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La Virgen del Pino se queda sin la ofrenda

Teror echa de menos a Gran Canaria, en una víspera sin ofrenda ni romería

La villa mariana vive, por el Covid-19, la jornada previa al Pino más desoladora de su historia - Cases se despide de Canarias

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Víspera del Pino en Teror

Teror estaba ayer triste y sin fiesta. La cancelación de la tradicional ofrenda y romería a la Virgen del Pino por la pandemia del Covid dejó a la villa mariana sumida en la más profunda desolación. En las calles, en los ventorrillos de pan, chorizo, queso, y dulces, -los únicos que estaban instalados-, en la parada de guaguas, en las cafeterías, y en la Basílica se extrañaba a los miles de peregrinos que tradicionalmente se acercan a lo largo del día a cumplir su promesas, y, en especial, a los otros tantos miles de romeros que, ataviados con sus trajes típicos, acuden a participar en el homenaje a la Patrona, bien con la entrega de los productos de la tierra, o con los cantos y bailes de isas y folias.

Apenas unas 2.000 personas se acercaron a Teror durante la jornada de ayer, según datos del Ayuntamiento. Una cifra muy alejada de las 150.000 almas que este mismo día, pero del pasado año, llegaron al municipio a través de todos los caminos para visitar a la Virgen, que además, sale del templo, sólo en esta fecha, para contemplar la emotiva celebración que le brinda todo el pueblo grancanario. Después de 68 años ininterrumpidos de romería, la de ayer no existió.

Así, ayer resultaba sencillo llegar a mediodía a este municipio. Dada la escasa afluencia, frenada y aconsejada por la pandemia, el tráfico era muy fluido, y por ello, ni se habilitaron los cercados de papas como aparcamientos de coches, como ha venido ocurriendo siempre, ante la imposibilidad de acceder al casco motorizado.

En el Castañero Gordo se añoraba la algarabía. Las voces alegres y festivas de los romeros, arremolinados junto a las carretas de sus municipios, así hasta llegar a los 21 que conforman la Isla, y una más si se suma la del Cabildo insular, se echaban de menos. Esas mismas calles donde apenas hay espacio para colocar tantas yuntas, y se debe andar con sumo cuidado para no pisar sus excrementos, se mostraban vacías y en silencio.

Una estampida

Pero lo mismo sucedía en las calles aledañas a la Basílica. Bajo un ambiente de calor sofocante, de nada valía recordar que en el calendario ayer era la víspera del día del Pino, día de ofrenda, porque daba la sensación que se había producido una estampida. La realidad fue que a la Isla entera le dijeron que por el Covid-19 no tocaba ir a Teror de romería.

Este año, al final de la Calle Nueva, unas vallas de plástico, de color amarillo, estrechaban el acceso a la Plaza del Pino con el fin de que los visitantes se detuvieran ante unos empleados de una empresa de seguridad que les ofrecían gel desinfectante para las manos.

"Todo es tan distinto", aseguraba María Dolores Guerra vecina de Firgas, que estaba junto a su hermana Soledad esperando en la cola, que avanzaba con ligereza, para entrar a ver a la Virgen. "Me emociona siempre venir, pero este año la emoción se me transforma en tristeza porque echo en falta ese calor que se siente de ver a tanta gente en la Iglesia y en todos lados" , apuntaba esta mujer.

Es el mismo sentimiento que expresaban tanto los que se acercaban desde sus municipios hasta los que residen en esta localidad. Lucía Oliva, vecina de El Hoyo, incluso quiso pasar el día con la ropa de romera realizado siguiendo el modelo que diseñó Néstor Álamo. "Un día como hoy, que además vivo por donde ves a la gente caminado, y no pasa casi nadie, se vive con tristeza", remarcaba. Hasta los asaderos y fiestas de amigos, que los vecinos de este Teror organizan, tras la romería, se fastidiaron ayer. En el caso de esta vecina la opción era hacer hoy, día del Pino, una comida, pero en familia.

"Estoy muy triste; pero qué le vamos a hacer", señalaba igualmente Paca, la de Artenara. Sin traje típico, y sin burro, se acercó a la Basílica, a las doce del mediodía, acompañada de una de sus nietas. A sus 94 años, esta mujer, que no se ha perdido una romería, justificaba una vez más que acudía "para pedir novio porque no lo consigue", pero también a "pedir a la Virgen que se lleve el virus de una vez lejos, bien lejos".

Al encuentro de Paca acudieron el alcalde de Teror, Gonzalo Rosario, y también el párroco, Jorge Martín de la Coba. Entre bromas referidas incluso a la manicura, en tono rosa chicle, que lucia la romera más veterana de Artenara, pasaron a hablar de como la pandemia ha trastocado, de repente, la vida de todo el mundo.

