales con las abejas masificadas, muchas de ellas atrapadas en la propia espuma y en estado de putrefacción. "No me lo podía creer", cuenta sin esconder su desconsuelo, y calificando los hechos de "una masacre bastante importante".

Juan Félix ha trasladado lo que califica de "atentado medioambiental", al Seprona, con la correspondiente denuncia de una tropelía que en costes supone unos 5.400 euros de daños por un total de 18 colmenas destruidas, de las que doce son de su propiedad y otras seis de un compañero. Pero, en cualquier caso, el dinero, ni la miel perdida, que calcula en unos 50 kilos que sigue n en los panales pero que ya no se puede comercializar "por quedar contaminada", no es ni de lejos el mayor quebranto que se lleva el apicultor, sino la ruina del trabajo de años.

Según explica, en ese apiario que se ubica en Buenavista camino de Hoya de Pineda, habrán quedado vivas entre 500 y mil abejas, "pero sin reinas, por lo que ahora hay que introducir una reina nueva y empezar todo de nuevo para tratar de llegar a la misma situación dentro de dos años".

Díaz, que es profesor y también divulgador del arte de la apicultura, con un programa quinquenal en Radio Gáldar sobre el mundo de las abejas y conferencias en centros culturales y escolares, ha acumulado en los últimos años numerosos premios que colocan su golosina entre las mejores de Gran Canaria, como atestigua los premios logrados en los certámenes del Cabildo, donde se lleva el primer premio a la mejor miel clara en 2015, una monofloral de hinojo; la mejor de color ámbar en 2016, de cardo, alpodadera y otras flores; y la mejor miel absoluta de Gran Canaria en 2019, de cardo y zarza.

Efectos en el entorno

Y es que precisamente esa riqueza floral que distingue cada una de las mieles es la que se beneficia en cinco kilómetros a la redonda del trabajo de las abejas, y en ese sentido Juan Félix afirma que la pérdida de esos panales afectarán a un área que abarca desde Guía y Gáldar a las proximidades de Agaete, donde predominan especies como la tabaiba, el cardón y el tajinaste blanco.

Por todo ello, y por la forma cruel de acabar con los insectos, Juan Félix Díaz Quintana ha iniciado una campaña en la página Change.or solicitando que este tipo de actos no solo sean calificados como delito medioambiental, sino también como maltrato animal, lo que implicaría mayores sanciones y la defensa administrativa de estas explotaciones. "Cuando se tiene malnutrido a un animal doméstico, como un perro o un caballo en estado de abandono, se aplica esta figura legal, y entiendo que si alguien es responsable de la muerte premeditada de esta gran cantidad de abejas debería ocurrir lo mismo".

Con el agravante, añade el desconsolado profesor galdense, "de que estamos ante una especie en peligro de extinción, con campañas del Cabildo de Gran Canaria en las que participo implicado en su recuperación".

E ilustra que en la isla de Gran Canaria existen apenas unas 2.000 colmenas de abeja negra canaria que tan solo conservan el 73 por ciento de la genética original, "según el estudio de la científica de la Universidad de Murcia Pilar de la Rúa, por los que cualquier pérdida por poca que sea es un serio retroceso para garantizar su supervivencia".

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