Los barrios de nuestra Artenara se van quedando progresivamente vacíos porque las pocas personas mayores que los habitan fallecen de manera inexorable y el censo baja sin que haya relevo generacional. Pero hay casos, como el del barrio de Chajunco, que al fallecer Faustino Díaz Medina, a los 92 años, la ausencia es doble ya que no sólo se marcha el hombre físico, sino que también se ausenta el espíritu del barrio. Faustino y Chajunco estaban tan unidos en lo físico y en lo humano que apenas se podría entender uno sin el otro.

Toda una vida viviendo en aquellas abruptas laderas del caserío, hacen que nuestras palabras en esta hora de su óbito tengan el significado preciso del hombre unido a la tierra, al canto del agua por el barranco, a la historia de la pequeña comunidad, al recuerdo de personas mayores, al sentido de proyectar en el futuro la historia de lo pequeño como si fuera la esencia de la existencia humana.

Faustino se nos presenta como un personaje literario de Miguel Delibes, apegado al mundo rural castellano, como si fuera el señor Cayo, un anciano a punto de cumplir ochenta y tres años, que representa los valores culturales de una tradición agraria que se remonta a muchos siglos atrás, y que se encuentra en trance de desaparecer.

En el caso de nuestro amigo, en este momento de su despedida, podemos poner en valor su compromiso con la tierra y con el entorno. Forma parte de una legión de seres primarios, elementales, pero que no abdican de su humanidad y se niegan a cortar con las raíces. Así lo puso de manifiesto hace quince años cuando indagábamos datos sobre las costumbres y la toponimia de la zona.

En aquel momento, nuestro informante se explayó haciendo una evocación de 'Las Laderitas', lugar en el que pasó su vida. El texto oral es el inventario de un micro mundo etnográfico que alcanza valor documental en nuestra modalidad idiomática. La forma literaria, sin ser siquiera arromanzada, es dinámica, ya que el personaje se mueve a la vez que describe el espacio, yendo de lo general a lo particular, del mundo de su experiencia, al origen de su nacimiento en la oquedad de una cueva.

Dice así: "La portada / con sus escaleras/, el viñero y un romero /, dos cirueleros /, un arado, la aguijada /, y un trillo para trillar / Una bodega en una casa rural / Algo más: un yugo, sus frontiles / faltan las coyundas / y los bueyes que enyugar / El horno hecho por Antonio Suárez / un hombre artesanal / que da clases en la Escuela Laboral /. Algo más: seguimos para abajo / a la izquierda un membrillero / un hierbahuerto y algo más. / Al final está el estanque / para regar el viñero / y el frutal / Los naranjeros ahí están / Un nogal más adelante / El gallinero, un olivo / Por arriba, un moral. / Regresamos para acá / Otro depósito para regar / las papas y el frutal / Subimos para arriba / y encontramos un peral /, manzaneros y algo más. / Al final, asomamos a 'La Eretilla' / y me enfrento a la Asomada. / Debajo está una cueva / donde nací yo / y ocho hermanos más / Sumándome yo / nueve hermanos en total.

El texto es hiperrealista, igual que los cuadros de la ciudad de Madrid que pinta Antonio López en plena modernidad. Es la fotogrtafía de un espacio pleno de naturaleza cultivada y vivenciada por un hombre que la eleva a un grado de simbolización. La última entrevista con el cronista fue en febrero de este año, poco antes de declararse el estado de alarma, para hablar del cielo y sus señales. "Venus hoy está aquí arriba, aunque no siempre sale por el mismo sitio. A veces viene de Pajonales y se pone encima de Tamadaba", nos dijo con certeza. No sé si aquella mirada era un presagio de que pronto ingresaría en una clínica donde, seis meses más tarde pagaría tributo a la muerte.

Se marcha Faustino Díaz Medina, con su voz viva y con su palabra creadora, un personaje que fue nuestro informante en investigaciones sobre la historia local, las costumbres rurales, y que participa en los remates públicos en el salón parroquial para recaudar fondos para las fiestas y asuntos de necesidad colectiva. O llevando su hato de cabras a la feria de San Isidro. Casado, pero sin dejar descendencia, quede aquí nuestro testimonio de pesar a su mujer, María Santana, y a sus laboriosos hermanos, hijos del famoso paredero de Las Cuevas Agustín Díaz, y de Bibiana Medina: Ana, Isabel, Pepe, Ignacia, Félix, Honorio, Juan y Fonsa. El funeral se celebrará en la Iglesia de Artenara, el viernes día 14, a las 19:00 horas.