Las altas temperaturas que Gran Canaria está registrando durante este fin de semana está provocando que los isleños hagan lo que mejor saben hacer: marcharse a la playa. Porque el calor se sobrelleva mejor a la orilla del mar, aunque ayer poca brisa corría. Las playas de San Bartolomé de Tirajana se llenan este fin de semana de bañistas llegados desde toda la geografía insular, pero también del resto del territorio nacional y del exterior, y todos ellos con una característica común: el uso de la mascarilla. Un elemento que se ha tornado obligatorio para las zonas de afluencia pero cuya utilización aumenta la sensación de agobio durante las jornadas más calurosas que se registran en Gran Canaria.

Si bien es cierto que la playa de Maspalomas registró ayer una notable afluencia de personas, eso no se reflejó en las terrazas de los pocos locales de restauración que por ahora se han atrevido a levantar nuevamente sus persianas y reiniciar su actividad. Allí, más de la mitad de las mesas permanecían vacías a la hora del mediodía. Y esa afluencia de público se limitó a tumbarse en la arena y darse un chapuzón, porque ni siquiera el paseo de Meloneras estaba abarrotado de personas, como suele ser habitual en esta época del año.

Antonio Pérez, propietario de los locales El Velero Casa Antonio, Pepe Burger y Strand Apotheke, todos ubicados en el entorno del oasis de Maspalomas, está abriendo sus negocios solamente los fines de semana porque apenas tiene trabajo. "La situación es muy mala; hay días en que trabajamos algo, pero otros en que apenas trabajamos nada", sostuvo ayer, mientras sus empleados intentaban captar algún comensal para sus negocios.

El empresario reconoce que hay pocos turistas y "quienes dan el empujón son los canarios, pero también sabemos que la situación económica no es la idónea, controlan mucho el gasto y consumen muy poco". A futuro casi no tiene perspectivas. "Lo pasaremos mal, y peor lo vamos a pasar si los turistas británicos dejan de venir. Eso terminará de matarnos; estábamos arrancando poco a poco, pero eso puede ser la estocada final". Y es que, dice, "no dejamos de pagar impuestos, alquileres y seguridad social sin recibir ayudas más allá del ERTE".

Enfado inglés

No hay turistas, y encontrar ayer a ciudadanos británicos prácticamente fue una misión imposible. Casualidad o efecto del anuncio del primer ministro de Reino Unido, Boris Jonhson, de someter a cuarentena a todos sus compatriotas que regresen a su país desde España. Pero apareció uno tomando el aperitivo en un restaurante. Robert, ciudadano inglés, mostró su enfado con la decisión del gobierno de su país. "Es una decisión bastante absurda porque la situación en la isla es mucho mejor que la de Reino Unido", explicó de forma escueta, "no lo entiendo, y menos aún cuando en mi país la gestión de la pandemia ha sido caótica". Este turista, que llegó a Gran Canaria dos días antes de que Jonhson anunciara la polémica medida, asume que no le quedará otra que respetar ese período de cuarentena mientras su país no cambie de opinión.

Desde más cerca, desde Arucas y sin cuarentena a la vista, llegaron ayer Inmaculada y Carmelo. Ella reconoció que la mascarilla le hace sudar más de la cuenta, "pero tengo claro que cuanto más nos cuidemos mucho mejor". Él, en cambio, fue más radical al considerar que "te hace sudar más si te hacen una traqueotomía y te meten un tubo por la garganta", en relación a un posible ingreso en una UCI hospitalaria por contraer el coronavirus.