Aunque el verano suele asociarse con sol y playa, siempre hay un buen número de personas que aprovechan los meses estivales para acercarse hasta la cumbre.Ya sea porque son originarios de los municipios ubicados en el norte y las medianías de Gran Canaria o porque quieren disfrutar de lo que ofrece el campo en estas fechas. La pena es que los municipios que se ubican en estos enclaves llevan dos años sin oportunidad ni casi motivos de festejos. El fuego de los incendios de agosto del año pasado impidió en su momento las fiestas y ahora lo hace el coronavirus.

Artenara ha sido uno de los municipios más afectados. Los contratiempos ocasionados en estos dos años han impedido la celebración de sus fiestas patronales, en honor a la Virgen de la Cuevita. Al contrario que otras localidad, que han tenido que suspender los actos de festividades secundarias, esta localidad ha perdido dos ediciones de sus mayores fastos.

"Los vecinos están hastiados, pero solo nos queda seguir", expresa el alcalde, Jesús Díaz, que espera que el próximo año les de más suerte. "Es mucha mala suerte, sobre todo porque para nosotros esta fiesta es muy importante; atrae a mucha gente al municipio, que durante el resto del año está más vacío", explica resignado. Los turistas que se acercan atraídos por las costumbres intimistas del campo y por las las tradiciones son un motor para la economía local en estas fechas, no solo en Artenara sino en todos los municipios que celebran sus fiestas en temporada de verano. "También vuelven todos los habitantes que durante el año tienen que residen en otras zonas de la Isla por trabajo, lo que da mucha vida al casco", añade.

Díaz rememora la situación en la que se encontraron el año pasado a raíz de los incendios. "Pensábamos que íbamos a poder realizar las fiestas si las aplazábamos unos días para evitar riesgos por el primer incendio, pero de pronto nos vimos envueltos en el segundo", recuerda. En esta ocasión no todo está perdido. La imagen fue trasladada hasta la Iglesia de San Matías, sin procesión alguna y el pasado viernes se inició una novena que concluirá el próximo viernes.

En el municipio de Tejeda lamentan de la misma forma la suspensión de los actos. Aunque los vecinos entienden que la cancelación de los eventos se deben a causas de fuerza mayor, la tristeza no deja de asolar en la localidad. "Hemos tenido que cancelar todas las fiestas de este año, lo que ha sido un problema para algunos organizadores porque han perdido dinero por actos contratados que no se han realizado", explica el alcalde, Francisco Perera. "Algunas de las empresas contratadas se han solidarizado devolviendo el dinero adelantado, pero otras no", detalla. Por otro lado, destaca que los pagos que pertenecen a la parroquia de La Milagrosa (que integra los barrios de El Espinillo, La Solana, El Roque, El Chorrillo y La Higerilla) estaban inmersas en sus fiestas cuando se produjo los incendios. "De hecho tuvieron que ser rápidamente evacuados y a muchos se le quemaron sus viviendas", lamenta Perera, que además resalta que muchos de los artistas y las empresas que participaban en los actos del año pasado se habían ofrecido a realizar sus servicios en las fiestas de este año de forma completamente gratuita. "No pudo ser tampoco", concluye el mandatario.

En el barrio de Fontanales las fiestas en honor a San Bartolomé se reducirán a tres misas mañana; la de los romeros a las 10, la solemne a las 12 y la de los difuntos a las siete de la tarde. "Evidentemente mantendremos las medidas de seguridad como el aforo permitido; ni siquiera el santo podrá ponerse en el trono, para evitar que se aglomere la gente", explica Raúl Afonso, alcalde de Moya, que relata que el año pasado tampoco pudieron realizarse muchos más actos. "La gente está resignada, pero agradecidos de que las consecuencias del incendio no fuesen tan graves y centrados ahora en el que coronavirus no afecte a la población del municipio", sostiene.

En el caso de Valleseco (municipio que sufrió el peor de los dos grandes incendios del 2019) se repite la misma historia. El concejal de Festejos, Epi Pérez, recuerda que durante las fiestas el barrio de Lanzarote los residentes pudieron ver el humo del fuego mientras celebraban una carrera de montaña, acto habitual de los fastos en honor a Santa Rosa de Lima, pues se encontraban a penas 500 metros del foco. "Suspendimos sobre la marcha este y todos los actos; aunque aprovechamos la comida que teníamos preparada para los corredores, se la dimos a los cuerpos de seguridad que actuaron para frenar las llamas", relata el edil, que lamenta que este año no pueda hacerse nada ni eliminar el mal trago que dejó el incendio el año anterior. "No podemos hacer nada más que algunos actos religiosos porque aquí se suele aglomerar mucha gente y es un riesgo muy grande", aclara el responsable.

Por otro lado, aunque en el municipio de San Bartolomé de Tirajana el barrio de Tunte también sufre el hecho de suspender sus fiestas dos años consecutivos, la alcaldesa afirma que no es eso en lo que está centrada la ciudadanía estos días. "Los vecinos de la zona están más preocupados por el centro de cuarentena de covid-19 que ha puesto la Delegación del Gobierno que por no celebrar sus fiestas", explica y recuerda que el martes se realizará un pleno municipal para tratar este tema. De este modo, el pueblo solo celebrará mañana las misas para honrar a San Bartolomé.