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Ingenio

La Sociedad del Casino se disuelve y dona todos sus bienes a Ingenio

La comisión liquidadora espera una respuesta del Ayuntamiento para formalizar la cesión

Dos miembros de la Junta saliente de la Sociedad de Cultura y Recreo La Juventud de Ingenio junto a un piano, ya donado a la parroquia del Santo Cristo. YAIZA SOCORRO

La Sociedad de Cultura y Recreo La Juventud de Ingenio, popularmente conocida como el Casino de la villa, espera por la respuesta del Ayuntamiento a la oferta de donación al municipio de la que hasta el pasado 21 de julio era la sede de una organización disuelta en la asamblea extraordinaria celebrada en esa misma fecha.

Esa cesión del edificio se debatía y aprobaba en otra asamblea ordinaria anterior, celebrada el 25 de enero pasado, si bien, siempre según explica el que fuera su presidente José Cabrera, que hoy tutela la comisión liquidadora de la sociedad, el hecho de reservarse unos locales para el almacenamiento de los bienes muebles hasta su subasta había provocado un punto muerto en la negociación de las condiciones de esa donación con el Ayuntamiento.

Por este motivo, la comisión liquidadora ofrece ahora tanto la cesión del edificio completo, sobre el que pesa una deuda de más de unos 30.000 euros a Endesa y a Valora, como esos mismos bienes muebles que permanecen en los citados locales, y que incluyen esculturas y pinturas de artistas tanto de Ingenio como de toda Gran Canaria, subraya Cabrera.

Hay que señalar que La Juventud de Ingenio se funda en el año 1912, y en el listado de su patrimonio se encuentra un piano de esa época que ha sido donado a la parroquia del Santo Cristo, entre otros muchos bienes atesorados en su más de un siglo de existencia, una trayectoria en la que también han ido cambiando de sede hasta la inauguración en 1971 de este edificio, "que es un mundo", ilustra Cabrera, con sus 2.000 metros cuadrados de superficie construida y que se ubica en la estratégica calle de la Constitución, en el centro urbano de la villa.

La deuda

Antes de entrar en franca decadencia a principios de esta década, en sus salones se celebraban bailes, y sobre todo, celebraciones de boda, que suponían una buena parte de los ingresos que permitían estar al día con las cuentas de la sociedad. Cabrera fue presidente en un primer mandato desde los años 2008 a 2011, "y se lo entregué al nuevo presidente con un remanente de 5.000 euros, pero cuando accedo de nuevo a la presidencia en 2017 cogí el edificio sin agua, sin luz y sin seguro, por lo que le tuve que dar de baja a todo, salvo al seguro, reactivando una póliza hasta febrero", explica desde el despacho de su propia casa por la imposibilidad de trabajar en la calle Constitución.

La alcaldesa de la localidad, Ana Hernández, asegura que en un primer momento y en una reunión celebrada hace más de un año el grupo de gobierno mostró su negativa a recibir la donación precisamente por la contraprestación de no hacer uso de unos espacios que eran incompatibles para el desarrollo de un proyecto integral en el edificio, y asegura que no ha recibido ninguna comunicación oficial de las nuevas condiciones de entrega. En cualquier caso, de recibirla "tendríamos que valorarlo y adaptarlo con el nuevo presupuesto, "porque desde un primer momento dijimos que es un edificio", cuya rehabilitación y puesta en marcha, "va a costar mucho dinero y debemos ser conscientes de la actual situación económica, pero es un bien para el pueblo, y la intención es que pase a formar parte del patrimonio municipal".

Sin embargo, Cabrera sostiene que sí que se ha enviado la documentación al Ayuntamiento de Ingenio con las nuevas condiciones de entrega aprobadas en la última asamblea de la sociedad, en forma de una carta, según dice, en la que se expone que pasado el plazo de dos meses, "si aún así se hace caso omiso, lo que cabe es que la comisión liquidadora ponga a la venta el edificio y contrate a una empresa especializada para la subasta de los bienes muebles, para así obtener liquidez y afrontar el pago a los acreedores".

Para José Cabrera la liquidación de la entidad le ha supuesto un duro golpe, "se me cae el alma", por el peso de una institución que en la villa centralizó en algunas épocas la vida social desde que se fundara la sociedad, con su primera sede en 1912 en El Puente, para pasar luego a El Albercón de Ingenio y de allí a Los Molinillos, hasta que por fin se inauguró el gran edificio de la calle Constitución. Según afirma, fue socio desde los 16 años, "y nunca dejé de pagar ni una cuota, ni siquiera cuando vivía por trabajo en Pamplona". Y asegura que uno de los momentos más memorables de la historia de la entidad fue precisamente cuando se inauguró ese inmueble, "un palacio de luz, que acabó sin luz, sin agua, y hasta incluso con el techo de la sala de baile en el suelo. Así lo recibí", se lamenta

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