Menos peregrinos

"La gente está respondiendo al mensaje", sentenciaba el regidor de Teror que se presentó con el traje típico que suele lucir para estas ocasiones. Además, daba datos. Según dijo, a las ocho de la mañana venían haciendo el camino a pie hasta la villa mariana unas 40 personas, y "las conté"; al tiempo que subrayaba que una víspera del Pino hubieran sido unos 4.000 los peregrinos. "La plaza del Pino, a esta hora, estaría reventada de gente y hoy apenas hay algo más de un centenar" insistía. Incidió Rosario en que esta vez han sido casi tres meses en los que los grancanarios han podido ver de cerca a la Virgen puesto que la imagen se bajó de su camarín, en el presbiterio alto, el pasado 15 de agosto, y se quedará en el altar hasta el próximo 12 de octubre.

También el párroco coincidía en que los fieles han sabido adaptarse a los tiempos de pandemia, y han acudido de forma repartida. Al igual que los ventorrillos, también la Basílica quedaba cerrada a las ocho de la noche, tras la última la misa de las tres del día, que tuvo lugar a las siete. En el exterior, un contingente importante de Fuerzas del Orden se iba a encargar de que Teror no se convirtiera en el lugar de encuentro, de diversión, o de jolgorio de siempre, entre otras cosas porque no había ni verbena ni bares abiertos hasta el amanecer, y por tanto, nada sólido ni líquido que llevarse a la boca.

"No parece que haya fiesta, la cosa está flojita" decía, con cierta congoja, Juana Santana. En estas mismas fechas, en su puesto de pan, queso, aceitunas, y dulces llegaba a estar todo el día y la noche preparando bocadillos, sin un momento para descansar, pero ayer estaba sentada. Unos miles de panes, y no sabía qué cantidad de chorizo o queso salían de su ventorrillo por la romería o en los días previos de la festividad del Pino. "Terminaba con los pies engomados porque desde hoy-por ayer- empezaba a hacer bocadillos, y no descansaba, y si la celebración coincidía en fin de semana, pues eran casi tres días así", añadía. Y, pese a que eran jornadas intensas en las que "caía rendida" sabía que "el sacrificio merecía la pena". Ayer, sin embargo, a las ocho de la tarde tenia que cerrar.

Con cierto abatimiento, Yosniel Quintana, ante una muestra selecta y apetitosa de los dulces del Císter, señalaba que "mejor ni te cuento". A la vez que se quejaba por los miles de euros que ha dejado de ganar, en especial, en los últimos quince días, debido a la escasa afluencia de romeros por la pandemia, incidía en que " todo sea por la salud".

Y, casualmente "deporte y salud" fueron las razones que dio David Arencibia para responder a la pregunta de si acudió ayer caminando a Teror porque tenia una promesa. En una hora y media se hizo el trayecto desde Santa Brígida. Tras reponer fuerzas, en uno de los puestos donde se disponía a pedir un gran bocadillo, tenía previsto hacer el camino de vuelta de la misma forma.

Pero la pena por la cancelación de la ofrenda contagió a la Villa entera. En la cafetería de Bhoju Belani, ubicada en la misma Plaza del Pino, se notaba ese pesar. Con 11 años al frente del negocio, este hostelero aseguraba que "ni un 10% de lo que se factura en las fiestas del Pino se ha podido vender este año en Teror". Aún con estos malos datos, que han provocado que de los 14 empleados sólo estén trabajando ahora 6, decía que "con la que están sufriendo muchas familias de Gran Canaria, y de todo el mundo donde miles de personas han muerto o enfermado por el virus del Covid, los que estamos bien debemos dar gracias porque podemos seguir adelante".

En Teror fue imposible ayer olvidarse de la pandemia. En cualquier puesto de pan y chorizo, en los bares, en la parada de guaguas de Global, que ha llevado este año miles de promesas a la Virgen de forma telemática; en las calles, y en la Basílica, se recordaban momentos de cualquier romería pasada, y se mantenía la ilusión de que la próxima, la de 2021, se pueda disfrutar como hasta ahora.

Hoy, día de la festividad del Pino, no se celebrará la tradicional procesión. Habrán misas a las 7 de la mañana, a las 8,30 horas, y a las 19,00 horas, y está última la presidirá el obispo Francisco Cases, que se despide de la Diócesis de Canarias. Está previsto que acudan el presidente del Gobierno canario, y algunas autoridades, así como peregrinos, respetando el aforo de unas cien personas.

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